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El turismo rural sigue ganando protagonismo en el panorama mundial, y así lo confirmó la quinta edición de los premios Best Tourism Villages, celebrada en Huzhou, China. Esta iniciativa de ONU Turismo distingue a las comunidades rurales que logran conservar su identidad cultural, impulsar el desarrollo local y proteger su entorno natural. Para muchos países, este reconocimiento representa un valioso impulso para sus territorios, pues demuestra que es posible avanzar hacia el progreso sin dejar atrás las tradiciones que dan sentido a la vida rural.
En total, 52 pueblos de todo el mundo fueron reconocidos por su apuesta por la sostenibilidad, la cultura y la comunidad. Entre ellos sobresalió Colombia, que recibió un nuevo motivo de orgullo con la inclusión de Murillo, en el Tolima, un destino enclavado entre montañas, famoso por su cercanía al nevado del Ruiz y por mantener vivas sus tradiciones campesinas. Este reconocimiento reafirma el valor del campo colombiano como motor del turismo responsable.
Además, 20 aldeas ingresaron al Programa de Mejora, una estrategia de acompañamiento técnico que busca fortalecer la gestión turística y preparar a las comunidades para alcanzar el reconocimiento como “Mejor Pueblo Turístico”. Esta iniciativa les brinda herramientas para desarrollar su potencial y avanzar hacia modelos más sostenibles, integrando la innovación con la preservación del patrimonio local.
Con estas nuevas incorporaciones, la red global alcanza 319 pueblos que hoy conforman la mayor comunidad de turismo rural del planeta. Cada uno representa una forma distinta de entender el territorio, pero todos comparten un mismo propósito: ofrecer experiencias auténticas en escenarios donde la naturaleza y la tradición se entrelazan.
Pero, ¿quiere saber cuáles fueron los otros pueblos reconocidos en América Latina aparte de Murillo? Aquí le contamos.
Aldea San Cristóbal El Alto, Guatemala
San Cristóbal El Alto, una encantadora aldea ubicada a pocos kilómetros de La Antigua Guatemala, conserva la esencia de los pueblos coloniales en medio de un entorno natural privilegiado. Su historia se remonta a finales del siglo XV, y entre sus tesoros se encuentra el muro en ruinas de una antigua iglesia colonial, testimonio de su profundo pasado.
En la actualidad, el pueblo se ha transformado en un destino turístico comunitario que combina tradición, cultura y sostenibilidad. Los visitantes pueden recorrer calles empedradas, disfrutar de vistas espectaculares y participar en actividades que van desde caminatas ecológicas hasta ferias artesanales con dulces típicos, miel y productos locales. De hecho, algo importante es que cada 30 de julio, la comunidad celebra su fiesta patronal en honor a San Cristóbal, protector de los automovilistas, en un ambiente lleno de música, fe y color.
El impulso de sus habitantes ha convertido a San Cristóbal El Alto en un ejemplo de desarrollo local a través del turismo sostenible. La Cooperativa Senderos del Alto lidera proyectos que fortalecen el ecoturismo, promueven la economía circular y fomentan la participación de mujeres y jóvenes. Con hoteles ecológicos, restaurantes de comida tradicional y actividades culturales, el pueblo ofrece una experiencia auténtica donde el visitante puede convivir con la comunidad y conocer sus esfuerzos por preservar el entorno.
Antônio Prado, Brasil
Enclavado en la Serra Gaúcha, dentro del bioma de la Mata Atlántica se encuentra Antônio Prado, un pueblo brasileño fundado en 1886 como la última colonia oficial de inmigración italiana en Rio Grande do Sul. Este destino conserva uno de los legados más auténticos de la presencia italiana en Brasil, además de que su centro histórico cuenta con 48 edificaciones protegidas por el IPHAN, que mantienen viva la memoria de sus primeros pobladores.
La economía local combina tradición y modernidad. Entre los agronegocios, la viticultura, los servicios y el turismo, la comunidad ha logrado construir un modelo participativo ejemplar. A través de los Consejos Municipales de Cultura y Turismo, los habitantes trabajan por preservar los oficios tradicionales y las artesanías que reflejan su herencia cultural.
Uno de sus mayores orgullos es el Filó Italiano, un encuentro gastronómico y cultural donde se comparten canciones, recetas y costumbres heredadas de generación en generación. También destacan sus Rutas de Cicloturismo y Senderismo, que invitan a recorrer los paisajes de la Mata Atlántica, y el Circuito Patrimonial, un recorrido autoguiado que, mediante códigos QR, revela los secretos de su historia y arquitectura.
Carlos Pellegrini, Argentina
En el corazón de Corrientes, Colonia Carlos Pellegrini se alza como la puerta de entrada a los Esteros del Iberá, uno de los humedales más importantes de Sudamérica y un verdadero santuario de vida. Este pequeño pueblo argentino se ha convertido en un referente del turismo de naturaleza y conservación, rodeado por los parques Nacional y Provincial Iberá, que resguardan una biodiversidad extraordinaria.
Su cielo estrellado, reconocido como Reserva Starlight, y su título de Capital de la Biodiversidad reflejan el valor natural y cultural que encierra este destino, donde el Chamamé, declarado por la UNESCO como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, se mezcla con la hospitalidad de su gente, la cocina guaraní y la artesanía inspirada en la fauna local.
Más que un destino, Colonia Carlos Pellegrini es un ejemplo de transformación. La reintroducción de especies emblemáticas como el jaguar y el oso hormiguero ha generado nuevas oportunidades para los habitantes, muchos de los cuales pasaron de ser cazadores a guías y guardianes del ecosistema.
De hecho, las mujeres del pueblo, por su parte, lideran recorridos culturales que rescatan la memoria colectiva y fortalecen su independencia económica. En paralelo, redes de chefs y artesanos mantienen vivas las tradiciones culinarias y manuales, integrando sostenibilidad y orgullo local.
Maimará, Argentina
En el corazón de la Quebrada de Humahuaca, declarada Patrimonio Mundial por la UNESCO desde 2003, se encuentra Maimará, un destino donde los colores de la tierra se mezclan con las tradiciones andinas. Custodiada por la imponente Sierra de Alfarcito, conocida como la Paleta del Pintor, esta comunidad jujeña combina su riqueza natural con una profunda herencia cultural.
Entre valles fértiles irrigados por el río Grande y viñedos de altura que producen vinos únicos, la vida transcurre al ritmo de rituales ancestrales como la Pachamama o el Día de Todos los Santos, celebraciones que unen música, comida y espiritualidad. El visitante puede recorrer sitios arqueológicos prehispánicos, participar en cosechas, degustar vinos locales o subirse al Tren Solar de la Quebrada, impulsado por energía renovable. Las posadas familiares, construidas con adobe y caña, ofrecen una experiencia íntima que conecta con la esencia rural de este valle multicolor.
Algo interesante es que el turismo en Maimará florece desde su propia tierra y su gente. Agricultores abren las puertas de sus hogares para compartir labores diarias, recetas tradicionales y saberes transmitidos de generación en generación, mientras otros promueven recorridos en bicicleta, talleres gastronómicos y actividades artesanales.
Pacto, Ecuador
Pacto es un territorio donde la herencia dulce y la naturaleza salvaje conviven en equilibrio. Reconocido como la “Capital de la Panela”, este rincón del Chocó Andino ecuatoriano combina riqueza cultural, biodiversidad y tradición agrícola en un entorno de montañas, ríos y selvas nubladas. Sus comunidades han hecho del turismo sostenible una forma de vida, ofreciendo experiencias que van desde caminatas por cascadas como El Gallito de la Peña hasta visitas a fincas donde se producen panela orgánica, café, cacao y frutas tropicales.
El espíritu colectivo de Pacto ha transformado el turismo en una herramienta de desarrollo local. Iniciativas como Mashpi Lodge y Piripe Wellness Lodge muestran cómo la conservación, el bienestar y la prosperidad pueden ir de la mano. Mientras el primero integra a los pobladores en un modelo de ecoturismo de clase mundial, el segundo rescata saberes tradicionales y promueve una vida saludable vinculada al territorio.
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