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El moquillo canino es una de las enfermedades virales más graves en los perros y, aunque puede afectar a animales de todas las edades, existen etapas de la vida en las que el riesgo es mucho mayor. Reconocer sus señales de alerta y comprender cómo se transmite es fundamental para la prevención.
¿Qué es el moquillo?
Esta es una enfermedad causada por un virus llamado moquillo canino (VCD). Afecta principalmente a los sistemas respiratorio, digestivo y nervioso, y puede dejar secuelas permanentes o incluso causar la muerte del animal si no se detecta y trata a tiempo. Una de sus características más peligrosas es la capacidad de debilitar el sistema inmune del perro, lo que facilita la aparición de infecciones secundarias.
Edad de mayor riesgo
De acuerdo con la American Veterinary Medical Association (AVMA), los perros más vulnerables son los cachorros menores de cuatro meses y aquellos que no han sido vacunados contra el virus del moquillo canino. La razón es que los cachorros aún no han desarrollado plenamente sus defensas naturales y dependen en gran medida de la inmunidad que les transmite la madre durante las primeras semanas de vida. Una vez que esta protección disminuye, quedan expuestos al contagio si no han iniciado su esquema de vacunación.
Los perros adultos no vacunados también corren riesgo, aunque los casos más graves y mortales suelen presentarse en los cachorros. Esto hace que el cumplimiento del calendario de vacunación sea una de las medidas preventivas más efectivas contra la enfermedad.
Señales de alerta
El moquillo puede presentarse con síntomas leves en sus primeras etapas, lo que a veces retrasa el diagnóstico. La AVMA advierte que “el virus del moquillo canino ataca inicialmente las células del sistema inmunológico, debilitando la respuesta inmunológica del perro y exponiéndolo a un mayor riesgo de otras infecciones”.
Entre los signos más comunes se encuentran la fiebre, la secreción nasal y ocular espesa, tos, falta de apetito, vómitos y diarrea. A medida que la enfermedad avanza, pueden aparecer complicaciones más graves, como convulsiones, movimientos musculares involuntarios, dificultad para caminar o cambios en el comportamiento, que evidencian un compromiso del sistema nervioso central.
La detección temprana es clave para mejorar las probabilidades de recuperación, ya que no existe un tratamiento específico que elimine el virus. Los cuidados veterinarios se enfocan en aliviar los síntomas, prevenir infecciones secundarias y brindar soporte al sistema inmunológico.
La prevención sigue siendo la mejor defensa. Vacunar a los cachorros en el momento adecuado, reforzar las dosis en adultos y evitar el contacto con perros infectados son medidas esenciales para proteger la salud y la vida de los animales.
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