¿Qué está pasando en Boca de Grita, Táchira?

En menos de un mes, en este punto de la frontera se reportó una masacre y un desplazamiento masivo hacia territorio colombiano. La crisis del Estado venezolano y la confluencia de distintos actores armados en la zona serían la explicación para esta ola de violencia.

José David Escobar Moreno- @JoseDEM18 / David Leonardo Carranza
06 de julio de 2019 - 02:00 a. m.
Imagen de referencia de la zona fronteriza entre Colombia y Venezuela. / El Espectador
Imagen de referencia de la zona fronteriza entre Colombia y Venezuela. / El Espectador

Franklyn Duarte, diputado opositor de la Asamblea Nacional Venezolana, señaló a El Espectador que, hasta el momento, la Fuerza Pública de ese país no se ha pronunciado al respecto. “Los responsables, que son el jefe de la Policía de Venezuela, general Elio Estrada, y el ministro de Defensa, general Padrino López, han callado sobre lo que pasa en esta zona del país. En Boca de Grita, con la Comisión de la Asamblea Nacional de Frontera hicimos un trabajo de campo, pero los fallecidos no aparecen. A las morgues no tenemos acceso. Eso lo centralizaron y pertenece a un organismo del Estado venezolano. Suponemos que esos cuerpos deben estar en algunas de las morgues del Táchira”.

::Los Rastrojos se están fortaleciendo en territorio venezolano, alerta la FIP::

Wilfredo Cañizares, director de la fundación Progresar, organización que investiga violaciones a los derechos humanos en Norte de Santander, aseguró que hay muchas especulaciones sobre la masacre. “Nadie ha visto los muertos, lo único que existe sobre este caso son dos heridos que fueron capturados por la Policía colombiana mientras cruzaban la frontera”. Una de esas personas detenidas sería clave para entender la tras escena del mundo criminal en la frontera colombo-venezolana y el tenso ambiente que se vive en Boca de Grita.

Se trata de John Jairo Durán Contreras, alias el Menor, señalado por las autoridades de ser uno de los líderes de Los Rastrojos en la frontera. Es la temida banda criminal nacida de la guerra interna que se gestó en el cartel del norte del Valle y que está presente en varias regiones del territorio colombiano. Cañizares y habitantes de Boca de Grita consultados coinciden en que la presunta masacre ocurrió por la sangrienta disputa por el poder de la organización criminal. El Menor y sus hombres se estarían enfrentando a una facción leal a Wilfredo de Jesús Torres, alias Necoclí, exlíder de Los Rastrojos, quien fue capturado en marzo pasado por la Fuerza Pública venezolana.

Sobre la supuesta masacre de Boca de Grita, el portal de investigación del crimen organizado Insight Crime fue más allá y señaló que el tiroteo “lo inició el mismo Necoclí, quien había llegado a un acuerdo con las autoridades para asegurar su liberación prematura de la cárcel. Según se dice, después regresó al Táchira a recuperar sus territorios del Menor, en colaboración con fuerzas de seguridad venezolanas. Esta versión implicaría una estrategia de divide y vencerás en el Ejército venezolano, que le permitiría recobrar la influencia en la región y sus economías criminales mediante un nuevo pacto con la facción de Los Rastrojos liderada por Necoclí”.

¿Por qué es importante Boca de Grita para el crimen organizado?

El corregimiento venezolano es una pequeña población que ha crecido con el auge del contrabando de gasolina y diversos mercados criminales. Por la poca presencia del Estado del vecino país, los grupos criminales mantienen un control del área, aunque hasta hace poco solía ser una zona tranquila. Según Insight Crime, Los Rastrojos tienen una base de operaciones en Boca de Grita por lo menos desde 2018 para coordinar sus operaciones de contrabando de gasolina en colaboración con gente de la Guardia Nacional Bolivariana (GNB). Además, Boca de Grita colinda con la subregión del Catatumbo, en donde se estima que hay alrededor de 28.000 hectáreas de coca y están presentes el Eln y el Clan del Golfo.

Según las autoridades, Los Rastrojos mantienen en este punto fronterizo una alianza con Los Pelusos en relación con narcotráfico, contrabando, comercialización de armas y cobro de extorsiones. Un líder social del lado colombiano de la frontera, quien pidió que su nombre no fuera revelado por motivos de seguridad, dijo que desde hace un año, cuando se fraguó este pacto entre los grupos criminales, el negocio del narcotráfico aumentó ostensiblemente, generando un incremento de los cultivos de coca en zona rural de Cúcuta y en Puerto Santander, y la instalación de laboratorios de procesamiento de cocaína.

Una de estas instalaciones, según la misma fuente, sería manejada por un grupo de narcotraficantes mexicanos. Informes de inteligencia militar colombianos han señalado que la droga que cruza la frontera venezolana sería enviada a México por medio de vuelos que despegan de pistas clandestinas en el estado vecino de Zulia, al norte de Táchira. En el informe “Crimen organizado y saboteadores armados en tiempos de transición”, de la Fundación Ideas para la Paz, de julio de 2017, se menciona la relación de Los Rastrojos con el cartel de Sinaloa, el cual tiene múltiples alianzas con grupos armados en Colombia y hoy es liderado por Ismael el Mayo Zambada.

La situación en la región

Uno de los comerciantes que habló con El Espectador desde el anonimato expresó el miedo que siente porque los miembros de Los Rastrojos son compradores habituales en su negocio y teme que miembros del Eln lo presionen para que les dé información sobre el grupo criminal. Además, a raíz de la supuesta masacre, los comerciantes sienten que sus ventas han disminuido y que, a la vuelta de la esquina, cualquier hecho puede desencadenar otra acción violenta en la purga interna de Los Rastrojos.

Según Wilfredo Cañizares, toda la frontera colombo-venezolana ha sido considerada por el gobierno de Maduro como rebelde y, por ende, nunca la ha tenido en cuenta. “El chavismo considera que Táchira siempre ha jugado a la oposición; igual el estado de Zulia. Entonces los últimos gobiernos en Venezuela dejaron a esos estados al garete como una forma de castigarlos por no apoyar el gobierno bolivariano”, puntualizó el investigador de la fundación Progresar.

Se estima que en los 421 kilómetros que comparte Norte de Santander con Venezuela hay unos 283 pasos ilegales. Estos estarían controlados por 12 grupos criminales que nutren sus arcas con el dinero que exigen en las trochas, el contrabando y el narcotráfico. Según Ronal Rodríguez, investigador del Observatorio de Venezuela de la Universidad del Rosario, no hay información clara sobre el monto de dinero que se mueve por las actividades ilícitas en la frontera, en parte, porque desde el rompimiento de las relaciones entre Colombia y Venezuela no hay intercambio de datos entre los dos países.

“Nosotros lo que hemos dicho es que aquí es una frontera abandonada a la criminalidad. Somos una región que tenemos una economía parasitaria a la economía venezolana. Es una economía subterránea que se sostiene producto de los miles de millones que entran del narcotráfico, del contrabando, de las redes de lavados de activos”, asegura Cañizares. Norte de Santander es un departamento de 1,3 millones de habitantes que, por ser limítrofe con Venezuela, forjó una relación socioeconómica profunda con el país vecino.

Pese a la riqueza natural de la región (petróleo, carbón, minerales), Norte de Santander tiene índices socioeconómicos preocupantes: es el segundo con mayor tasa de desempleo (13,4 %), solo después de Quindío, y más de la mitad de las personas que viven en las zonas rurales tienen las necesidades básicas insatisfechas. Según el mismo Cañizares, los problemas sociales y de violencia son el cúmulo de décadas de ausencia estatal. “La crisis venezolana y el cierre de frontera lo que han hecho es hacer visibles los problemas. No son nuevos, pero a nadie le interesaban. ¿A quién le importa eso en Bogotá? A nadie”, concluye Cañizares.

Por José David Escobar Moreno- @JoseDEM18 / David Leonardo Carranza

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