
Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
Chico, un pequeño chihuahua de tres años, ha pasado de vivir encadenado en condiciones deplorables a disfrutar de un hogar lleno de amor y cuidados. Su historia es un testimonio del trabajo que realiza la organización Personas por el Trato Ético de los Animales (PETA) y del poder de la compasión.
En 2024, un equipo encabezado por Jake Roos, trabajador de campo de PETA, descubrió a Chico en una vivienda donde permanecía encadenado con una cuerda elástica alrededor del cuello y con el cuerpo cubierto de garrapatas. Los rescatistas le colocaron un collar adecuado y le brindaron comida, agua y medicamentos antipulgas, además de intentar convencer a sus dueños para que lo dejaran entrar o lo entregaran. Sin embargo, estos se negaron y poco después se mudaron, dejando al equipo preocupado por el destino del animal.
Cinco meses más tarde, mientras el personal de PETA brindaba asistencia a perros encadenados en un parque de casas rodantes en Carolina del Norte, Roos volvió a encontrarse con Chico. El perro estaba atado a un viejo trampolín con apenas sesenta centímetros de cuerda, sin agua ni alimento, y en un estado de extrema desnutrición. Esta vez, el rescatista logró persuadir al propietario para que entregara al animal.
Según Roos, Chico era “una sombra de sí mismo”, con las costillas y los huesos de la cadera marcados por la falta de alimento. Tras su rescate, solo podía acurrucarse y dormir. “Los perros que se mantienen encadenados al aire libre suelen ser privados de atención veterinaria, ejercicio, compañía o incluso una palabra amable. Cuando se los aísla, pueden deprimirse o desarrollar conductas agresivas”, explicó el representante de PETA.
Una vez recuperado y vacunado, Chico fue acogido temporalmente por una familia. Al principio se mostraba nervioso y tembloroso, pero con el tiempo comenzó a ganar confianza y a disfrutar del cariño humano, especialmente de su juguete favorito: una pequeña dona que emitía sonido al apretarla.
Finalmente, en septiembre de 2024, Chico encontró un hogar permanente con una mujer jubilada que había perdido a su anterior mascota años atrás. Desde entonces, el chihuahua disfruta de la calidez de un hogar donde recibe atención, afecto y hasta suéteres para el invierno.
“Le encanta jugar con sus juguetes, la hora de la comida es su momento favorito y no se va a dormir sin que lo arropen”, comentó Roos sobre su nueva vida. “Su guardiana lo trata como el verdadero miembro de la familia que es, y su vida ahora es completamente diferente”.
La historia de Chico refleja no solo la resiliencia de los animales, sino también la importancia de la empatía y el compromiso con su bienestar.
🐾 ¿Quiere estar al día y conocer las últimas noticias sobre el mundo animal? Lo invitamos a verlas en La Red Zoocial. 🐶🐱
