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1.785 policías asesinados en lucha contra el narcotráfico

En ese lapso, han sido capturados 866.526 ‘narcos’ y se han incautado 6’024.704 toneladas de hoja de coca y 3’466.462 toneladas de marihuana prensada.

María Camila Rincón Ortega, Juan Sebastián Jiménez H.
02 de diciembre de 2013 - 09:18 p. m.
El coronel Valdemar Franklin Quintero, asesinado el 18 de agosto de 1989.
El coronel Valdemar Franklin Quintero, asesinado el 18 de agosto de 1989.

“Tras 20 años de lucha contra el narcotráfico, apoyada en parte por la Policía Nacional de Colombia, se ha de reconocer una cuota de sacrificio en vidas humanas sin precedentes en la historia de sus pares del mundo. Desde 1993, 1.785 policías han sido asesinados y cerca de 3.200 fueron lesionados, dejando una huella de dolor en sus familias, que entregaron a sus seres queridos en cumplimiento de la responsabilidad de combatir este flagelo en todas sus expresiones”.

Estas dolorosas cifras fueron dadas a conocer ayer por la Policía en un documento que da cuenta del alto costo que ha pagado esa rama de las Fuerzas Armadas para evitar que Colombia se convierta en una narcodemocracia. El sacrificio de estos 1.785 uniformados no ha sido en vano. De acuerdo con dicho documento, en estas dos décadas de lucha contra el narcotráfico, la Policía ha capturado 866.526 ‘narcos’, 863.565 colombianos y 2.961 extranjeros. De ellos, 1.743 han sido extraditados.

En esa larga lista de capturados o muertos en combate, hay capos de la talla de los hermanos Gilberto y Miguel Rodríguez Orejuela; Justo Pastor Perafán; José Chepe Santacruz; Diego León Montoya, alias Don Diego; Hernando Gómez Bustamante, alias Rasguño; Daniel El Loco Barrera y Luis Agustín Caicedo Velandia. De hecho, el documento toma como punto de partida la fecha de la muerte de uno de los mayores narcotraficantes: Pablo Escobar Gaviria.

Ese 2 de diciembre de 1993 es, para la Policía, una fecha histórica. “El 2 de diciembre de 1993 no solo cayó el narcotraficante más buscado del mundo, protagonista de una de las páginas más negras de la historia de Colombia, que cobró la vida de más de 5.000 compatriotas. Ese jueves, con el abatimiento de Pablo Emilio Escobar Gaviria, la Policía cambió la ecuación a favor del Estado al alcanzar un punto de inflexión en la lucha contra el narcotráfico”. El esfuerzo para dar con la captura, y posterior muerte de Escobar, no fue pequeño: la Policía calcula en 500 la cifra de uniformados que murieron por ordenes de Pablo Escobar.

Entre ellos, oficiales como el exdirector de la Policía Antinarcóticos, el coronel Jaime Ramírez Gómez, asesinado el 17 de noviembre de 1987, o el comandante de la Policía de Antioquia, el coronel Valdermar Franklin Quintero, asesinado en Medellín el 18 de agosto de 1989, el mismo día en el que fuera asesinado el candidato presidencial Luis Carlos Galán.

La Policía agrega vehemente que “con la muerte de Escobar se derrumbó el mito del hombre indestructible y el otrora poderoso cartel de Medellín”. Y, a renglón seguido, reconoce que tras esa fecha la Policía “se sacudió de las infiltraciones, se autodepuró a niveles históricos y lanzó una ofensiva sin precedentes contra las mafias”.

Sumadas a todas estas capturas, el informe refiere que en dos décadas de lucha contra el narcotráfico, se han incautado 6’024.704 toneladas de hoja de coca, 3’466.462 toneladas de marihuana prensada, 209.258 toneladas de insumos para el procesamiento de estupefacientes, 1.149 toneladas de cocaína, 444 toneladas de base de coca, 43 toneladas de bazuco y 2’758.695 pastillas de éxtasis.

A lo que se suma que en estos 20 años los cultivos ilícitos se han reducido en un 70%. Pasaron de 162.510 hectáreas cultivadas en 1993 a 47.790 en 2013. De la misma forma, en este lapso se han destruido 15.554 laboratorios para el procesamiento de estupefacientes; se han ocupado 80.192 bienes adquiridos con dineros de este negocio ilegal; se han eliminado 710 pistas clandestinas y se han inmovilizado 1.665 aeronaves.

Con los años, los grandes carteles y sus capos desaparecieron, dando paso a nuevas estructuras ilegales, como, por ejemplo, las mal llamadas bandas criminales. El narcotráfico —cual si fuese una hidra— sobrevive pese a haber perdido varias de sus cabezas. Con este panorama, la misma Policía señala que pese a que hoy Colombia es muy diferente a la de los años 80 y 90, “no es hora de triunfalismos y que hay que estar atentos a las distintas transformaciones y manifestaciones de este delito para no repetir lecciones aprendidas”.

La lucha sigue —al igual que el sacrificio de cientos de uniformados—. Pasados 20 años de lucha y con 1.785 policías asesinados, el objetivo sigue siendo el mismo: que estas muertes no hayan sido en vano.

Por María Camila Rincón Ortega, Juan Sebastián Jiménez H.

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