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¿Alguna vez se has preguntado por qué seguimos usando césped en nuestros jardines? Aunque es una opción muy común y estéticamente agradable, el césped tradicional no siempre es la mejor alternativa desde el punto de vista ecológico. Requiere mucha agua, cuidados constantes y el uso de productos químicos que pueden afectar tanto al medio ambiente como a la biodiversidad.
Por eso, cada vez más personas están optando por alternativas más sostenibles, como el trébol blanco. Además de ser resistente y de bajo mantenimiento, esta planta aporta beneficios reales al suelo y a los polinizadores. Aquí le contamos por qué vale la pena considerar un cambio.
Y es que el césped tradicional tiene una desventaja enorme: es un monocultivo estéril que no aporta alimento a polinizadores como abejas y mariposas, esenciales para la producción de alimentos. Frente a esto, el trébol blanco surge como una alternativa ecológica, eficiente y económica.
El trébol, por su parte, especialmente el trébol blanco (Trifolium repens), tiene la capacidad única de fijar nitrógeno gracias a bacterias rizobias en sus raíces, lo que significa que produce su propio fertilizante y enriquece el suelo. Esto elimina la necesidad de químicos y reduce el impacto ambiental. Además, consume hasta un 70 % menos de agua que el césped convencional y requiere cortes mucho menos frecuentes.
Desde el punto de vista de la biodiversidad, la diferencia es abismal. Investigaciones de la Universidad King’s College mostraron que un césped con trébol y plantas nativas puede albergar 3,6 veces más biodiversidad que un césped tradicional. De hecho, en entornos urbanos, el trébol blanco puede aportar hasta un 66 % del néctar disponible para polinizadores, algo vital para sostener ecosistemas y la producción de alimentos.
Las ventajas prácticas también son notables:
- Requiere menos riego una vez establecido.
- Permanece verde durante sequías moderadas.
- Necesita pocos cortes al año.
- Es más fresco al tacto en verano, ideal para caminar descalzo.
- Resiste mejor el tránsito moderado.
Existen diferentes tipos de trébol recomendados para céspedes:
- Trébol blanco: bajo, resistente y de rápida expansión; ideal para suelos pobres.
- Trébol rojo: más alto y con flores púrpura, atractivo para insectos y ornamental.
- Microtrébol: más pequeño y discreto, perfecto para combinar con otras gramíneas.
A nivel histórico, el trébol fue muy popular en céspedes hasta mediados del siglo XX, cuando fue catalogado como maleza debido a la llegada de herbicidas selectivos. Hoy, está recuperando protagonismo como césped ecológico y cultivo de cobertura vivo.
Guía para reemplazar el pasto por un césped más ecológico y diverso
El problema principal no es el pasto en sí, sino el monocultivo. Tener solo una especie —ya sea césped, trébol, musgo o mantillo— aporta pocos beneficios al ecosistema. Lo ideal es imitar a la naturaleza, combinando diferentes plantas y permitiendo que maduren, florezcan y produzcan semillas.
Paso 1: Iniciar con una mezcla
- En lugar de eliminar todo el pasto de inmediato, se puede comenzar introduciendo otras especies poco a poco.
- Remueva la tierra en algunas zonas del césped: Siembre semillas de trébol en esos espacios, permitiendo que convivan con el pasto durante un tiempo.
- Deje que ambas plantas crezcan y se adapten, fomentando un ecosistema más variado.
Paso 2: Preparar el terreno para el reemplazo completo
Si desea sustituir totalmente el pasto:
- Planifique el trabajo en febrero para tener el terreno listo a principios de abril o mayo que el clima es más suave.
- Coloque cartón plano sobre el césped existente.
- Cubra con mantillo de astillas de madera para fijar el cartón y mejorar la retención de humedad.
- Si lo desea, agregue antes del cartón compost.
- Esto acelerará la descomposición del pasto y aportará nutrientes.
Paso 3: Siembra y mantenimiento
- Cuando llegue la primavera, retire el cartón o deje que se haya descompuesto.
- Siembre una mezcla de plantas adaptadas a su clima: trébol, gramíneas nativas, flores silvestres, aromáticas, etc.
- Riegue de forma moderada y evite químicos; el suelo ya tendrá un buen nivel de nutrientes.
Con este método, en menos de un año puede transformar un césped tradicional en un espacio más resiliente, biodiverso y amigable con el medio ambiente.
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