
Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
Durante más de dos décadas, una iguana permaneció encerrada en una vivienda del Valle de Aburrá, donde la tenían como “mascota”. Su historia cambió cuando fue entregada voluntariamente al Centro de Atención y Valoración de Fauna Silvestre (CAVR), pero el daño del cautiverio ya era evidente.
El ejemplar llegó con un estado de salud muy deteriorado: tenía dificultades para moverse, estaba débil, le faltaban algunos dedos en sus patas, presentaba desnutrición y la piel reseca con descamación. Además, mostraba un comportamiento alterado: había perdido sus instintos de defensa y reacción, lo que evidenciaba la pérdida de sus conductas naturales.
Junto a la iguana, también fueron entregadas tres tortugas morrocoy que habían permanecido más de 15 años bajo las mismas condiciones inadecuadas. Dos de ellas presentaban deformaciones en sus caparazones, un trastorno conocido como piramidismo, producto de la mala alimentación y el encierro.
Casos como estos demuestran las consecuencias de mantener fauna silvestre en cautiverio: pérdida de libertad, sufrimiento, deterioro físico y la imposibilidad de cumplir su papel en los ecosistemas.
Actualmente, los animales se encuentran bajo observación del CAVR, con la posibilidad de iniciar un proceso de recuperación y vivir en mejores condiciones gracias a la entrega voluntaria.
El Área Metropolitana del Valle de Aburrá reiteró su llamado a la comunidad a no tener especies silvestres como mascotas y a comunicarse a la línea 304 630 0090 para reportar emergencias o recibir orientación sobre entregas voluntarias.
🐾 ¿Quiere estar al día y conocer las últimas noticias sobre el mundo animal? Lo invitamos a verlas en La Red Zoocial. 🐶🐱
