De acuerdo con La Organización Mundial de la Salud, los riesgos de violencia contra la mujer han incrementado debido a los niveles altos de estrés que se ha disparado por la pandemia del COVID-19 o por tener que permanecer en casa con sus agresores. Asimismo, esta organización revela que el 35% de las mujeres en el mundo sufren violencia intrafamiliar, convirtiendo este delito en un problema de salud pública. En Colombia, el panorama no es diferente. En reiteradas ocasiones, organizaciones en pro de la mujer han prendido las alarmas ante una escalada en las agresiones. Por otro lado, una reciente investigación revela que hay un factor que afecta directamente el comportamiento de la tasa de violencia doméstica en Colombia.
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Catherine Rodríguez, investigadora de la Facultad de economía de la Universidad de los Andes, y la economista Adriana Camacho, docente de la misma institución, desarrollaron una investigación sobre la relación que existe entre los pagos del programa Familias en Acción y la violencia doméstica. En el documento Happily Ever After? Domestic Violence in Periods of Scarcity (¿Felices para siempre? Violencia doméstica en tiempos de escasez), encontraron que la tasa de violencia doméstica municipal registrada se reduce dependiendo de las expectativas que tienen las familias de estos pagos. En diálogo con este diario, las dos investigadoras hablaron sobre los hallazgos y de la posibilidad de un escenario similar en tiempos de pandemia.
¿Cuál es la relación que encontraron entre el ingreso y los auxilios económicos del Gobierno, en este caso, Familias en Acción?
Con datos administrativos logramos mirar cómo cambian las tasas de violencia domestica a nivel municipal con los pagos del programa Familias en Acción. De acuerdo con los datos del 2007 al 2010, en ese momento, los pagos en algunos municipios eran recibidos por mujeres en diferentes meses o no los recibían en el mes determinado. Esta variación nos permitió encontrar que en los meses que el dinero de familias en acción llegaba a estos municipios y las mujeres lo recibían, la violencia doméstica bajaba.
¿De cuánto era el decrecimiento de la violencia doméstica?
Bajaba considerablemente, un 6 %. Únicamente en los meses que se recibe el pago.
¿Qué pasa los meses en los que no se recibe el dinero?
La tasa de la violencia doméstica no se ve afectada y pudimos determinar que sucedía algo mucho más importante: el impacto en la violencia depende de las expectativas que tienen las familias de los pagos. Es decir, a veces por este desorden administrativo, cuando las familias reciben dos pagos seguidos la violencia doméstica baja pero no tan dramáticamente.
¿A qué se debe este tipo de comportamientos?
En Colombia, la violencia doméstica en su gran mayoría es expresiva y está relacionada con el estrés que manejan estas familias. Hay una investigación de la Universidad de Princeton y Chicago que revela que cuando hay escasez y las familias están mal alimentadas y preocupadas por algo tan importante como poner la comida en la mesa, el cerebro funciona diferente haciendo que las personas se vuelvan más impulsivas. Esta también puede ser una razón que explique por qué cuando hay escasez se escala la violencia.
¿Qué factores tomaron en cuenta en el análisis?
Aparte de mecanismos como el empoderamiento de la mujer, por medio de una base de datos de encuesta a hogares miramos otros factores como la participación laboral o el capital social de las mujeres. Encontramos que ninguno de estos mecanismos en realidad se da y que ninguno explica la disminución en la violencia doméstica. Por otro lado, en los meses de pago sí hay una reducción importante de la violencia al interior de los hogares.
¿Cómo lograron evidenciar este patrón?
Logramos determinar que, en los meses de pago, hay un incremento de los consumos en el hogar por lo tanto se relacionan directamente con el ingreso que entra por el programa.
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¿A qué conclusión pudieron llegar?
Este es un efecto inesperado del programa Familias en Acción porque en realidad el programa no se creó para reducir violencia doméstica sino con otros fines. Este impacto reductivo en la violencia domestica es bueno, pero también los datos nos permiten ver es que es algo muy frágil. Esto nos hace pensar que es necesario otro tipo de políticas para reducir este crimen que tiene tantas consecuencias negativas tanto sociales como económicas.
Con los ingresos solidarios durante la pandemia, ¿puede presentarse un impacto similar en el comportamiento de violencia doméstica?
Con las medidas tomadas en el marco de la pandemia, no nos sorprende que esté aumentando este delito. La crisis es tan grave que puede que el estrés siga estando. Lo puede estar generando el no saber cuándo se va a recibir o cuál será la cantidad. Aunque el ingreso solidario puede ayudar a reducir el estrés generado por la pandemia, al igual que el subsidio de Familias en Acción, es algo muy frágil.
