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“Yo no soy Carlos Castaño”

José Ramiro Gerena es un conductor que por error del DAS fue exhibido a través de los medios de comunicación como uno de los jefes del paramilitarismo en Colombia.

Norbey Quevedo Hernández
01 de marzo de 2015 - 02:00 a. m.
Portada de la Edición 657 de 1994, de la revista 'Semana', que generó el lío
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En la primera semana de diciembre de 1994, cuando preparaba su edición 657, la revista Semana decidió aceptar la colaboración de uno de sus conductores para que sirviera de modelo en la portada sobre la creación de las cooperativas campesinas de seguridad. En páginas interiores, la imagen del mismo personaje apareció en el artículo titulado: “¿Hora de armarse?”. Ese gesto de ayuda se convirtió para el empleado en el principio de un largo drama personal y familiar que la Sección Tercera del Consejo de Estado acaba de reparar.

El protagonista de esta historia es José Ramiro Gerena, quien para la época de los hechos era el conductor de la cabeza de la revista, Felipe López. Cuando decidió colaborar como modelo para el artículo de las cooperativas de seguridad, como lo comentó uno de los testigos del caso, “la impresión entre sus allegados fue de risa”. Era tanta su tranquilidad, que dos años después, para acompañar una entrevista de Carlos Castaño en la que revelaba la muerte de su hermano Fidel, la publicación volvió a utilizar la fotografía del amable conductor.

El problema para José Ramiro Gerena llegó en diciembre de 1997, cuando vio su imagen en televisión, en un aviso gubernamental en el que se ofrecía una recompensa por su captura, como si él fuera, ni más ni menos, el mismísimo Carlos Castaño. Según certificación allegada al expediente, los anuncios se emitieron en horario estelar en los entonces canales Uno y A, y en Señal Colombia. Aunque el periódico El Tiempo registró la noticia de la equivocación ese mismo diciembre, el Gobierno no rectificó de manera inmediata.

Los días siguieron su curso, y de la diversión se pasó a la angustia en el ámbito familiar, pero en el gobierno Samper no hubo premura para enmendar el error. Por el contrario, ya en tiempos de Pastrana, en diciembre de 2001, de nuevo en los tres canales de televisión referidos, y en horario Triple A, volvió a aparecer José Ramiro Gerena en unos avisos publicitarios en los que se ofrecía una recompensa de $1.000 millones por la captura de Carlos Castaño. En esta ocasión, la orden de emitir las imágenes provino del controvertido DAS.

De inmediato, el propio dueño de la revista Semana, Felipe López, alertó a las autoridades sobre el error cometido y se pudo suspender la transmisión de los anuncios. El entonces director (e), Mario Acevedo, admitió al noticiero CM& que había sido un error manual “muy tonto” que se produjo en el momento de sacar la foto para ponerla a disposición de quien elaboró el video. La equivocación seguía vigente desde 1997, cuando ni en el DAS ni en organismo oficial alguno se tenía una foto o siquiera una imagen de Carlos Castaño.

Según el análisis efectuado por el Consejo de Estado, en 1997, cuando se originó el error, el DAS, entonces dirigido por el general Luis Enrique Montenegro, recibió la orden del gobierno Samper de elaborar unos carteles que incluyeran las fotografías de varios delincuentes requeridos por la justicia. Sin embargo, como no tenían fotos de Carlos Castaño, inicialmente lo hicieron con un retrato hablado. Después cambiaron esta imagen por la fotografía de José Ramiro Gerena, porque en los archivos del organismo esta foto estaba guardada.

Aunque esa fotografía estaba registrada como información sin verificar, al entregarla para la elaboración de los avisos de televisión, el DAS incumplió su deber de suministrar información veraz, con el agravante del amplio despliegue que se le dio en horario de alto rating. Como lo testificaron familiares y amigos de Gerena, su imagen fue indebidamente asociada con la de un delincuente por el cual se ofrecía una recompensa “vivo o muerto”. Es decir, no sólo se vulneró su honra y buen nombre, sino que también se expuso su vida.

El Estado se defendió argumentando que la fotografía insertada no era totalmente nítida, pero los testimonios recaudados por el Consejo de Estado y otros organismos demostraron que la imagen de José Ramiro Gerena era plenamente identificada por su círculo familiar, amigos cercanos y hasta personas ajenas a su entorno. Antes de su desaparición, el DAS alcanzó a alegar que Gerena había contribuido a todo lo ocurrido por prestarse para servir de modelo a un artículo de la revista Semana sobre las cooperativas de seguridad.

El alto tribunal aclaró que José Ramiro Gerena sí posó para la fotografía, pero no lo hizo para representar la imagen de Carlos Castaño, sino el rol de un campesino armado. Además, no tenía por qué desconfiar del uso que se le diera a su foto, teniendo en cuenta que oficiaba como conductor del propietario de la revista. En consecuencia, recalcó el Consejo de Estado, lo ocurrido sirve para hacer un llamado de atención a las entidades que manejan los asuntos de inteligencia y contrainteligencia, para que tengan en cuenta varios derechos fundamentales.

A pesar de que se haya tratado de un error que pudo corregirse, acogiendo los principios de necesidad, idoneidad y proporcionalidad, el llamado de atención para los organismos de inteligencia es que siempre protejan la honra, el buen nombre, la intimidad personal y familiar, y el debido proceso de los ciudadanos. En este caso, fue grave que el DAS hubiese puesto a circular en los medios de comunicación una información que no fue previamente verificada, pese a que se trataba del organismo creado para manejar información reservada.

En síntesis, 18 años después de ocurridos los hechos, la justicia administrativa admitió que a pesar de tratarse de un hombre correcto, honesto y trabajador, José Ramiro Gerena fue exhibido públicamente a través de los medios de comunicación como uno de los jefes del paramilitarismo en Colombia. Por tal razón ordenó que tanto él como su familia sean indemnizados económicamente. Como quiera que el DAS ya no existe, el Consejo de Estado dispuso que la Agencia Nacional de Defensa Jurídica del Estado responda procesalmente.

Por Norbey Quevedo Hernández

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