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La historia de Andrés Losano, un joven profesional argentino del sector financiero, ha generado debate tras conocerse su renuncia a un puesto altamente remunerado en JP Morgan con el fin de dedicar más tiempo a su perro, Factos.
El caso, que él mismo dio a conocer, plantea una reflexión que va más allá de lo personal: una crítica implícita a la idea de éxito basada únicamente en logros económicos.
Durante dos años y medio, Losano trabajó en una de las instituciones bancarias más influyentes del mundo, gestionando carteras de clientes de alto perfil.
Su cargo exigía largas jornadas, precisión constante y un alto nivel de responsabilidad, a cambio de un salario mensual de 3.500 dólares. Para muchos, un empleo ideal; para él, un estilo de vida que comenzó a perder sentido después de la llegada de Factos.
El perro llegó a su vida apenas cuatro meses antes de que el banco anunciara la posible vuelta total a la presencialidad. Hasta ese momento, Andrés asistía a la oficina tres veces por semana, lo que le permitía organizar su rutina sin descuidar a su mascota. Pero la posibilidad de tener que acudir al trabajo todos los días lo llevó a replantearse su futuro profesional.
“No va para más”, recordó haber pensado frente al inminente cambio. No quería dejar solo a Factos durante largas jornadas y la disyuntiva entre mantener un alto salario o priorizar el bienestar de su perro terminó resolviéndose por lo segundo.
“Quiero darle una buena calidad de vida a mi perro”, afirmó convencido de que su decisión no respondía a un impulso, sino a una transformación profunda de sus prioridades.
La renuncia de Losano se ha convertido en ejemplo de cómo las nuevas generaciones reevalúan su relación con el trabajo, el tiempo personal y el bienestar emocional, adoptando elecciones que desafían los modelos tradicionales de éxito. Para él, la libertad de construir una vida más coherente con lo que valora superó cualquier incentivo económico.
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— La Red Zoocial (@laredzoocial) November 9, 2025
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