Hace siete años, después de una exitosa gestión como gerente de la administradora de riesgos profesionales del grupo empresarial antioqueño Suratep, el ingeniero civil David Wigoda Rinzler decidió renunciar a su cargo para asumir la orientación de su propia empresa, Factor Group. Hoy, esta compañía dedicada a la actividad del factoring protagoniza un escándalo que la tiene en la mira de los organismos de fiscalización, al punto que la Superintendencia de Sociedades acaba de ordenar su reorganización por incapacidad de pago a sus clientes.
Aunque la sociedad Factor Group se constituyó desde 2002 en Medellín, con el propósito de realizar actividades de corretaje de crédito y compraventa de cartera, sólo dos años después quedó a cargo de David Wigoda, quien se asoció con su cuñado Juan Guillermo Jaramillo para consolidar un negocio que a diciembre de 2010 llegó a manejar una cartera superior a los $353 mil millones. La actividad permitió comprar facturas, títulos, contratos, sentencias y órdenes de compra, que después se vendían a terceros con óptimas utilidades.
Todo iba bien hasta que empezaron a llegar a las superintendencias de Sociedades y Financiera una serie de quejas contra Factor Group por incumplimientos en los pagos a sus clientes, con un denominador común en los reclamos: todos estaban relacionados con negocios de contratos ganaderos a término, que ya habían causado la intervención de la Superintendencia Financiera. Se trataba de establecer las actividades de la firma Unión Mutua S.A., del ganadero Luis José Botero Salazar, sobre supuesta inexistencia de los animales transados.
En particular, la Superintendencia Financiera le exigió a la Bolsa Mercantil de Colombia que certificara la ubicación de 35 mil novillos de ceba que estaban respaldando contratos ganaderos a término por más de $37 mil millones. Esta determinación prendió las alarmas de múltiples clientes de Factor Group que precisamente habían confiado sus dineros en negociaciones de este tipo. Según se supo después, estas transacciones precipitaron la ruptura empresarial entre David Wigoda Rinzler y su cuñado Juan Guillermo Jaramillo.
Sorpresivamente, el pasado 27 de septiembre, los directivos de Factor Group convocaron a una reunión extraordinaria, en la cual quedó escrito que los principales compradores de sus activos habían suspendido ese proceso y que ante el incumplimiento del ganadero Luis José Botero en contratos ganaderos a término por valor superior a los $40 mil millones, la única opción era solicitar de manera urgente a la Superintendencia de Sociedades un proceso de reorganización con sus acreedores , de conformidad con la ley de quiebras.
Tras la aprobación de la junta directiva de Factor Group, tres días después formalizaron su solicitud ante la Superintendencia de Sociedades, admitiendo que la afectación del flujo de caja de la compañía estaba directamente relacionada con varios negocios de fideicomiso de inmuebles ganaderos y ceba de ganado realizados con Luis José Botero y su empresa Unión Mutua S.A. Esta semana, de manera relámpago, la Superintendencia de Sociedades admitió los argumentos de Factor Group y ordenó la reorganización de la sociedad.
Sin embargo, la pelea apenas comienza, porque el presidente de Unión Mutua, el ganadero Luis José Botero, ya salió públicamente a expresar que su negocio con Factor Group fue un fideicomiso de ceba de ganado a través del cual esa empresa ofreció rentabilidad sobre unos animales que se debían engordar y vender, pero que su obligación sólo era cuidar esos semovientes. Conseguirlos y comprarlos era un deber de Factor Group. Otro asunto ha dejado entrever David Wigoda, quien ha dicho que la causa de la crisis fue lo sucedido con Botero y Unión Mutua S.A.
Lo cierto es que varios clientes de Factor Group sostienen que la empresa sabía de las debilidades del negocio de la ceba de ganado y que jugaron con su patrimonio de manera irresponsable. Como si fuera poco, se examina si la compañía obró captando dinero contra las disposiciones legales. David Wigoda ha salido a decir que nada tiene que ver con estas actividades y que tampoco la empresa ha actuado como una pirámide. De todos modos, la pelea está al rojo vivo y el exitoso empresario pasa por un difícil momento judicial y económico.
En el proceso de mutuos señalamientos entre Wigoda y Botero han aparecido informaciones que complican el panorama. Por ejemplo, en el portal Verdad Abierta se lee que Botero Salazar tuvo una Convivir llamada Guayacanes, al tiempo que Wigoda fue un generoso colaborador de las campañas del expresidente Álvaro Uribe en 2002 y el fallido referendo reeleccionista de 2010. De cualquier manera, a los clientes poco les interesan estos rumores. Sólo quieren que les devuelvan su dinero o que aparezca el ganado.
Por ahora, al funcionario de la Superintendencia de Sociedades que le correspondió orientar la reorganización de Factor Group le espera la compleja tarea de buscar más de 40.000 animales en al menos cuatro departamentos para empezar a darle solución al dilema. En el trasfondo del asunto, ya preocupan en el mercado los repetidos casos de intervención estatal para resolver el caos de varias empresas que especulan con capitales y después acuden al salvavidas del gobierno, dejando a la deriva a los acreedores, que son las verdaderas víctimas de turno.
Los acreedores de la compañía
Según la contabilidad de Factor Group, la firma tiene cuantiosos pasivos que ascienden a $27.626 millones. A esa fecha certificó que: “No tendrá dentro del año siguiente la liquidez suficiente para atender las obligaciones que se van a vencer con corte al 30 de agosto de 2011”.
Dentro del rubro de cuentas por pagar la compañía señala en su certificado de cesación de pagos que a entidades financieras como el Banco de Bogotá o la compañía de financiamiento comercial Internacional les debe alrededor de $.4.200 millones. En el listado también aparece una acreencia de $956 millones a Calanais Investments y deudores varios por $411 millones. En cuanto a procesos judiciales, Factor Group tiene en contra dos, en Medellín y ante la Superintendencia Financiera, al tiempo que ha iniciado 25. Varios de ellos han sido fallados en su favor o están en proceso en juzgados de Medellín, Tuluá, Bogotá, Barranquilla y Chía, así como en el Tribunal de Cundinamarca.
Negocio de ‘factoring’ en Colombia
Según registros oficiales, la actividad financiera del factoring viene creciendo en los últimos años en Colombia. Actualmente, 20 entidades tienen vigilancia. En otra categoría están las no vigiladas, que forman parte de un grupo de 18.
Estadísticas del sector dan cuenta de que la actividad tiene muchas posibilidades de crecimiento si se compara con el nivel, impacto y participación del Producto Interno Bruto en economías de Europa, Asía y Estados Unidos.
Respecto a Latinoamérica, el país de mayor avance en este negocio es Chile. Para superar su crisis, Factor Group ha propuesto un plan en el que ofrece disminuir gastos, buscar nuevos ingresos, mantener sus responsabilidades y marca, entre otros aspectos.