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Últimamente, algunas flores se han robado la atención por sus formas tupidas, colores vibrantes y una resistencia que las hace brillar en cualquier jardín. Entre ellas destaca el crisantemo, una planta capaz de enfrentar sin dificultad los cambios de temperatura y renacer cada año con la misma intensidad, recordándonos que la belleza más duradera es también la más persistente.
Los crisantemos, conocidos como mums, son plantas perennes, fáciles de cultivar y muy adaptables. Según la Universidad de Florida, en su programa de extensión, se caracterizan porque tienen en una amplia gama de colores y formas florales que van desde las tipo margarita hasta las globulares o en forma de “cucharita”.
Su porte es redondeado y compacto, que puede ir desde apenas 15 centímetros hasta unos 60 centímetros en floración, las convierte en una opción versátil para jardines, macetas, entradas y terrazas.
Además de su atractivo visual, las crisantemos pertenecen a un género muy amplio dentro de la familia Asteraceae, con miles de cultivares disponibles. Existen variedades resistentes de jardín y otras destinadas a exhibición que requieren cuidados más específicos.
Cuidados
Luz
- El crisantemo requiere al menos seis horas de luz solar directa para mantener un crecimiento compacto y lograr una floración abundante. En condiciones de semisombra puede sobrevivir, pero mostrará menos vigor.
- Cuando la iluminación es insuficiente, los tallos tienden a alargarse y a debilitarse, y la producción de flores disminuye notablemente. En exteriores, conviene ubicarlo en bordes soleados; en interiores, cerca de ventanas orientadas al sur o al este.
Clima y temperatura
- El rango ideal de temperatura para el crisantemo oscila entre 20 y 35 °C, lo que favorece tanto el crecimiento y la formación de capullos florales. Aun así, la planta puede tolerar temperaturas más extremas, desde 0 °C hasta 41 °C, aunque con riesgos crecientes de estrés.
- El frío intenso puede causar marchitez y daños en las hojas, por lo que conviene usar mantas térmicas o trasladar la planta a interior cuando se anuncian heladas. En contraste, las temperaturas muy altas pueden provocar quemaduras foliares y deshidratación, siendo necesario aportar sombra parcial y aumentar la frecuencia de riego.
Riego
- El riego debe ser regular y moderado, manteniendo el sustrato uniformemente húmedo sin caer en el exceso. En maceta, el crisantemo puede requerir agua incluso a diario en climas cálidos debido a la rápida pérdida de humedad.
- En jardín, una frecuencia de dos veces por semana suele ser suficiente si el suelo conserva bien la humedad.
- El exceso de riego puede generar pudriciones radiculares, mientras que la falta de agua causa marchitez y caída prematura de flores.
Suelo
- El suelo ideal debe ser rico en materia orgánica, húmedo, pero bien drenado, con textura suelta que permita la correcta aireación de las raíces. Un pH ligeramente ácido a neutro (entre 6 y 7.5) favorece una óptima disponibilidad de nutrientes.
- Los suelos muy compactos o secos dificultan el enraizamiento y reducen la capacidad de la planta para sostener sus floraciones abundantes. Una mezcla equilibrada para macetas como composta, perlita y fibra de coco, garantiza un crecimiento más estable en cultivo en contenedor.
Abono
- El crisantemo responde bien a fertilizantes equilibrados, con especial aporte de fósforo para estimular la floración.
- Es fundamental que el sustrato esté húmedo antes de aplicar el fertilizante para evitar quemaduras radiculares. Una nutrición adecuada mejora la duración de las flores, la intensidad del color y la resistencia general de la planta frente a enfermedades y estrés ambiental.
Poda
- La poda es esencial para mantener una forma compacta y promover una floración profusa. Durante la floración, conviene pinzar los brotes nuevos hasta mediados de la estación para estimular ramificación y evitar un crecimiento excesivamente alto.
- A lo largo del año, es recomendable eliminar flores marchitas y tallos dañados. Mantener las herramientas limpias es importante para prevenir infecciones y garantizar un desarrollo saludable.
Plagas y enfermedades
- Los crisantemos pueden verse afectados por plagas como trips y escarabajos de hoja, que generan deformaciones, manchas y perforaciones en hojas y pétalos. El control manual y el uso de insecticidas naturales como el aceite de neem suelen ser suficientes en casos leves.
- Entre las enfermedades más comunes se encuentran marchitamientos posfloración y hongos favorecidos por humedad excesiva. Un manejo adecuado del riego, buena circulación de aire y la eliminación de material vegetal enfermo reducen su aparición. La atención temprana evita pérdidas de floración y mantiene la planta en condiciones óptimas.
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