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"Las comunidades sintieron afectaciones en sus pieles, en su salud, tenemos registro. Hubo afectación a los ríos, a las quebradas, a los peces, hubo animales muertos, hubo personas que sí sufrieron afectación, porque sí las hay. El gobierno nacional y los entes que desarrollan lo saben. (...) Cuando nos fumigaron había cosechas de maíz y ni siquiera verificaron". Así, sencillo y directo, le habló al presidente Iván Duque el representante del Consejo Comunitario Mayo de Nóvita, Chocó, Víctor Darío Luna Rodríguez.
Lo hizo ante la Corte Constitucional en medio de una audiencia pública sobre el uso del glifosato que se citó para dar seguimiento a un fallo de tutela del 2017 en el cual se ordenó frenar las aspersiones con ese químico, a menos que se regulara teniendo en cuenta, especialmente, el impacto sobre la salud de quienes se exponen a él. Se trata de una tutela que tuvo origen en las comunidades de Nóvita. La ocasión fue el escenario perfecto para exponer un reclamo que no parece tener solución en el Chocó: el olvido.
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Así, aprovechando la presencia del presidente Duque en el recinto, Luna le pidió inversión social y agilidad en la sustitución de cultivos ilícitos, una de las promesas del acuerdo de paz que se firmó con las Farc. Según dijo, la comunidad estaba entusiasmada, pero la alegría fue efímera: "eso no ha prosperado, el Chocó no está priorizado, pareciera que no formáramos parte de este país".
"Invito al señor presidente que también vaya a Nóvita, allá lo recibimos, que envíen comisiones que verifiquen las condiciones de vida que tenemos", agregó. ¿Cuáles son esas condiciones? Según Luna, la plata de la salud en el Chocó se la estarían robando. "Nosotros en Nóvita no tenemos una salud subsidiada y completa. Hoy, si vamos a un centro hospitalario (que) no cuenta con las herramientas suficientes para atender una emergencia y si nos (formulan) una pasta que valga $2.000, no nos la dan. Somos una región olvidada".
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Olvidada también porque no hay suficientes vías de acceso. Luna, insistió, en la necesidad de una carretera para unir el Valle con el Chocó, "para des-embotellar gran parte del San Juan, qué le sirve a todo el departamento"- Son 38 kilómetros que no se han podido construir. Y, en ese contexto, dice, no es justo tratar de criminales a quienes se dedican a la minería informal, que es una herencia ancestral. Ni a quiénes por falta de oportunidades decidieron sembrar hoja de coca.
"Eso no es nuestra identidad, no es nuestra cultura, pero el desconocimiento y el abandono estatal llevó a esas comunidades a hacerlo. Nosotros tenemos hijos y queremos que vayan a la universidad, que vayan a un buen colegio, que nuestra familia tenga una buena salud. Como las comunidades no tienen eso, eso lleva a que lleguen hasta esa instancia. La identidad de nosotros cultural, tradicional y ancestral es la minería, la cual hoy tampoco la podemos desarrollar porque se nos ha dado un estigma de criminales. Quien cultiva una mata de coca hoy en Nóvita no es un criminal, no es guerrillero, no es paramilitar, su necesidad lo obliga a hacerlo", precisó.