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“Es esperanzador”: esposa de Pedro Movilla tras fallo que condenó a Colombia

La Corte Interamericana de Derechos Humanos declaró al Estado colombiano responsable de la desaparición de este líder y sindicalista, ocurrida en mayo de 1993. Su esposa habló con El Espectador sobre lo que significa el fallo para su búsqueda de ya 30 años.

Felipe Morales Sierra
15 de septiembre de 2022 - 09:36 p. m.
Familiares de Pedro Julio Movilla, en intervención artística en honor al líder del Partido Comunista, presuntamente desaparecido por miembros de instituciones del Estado. Cortesía: Dexpierte Colectivo.
Familiares de Pedro Julio Movilla, en intervención artística en honor al líder del Partido Comunista, presuntamente desaparecido por miembros de instituciones del Estado. Cortesía: Dexpierte Colectivo.
Foto: Cortesía: Dexpierte Colectivo

A Candelaria Vergara y sus tres hijos se les “desbarató” la vida el 13 de mayo de 1993, cuando desaparecieron a Pedro Julio Movilla Galarcio, su esposo. Líder sindical y militante del Partido Comunista - Marxista Leninista (PCC-ML), Movilla había sufrido seguimientos de inteligencia y otros hostigamientos que lo obligaron a huir con su familia hacia Bogotá. Fue allí donde finalmente fue desaparecido en hechos que no han sido aclarados. Hasta que esta semana la Corte Interamericana de Derechos Humanos (Corte IDH) declaró responsable al Estado colombiano por la desaparición forzada.

(En contexto: Caso Pedro Julio Movilla: Corte IDH condena a Colombia por desaparición forzada)

Vergara habló con El Espectador sobre cómo recibe esta sentencia, casi 30 años después de la desaparición de su esposo. Considera que las condiciones del país han cambiado y espera que, ahora que hay un fallo, el Estado se tome en serio la obligación de buscar a Movilla Galarcio.

¿Qué pasó por su cabeza cuando se enteró de la sentencia?

Me sentí con una gran emoción, en la medida que se reconocía lo que, nosotros como familia, desde el primer día que desaparecen a Pedro teníamos claro: que fue el Estado colombiano el responsable. Que eran los “organismos de seguridad” los que habían desaparecido a Pedro. Después de tantos de nosotros decir que eso era lo que había pasado y ver que ahora nos lo reconozca un ente internacional, es muy esperanzador. Es muy satisfactorio porque esto nos abre un camino en el compromiso que tiene que tener el Estado colombiano con la búsqueda.

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La sentencia dice que la Fuerza Pública, incluso, entorpeció las investigaciones ¿Cómo vivió eso en carne propia?

Pedro Julio fue un dirigente social, político muy joven. Había empezado en el movimiento estudiantil, cuando fue trabajador pasó al movimiento obrero en Córdoba, lo que lo puso en el radar de la inteligencia militar. Para nosotros siempre fue muy tensionante esa situación. Sufrimos dos desplazamientos: nosotros somos de Montería y habíamos tenido que trasladarnos a Medellín, pero luego tuvimos que venirnos a Bogotá, huyéndole a toda esa represión. Estábamos en Bogotá con una vida normal, pagando nuestra casa de interés social, trabajando ambos, cuando pasó esto.

Desde ese día no tenemos vida. La vida se nos desbarató. Vivir todos los días con la zozobra de pensar qué le estarán haciendo, dónde lo tienen, si lo estarán torturando. Todo eso es una tortura diaria. Para mis hijos, que estaban tan acostumbrados a estar al lado de sus padres, fue una desprotección total. En ese momento, fue muy trágico y la tragedia ha seguido estos 30 años. Tratamos de reponernos y salir adelante, pero ha sido muy duro.

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Justamente la sentencia hace mucho énfasis en los impactos que tuvo la desaparición en su familia, ¿cómo vivieron sus hijos esto?

El mayor tenía 13 años, el otro 11 y la niña 9. Sus vidas cambiaron totalmente. Ya no se podía estar jugando, ya no se podía estar estudiando o se iba a la escuela con mucha inseguridad. Siempre en mi casa se habló de justicia social, de política, mis hijos sabían que sus papás tenían ese pensamiento. Cuando desaparecieron a Pedro es que quedó para nosotros ese vacío: mi nivel académico no era tan alto, yo estaba muy joven, él era el que llevaba las riendas en la casa. Mi hija llegó un momento en el que me dijo: “no voy más a esa escuela, de allá se llevaron a mi papi y no quiero volver”.

Afortunadamente, tuvimos el acompañamiento de la Asociación de Familiares de Detenidos Desaparecidos (Asfaddes) y otras organizaciones que nos acompañaron. Pero mis hijos me acompañaban a hacer las denuncias, a las marchas. Es decir, pasamos de ser una familia feliz, con algunas dificultades económicas, a estar en una situación de inseguridad total. Yo no sé cómo no me enloquecí.

¿A qué se refiere?

Las desapariciones forzadas tienen esas características: ocultan a la persona, te generan terror, desconfías de todo mundo. Por eso aplican la desaparición forzada: porque su intención es destruir, no solo a la persona, sino a su entorno social. Lo que yo digo siempre es que, si Pedro hubiera cometido una infracción, algún delito, aplíquennos la ley colombiana, que para eso existe. Pero no le hagan esto a un ser humano. Se lo llevaron de por vida, lo destruyeron de por vida a él y a su familia.

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Yo vivo en un barrio en el que las casas quedan muy pegadas una de la otra. En esa época, Pedro era muy conocido porque era muy bueno con los niños. Entonces cuando mis vecinos me vieron llorando me preguntaban qué me pasaba y yo decía: “Es que desaparecieron a Pedro”. Y ahí tocaba entrar a explicar, porque la gente no entendía qué es eso de la desaparición. Nosotros teníamos la noción porque habíamos trabajado con familiares, con Asfaddes, pero nunca pensamos que nos iba a pasar a nosotros.

¿Cree que han cambiado en algo las condiciones para los líderes como Pedro?

El día que estaba en la Plaza de Bolívar en la posesión de Gustavo Petro, lloraba pensando: estos son los ideales que Pedro defendía. Es decir, Pedro no estaba cometiendo ningún delito, él soñaba con un país democrático, donde todos tengamos oportunidades, donde se acabe tanta desigualdad. Y yo sí opino que debemos luchar por ese cambio para derrotar la política de la guerra, de la muerte.

La Corte IDH también le ordenó al Estado colombiano continuar con la búsqueda de Pedro, ¿en qué va ese proceso?

Ahí está la importancia de la sentencia porque obliga al Estado a que busque a Pedro. Aquí en Colombia no hay un sistema de búsqueda, entre ellos no se coordinan; y a eso sumémosle que los gobiernos anteriores han sido negacionistas del conflicto. En estos 30 años, el Estado nunca aceptó el calificativo de la desaparición forzada en el caso de Pedro. Hasta el último momento, en audiencias de la Corte IDH, tuvieron el descaro de negar que el Estado hubiera cometido la desaparición de Pedro. Si no se reconoce siquiera el hecho, pues menos van a buscarlo.

Para conocer más sobre justicia, seguridad y derechos humanos, visite la sección Judicial de El Espectador.

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