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Quienes conviven con dos o más gatos probablemente hayan presenciado esta escena: los felinos se lamen entre sí en un aparente gesto de cariño, hasta que, sin previo aviso, la calma se rompe y empieza una pelea. ¿Qué hay detrás de este cambio repentino?”
La respuesta tiene una explicación etológica clara. Según explicó la médica veterinaria colombiana e influenciadora digital, Laura Londoño, conocida en redes sociales como Lauvet (@lau.vet), el acicalamiento mutuo es una forma natural en la que los gatos fortalecen sus lazos sociales. Sin embargo, como en cualquier interacción, puede haber diferencias en los niveles de tolerancia y energía entre ambos.
“Cuando uno de los dos se cansa o se sobreexcita, su forma de decir ‘ya no más’ es con un manotazo”, explicó Lauvet en un video publicado en su cuenta de Instagram. Es decir, la “pelea” no es necesariamente una agresión, sino una manera felina de marcar límites.
La especialista recomienda a los tutores observar con atención estos momentos y aprender a identificar cuándo la interacción se intensifica. Si uno de los gatos empieza a mostrarse incómodo o si la energía sube rápidamente, lo mejor es intervenir con una distracción: puede ser un juego, un sonido o un estímulo que los desconecte del conflicto.
También sugiere analizar cuál de los gatos es el que marca límites con mayor frecuencia, y procurar que el otro —el más insistente— tenga más oportunidades para liberar energía a través del juego o enriquecimiento ambiental. “No significa que se odien”, aclara Lauvet, “solo que uno marcó el límite”.
Comprender este tipo de comportamientos permite evitar malentendidos y actuar preventivamente para mantener la armonía entre gatos que conviven juntos. En resumen: lo que parece una pelea es, muchas veces, solo una conversación felina que dice “ya tuve suficiente”.
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