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Una clase con la muerte

La masacre de 17 comerciantes en 1987 sirvió para instruir a los nuevos ‘reclutas’ paramilitares.

Redacción Judicial
11 de septiembre de 2009 - 04:41 p. m.

Pese a que sus declaraciones han sido objeto de duros cuestionamientos y puestas en tela de juicio en casos como el asesinato de Luis Carlos Galán o en las masacres que sacudieron la región del Magdalena Medio en los años ochenta, el ex paramilitar Alonso de Jesús Baquero, alias Vladimir, continúa haciendo descarnados relatos a la justicia de lo fue el accionar criminal de los grupos de autodefensa, en alianza con el narcotráfico y sectores políticos y de las Fuerzas Armadas de la época.

En una ampliación de declaración ante la Fiscalía el pasado 19 de marzo, conocida por El Espectador, Vladimir aseguró que la masacre de 17 comerciantes, en octubre de 1987, cuando viajaban entre Cúcuta y Medellín, sirvió para instruir a un grupo de alumnos de una escuela paramilitar conocida como Cero Uno, donde se formaba en el Magdalena Medio a los futuros escuadrones de la muerte en técnicas de tortura, asesinato y descuartizamiento.

“Los 17 comerciantes sirvieron como material didáctico para todos los alumnos. En ese momento podría haber unos 180 ó 200 alumnos”, afirmó el ex paramilitar. Agregó que la masacre fue cometida por informaciones de inteligencia suministradas por las Brigadas V y XIV del Ejército que, según él, habían señalado que los comerciantes suministraban material de guerra e intendencia para la guerrilla. Baquero sostuvo que las víctimas fueron seguidas por efectivos del grupo de inteligencia de la V Brigada hasta un sitio conocido como Lizama, Santander, donde dos militares informaron sobre la placa y el color de los vehículos en que  se transportaban los comerciantes, quienes no podían avanzar a gran velocidad debido a que en la  época no había vías sino complicadas trochas que dificultaban el movimiento de los automotores.

Una vez interceptados, se les llevó a la escuela Cero Uno y de allí hasta un lugar conocido como Palo de Mango, donde se les propinaron tiros de gracia. Luego fueron descuartizados y lanzados al río Magdalena, por lo que sus cuerpos nunca pudieron ser encontrados. Pero Vladimir fue más allá e insistió en que detrás de la muerte de los 17 comerciantes estuvo el general Farouk Yanine Díaz, quien supuestamente insistió en que fuera cometida la masacre, en una reunión celebrada en una vereda conocida como Vuelta Acuña, de la que también hizo parte el desaparecido jefe paramilitar Henry Pérez.

“El general (Yanine) nos decía que la única manera de cortarle abastecimiento a la guerrilla de armas y municiones era matando a todos los comerciantes”, señaló Vladimir. Pese a que hasta su última indagatoria, pocos meses antes de morir, el general Yanine Díaz negó tener vínculos con la masacre de los comerciantes o con la conformación de grupos de autodefensa en el Magdalena Medio, Vladimir reiteró que su padrino en esos grupos ilegales fue el propio oficial del Ejército. El ex paramilitar recordó que luego de haber desertado inicialmente de las Farc, fue objeto de una feroz persecución por parte del grupo guerrillero, que incluso le hizo dos atentados de los que se salvó.

Tras haberse entregado en la alcaldía del municipio de Puerto Boyacá, sostuvo que llegó a las autodefensas a mediados de 1986, después de que supuestamente el general Yanine le hubiera dicho que si no lo hacía tendría que entregarlo a la justicia tras colaborarle al Ejército con información en operaciones exitosas y dictar unos cursos a cadetes de la Escuela Militar en Bogotá. Vladimir fue uno de los alumnos del mercenario israelí Yair Klein, quien con financiación de narcotraficantes como José Gonzalo Rodríguez Gacha, alias El Mexicano, terminó entrenando a Henry Pérez, jefe de Vladimir, y al posterior comandante paramilitar Carlos Castaño Gil.

“El general Farouk Yanine era prácticamente el papá de la autodefensa del Magdalena Medio”, dijo Baquero. Por otro lado, aseguró que en la posterior masacre de una comisión judicial en 1989, en el sitio La Rochela, que tenía la misión de investigar la desaparición y muerte de los 17 comerciantes, estuvo detrás el dirigente político Tiberio Villarreal, quien según él, les pidió a las autodefensas interceptar a los funcionarios con el objetivo de despojarlos de unos expedientes que involucraban al político e incluso a los mismos paramilitares. Como si fuera poco, sostuvo que finalmente fue una llamada de Rodríguez Gacha, la que terminó llevando a la muerte a los integrantes de la comisión judicial. “Tiberio Villarreal seguía insistiendo, entonces no sé cómo se comunicó con Rodríguez  Gacha y éste llamó a Henry (Pérez) (...) y le exigió que la cosa ya no era quitarles los expedientes, sino matarlos”, sostuvo Baquero.

Vladimir no ha estado exento de polémicas por sus declaraciones en casos como el de Luis Carlos Galán, donde afirmó conocer hasta los más íntimos detalles, pese a que fue capturado 48 horas antes de que fuera cometido el crimen. O que para la ejecución del magnicidio hubo estrecha alianza con el DAS, no obstante que la supuesta protección del asesino del líder liberal (Jaime Eduardo Rueda Rocha) por parte de ese organismo fue posterior al crimen, cuando había una guerra declarada entre las autodefensas y el narcotraficante Pablo Escobar. Pero continúa, sin vacilar, señalando a quienes según él estuvieron detrás del crecimiento y desarrollo de la actividad paramilitar en aquellos años.

Por Redacción Judicial

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