Cartagena del Chairá es cálido, tiene bares que no paran la música popular hasta las tres de la mañana, la plaza principal tiene cancha de microfútbol y gran parte de la economía gira en torno al río Caguán, que pasa por un costado ofreciéndose como conexión entre veredas y fuente de peces para la canasta familiar. La violencia está naturalizada hace décadas. El Bloque Sur de las FARC tomó lo que quiso en los noventa. Los paramilitares se llevaron vidas de inocentes en su intento de control en los 2.000. Y milicianos ocupan los territorios que dejaron los guerrilleros que entregaron armas en 2016, tras la firma del Acuerdo de Paz. En zona rural, hay presencia de disidentes de las FARC, Segunda Marquetalia y Comandos de Frontera, según la Oficina de la ONU contra la Droga y el Delito (UNODC).