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Jessica Yang, enfermera anestesista con frecuentes viajes laborales, y Nicole DeNardo, profesional del sector financiero que trabajaba desde casa, convivieron desde 2022 luego de conocerse en un grupo de Facebook para personas en busca de compañeras de cuarto. Durante ese tiempo desarrollaron una estrecha amistad, marcada incluso por tatuajes a juego.
Cuando Yang adquirió una casa en proceso de renovación y atravesaba una etapa complicada, DeNardo se ofreció a cuidar temporalmente de Gary, gato que Yang había comprado en 2018.
Sin embargo, con el paso de los meses surgieron tensiones: Yang aseguró que DeNardo actuó como si fuera la propietaria, cambiando el apellido del gato en el veterinario y registrándose en su microchip.
DeNardo, por su parte, afirmó que el cambio de apellido fue un error de la clínica y que añadió su información únicamente para recibir alertas en caso de que el animal se extraviara.
Al finalizar el contrato de alquiler, ambas discreparon sobre cuál de las dos debía quedarse con Gary. Yang acusó a su excompañera de cuestionar su capacidad para cuidar al animal; DeNardo, en cambio, sostuvo que la disputa se volvió personal y que su único interés era el bienestar del gato.
Ante la falta de acuerdo, Yang presentó una demanda en diciembre de 2024 para recuperar la custodia. El proceso incluyó una audiencia y un juicio sin jurado. Finalmente, los tribunales de Pensilvania fallaron a favor de Yang al considerar que la propiedad legal correspondía a quien había adquirido originalmente al animal.
La batalla legal dejó gastos de $20,000 para Yang y $5,000 para DeNardo. A pesar de ello, este tipo de conflictos se han vuelto cada vez más comunes.
Según la Academia Estadounidense de Abogados Matrimoniales, más del 25% de sus miembros reportó un aumento reciente en disputas por mascotas, lo que ha impulsado la creación de acuerdos preventivos conocidos como “pup-nups”, útiles tanto para parejas como para amistades o compañeras de vivienda.
Especialistas en derecho familiar señalan que, aunque tradicionalmente las mascotas se consideraban propiedad, la legislación ha evolucionado en los últimos años para reconocer su papel afectivo dentro del hogar.
Aun así, casos como el de Gary demuestran que, en ausencia de acuerdos claros, los desacuerdos pueden convertirse en costosos litigios.
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