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Al rompecabezas del caso J. J. Rendón, Germán Chica y las propuestas de un grupo de mafiosos para entregarse a la justicia le siguen faltando piezas. En política, sirvió para agudizar la polarización extrema entre las candidaturas presidenciales de Juan Manuel Santos y Óscar Iván Zuluaga. En el plano judicial, deja ambiguos escenarios que la Fiscalía empieza a aclarar. En la trasescena sigue la sensación de que el asunto también pasó por Venezuela y Estados Unidos.
Hoy está claro que en 2011, un grupo de narcotraficantes colombianos buscó su rendición. Lo admitió el extraditado capo Javier Antonio Calle, alias Comba, en declaración a la Fiscalía. Lo reconoció J. J. Rendón cuando manifestó que sólo obró como un canal para plantear la propuesta. Lo confirmó la exfiscal Viviane Morales, quien sostuvo que el presidente Santos se reunió con ella y con el entonces director de la Policía, general Óscar Naranjo, para comentar la idea.
La propuesta no prosperó. Según Comba porque al gobierno norteamericano no le interesó y el colombiano dilató el proyecto. Por eso se entregó a la DEA en mayo de 2012. Coincidencia o no, en esa misma época casi todos los interesados y otros cuantos narcos resultaron capturados en Venezuela. Maximiliano Bonilla, alias Valenciano, en noviembre de 2011; Héctor Buitrago, en febrero de 2012; Diego Rastrojo, en junio, y Daniel El Loco Barrera, en septiembre.
Una cacería de mafiosos que en 11 meses se concretó en Venezuela y que rápidamente los puso en cárceles de Estados Unidos. Cuando la caída de El Loco Barrera cerró el ciclo, fue tal el triunfalismo de las autoridades, que pasaron inadvertidos los comentarios del capturado acerca de su protagonismo reciente en varias cumbres de narcotraficantes para discutir su entrega a la justicia norteamericana. Una revelación que después también confirmó Diego Pérez Henao, alias Diego Rastrojo.
Esas reuniones se realizaron en Venezuela, que desde 2004 se había convertido en refugio de narcotraficantes colombianos ante el asedio al que fueron sometidos por esa época en el país. La primera cumbre se efectuó en el estado de Mérida hacia 2007 y, según Diego Rastrojo, igualmente asistieron El Loco Barrera y Wílber Varela, alias Jabón. Allí no sólo afloraron los desacuerdos, sino que quedó en evidencia que este último capo ya estaba perdiendo el poder.
Alias Jabón, otrora heredero y mandamás del sanguinario cartel del norte del Valle, vivía en Venezuela protegido por oficiales corruptos de sus Fuerzas Armadas. En enero de 2008, ya en declive porque en el vecino país no pudo reeditar su condición de capo de capos y asediado por una recompensa de US$5 millones ofrecida por Estados Unidos, cayó en su ley. El 30 de enero, en el sector de Loma de Los Ángeles, en Mérida, fue asesinado por sus segundos.
Un ajuste de cuentas que acabó con la saga criminal de Jabón y dejó en la cúpula del poder mafioso colombiano trasladado a Venezuela a sus asesinos: Javier Antonio Calle, alias Comba; Diego Pérez, alias Diego Rastrojo, y Daniel El Loco Barrera. En 2009 se sumó a ellos Maximiliano Bonilla, alias Valenciano, quien también salió huyendo de Colombia. Para entonces, ya las relaciones entre los gobiernos de Álvaro Uribe y Hugo Chávez estaban muy deterioradas.
Sin embargo, en 2010 asumió la presidencia Juan Manuel Santos y el clima de tensión entre ambas naciones cesó de inmediato. Tres días después de su posesión se reunió con Hugo Chávez en Santa Marta y luego lo calificó como su nuevo mejor amigo. A las dos semanas fue capturado cerca de Cúcuta el narcotraficante venezolano Walid Makled, poseedor de graves secretos de corrupción en su país. De forma simultánea, Estados Unidos y Venezuela evidenciaron su interés por tenerlo preso en sus celdas.
Al tiempo que se daba esta puja por Makled, en octubre de 2010 se desarrolló una exitosa acción contra el narcotráfico en varios países llamada ‘Operación Cuenca del Pacífico’. El eje de la investigación fue desmantelar la red mafiosa de Daniel El Loco Barrera, oculto en Venezuela. El capítulo colombiano lo lideró la entonces coordinadora de la Unidad Antinarcóticos de la Fiscalía, Ana Margarita Durán. La mayoría de capturados terminó en Estados Unidos.
Apenas tomaba forma el año 2011 cuando sobrevino un anuncio que cambió el escenario. El entonces ministro de Defensa de Colombia, Rodrigo Rivera, y el del Interior de Venezuela, Tarek El Aissami, refrendaron un principio de acuerdo de cooperación conjunta para combatir el narcotráfico. Aunque el pacto quedó sujeto a la aprobación de los presidentes de ambas naciones, la noticia puso en preaviso a los capos refugiados en Venezuela que recobraron su idea de negociar su rendición.
Sin embargo, a lo largo de 2011 se fueron dando otros hechos. Hacia marzo, acorralada por las amenazas, dejó su cargo la fiscal antimafia Ana Margarita Durán, coordinadora de la ‘Operación Cuenca del Pacífico’ contra El Loco Barrera. Su salida se dio en medio de una polémica con la entonces fiscal Viviane Morales, quien tachó su renuncia de “mentirosa” y además sugirió ineficiencias en su investigación. Dos meses después, el narcotraficante Walid Makled fue extraditado a Venezuela.
Es en este contexto en el que se concretó la propuesta de los narcos ocultos en Venezuela de someterse a la justicia, supuestamente con la mediación de J. J. Rendón y el pago de US$12 millones. El propio Diego Rastrojo confirmó que en diciembre de 2011, días después de la captura de alias Valenciano, hubo cumbre de narcos en Barinas, a la que acudieron alias Comba y El Loco Barrera. Él no estuvo de acuerdo. Eso los llevó a pensar a unos y otros que se iba a desatar una guerra intestina.
Comba y El Loco siguieron adelante con su idea de la rendición y en el propósito de alcanzarla sirvieron de emisarios el exoficial del Ejército José Ignacio Mira, el controvertido dirigente del norte del Valle Ignacio Londoño y el abogado Ricardo Villarraga. Este último había sido uno de los detenidos en la ‘Operación Cuenca del Pacífico’. El Loco aseveró después que él mismo acompañó a su compinche Comba hasta el avión que lo llevó a Aruba, donde en mayo de 2012 se entregó a la DEA.
No tuvieron la misma suerte los otros mafiosos. Un mes después de la entrega de Comba, el 3 de junio fue capturado en Barinas Diego Rastrojo. Tres meses más tarde, el 12 de septiembre, en San Cristóbal, cayó El Loco Barrera. El presidente Santos lo celebró públicamente, agradeció a Hugo Chávez su colaboración y admitió que el éxito de la captura había sido el trabajo integrado de las autoridades colombianas, venezolanas, norteamericanas y británicas.
La noticia le bajó brevemente la temperatura al anuncio que una semana atrás había formulado Santos: el reconocimiento de los diálogos de paz con las Farc en La Habana, luego de una fase secreta adelantada entre febrero y agosto de 2012, es decir, la misma época en que se ventiló la fórmula de rendición de los narcos, la entrega de Comba y las capturas de Diego Rastrojo y El Loco Barrera. El gran impulsor de esos diálogos en Cuba fue el presidente venezolano, Hugo Chávez.
Dos años después, cuando el proceso de paz de La Habana está en el centro del debate político, pero ya no es Hugo Chávez sino el presidente Nicolás Maduro su aliado principal, regresa del pasado el fantasma de la rendición de los narcos colombianos que se ventiló en 2011. Sólo que ahora es la Fiscalía la que quiere saber cómo se dieron los hechos, qué funcionarios del Estado se enteraron, quiénes recibieron dinero —si lo hubo— y cómo el tema trascendió las fronteras y encajó con intereses de otros países.
marrazola@elespectador.com
@nenarrazola