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Reclutar a niños, niñas y jóvenes les permitía impartir una estricta formación, no solo en la milicia, sino en su ideología y política. / Archivo El Espectador.
Foto: Archivo
“A mí me contactó un señor con el alias el Monkey, el día que me habló esta persona yo me encontraba en el parque sentado porque no quería ir para el colegio. Ahí fue que esta persona se me acercó y me dijo que si quería ir a raspar coca para Nariño, además me dijo que me pagaban por eso, por lo que dije que sí (…) esto es normal en mi pueblo natal del Cauca, por lo que me fui con esta persona y me llevó para el municipio del Charco, Nariño, a la vereda San Pedro, zona rural” narró Luis*, un niño afrodescendiente de 14 años, oriundo del municipio de Guapi (Cauca).
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