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La noche del domingo 28 de septiembre, Lewis Hamilton, piloto de Fórmula 1, anunció con profunda tristeza la muerte de su perro Roscoe, un bulldog inglés de 12 años que lo acompañó en gran parte de su vida y de su carrera profesional.
Según compartió en sus redes sociales, Roscoe falleció en sus brazos luego de que el piloto tomara la difícil decisión de dormirlo. “Tuve que tomar la decisión más difícil de mi vida y despedirme de Roscoe. Nunca dejó de luchar, hasta el final”, expresó Hamilton.
El perro había sido ingresado en el hospital la semana anterior con un cuadro de neumonía y desde el viernes permanecía con soporte vital. El siete veces campeón del mundo, quien actualmente corre con Ferrari, incluso se ausentó de una prueba de neumáticos de Fórmula 1 para permanecer a su lado. Sin embargo, durante un procedimiento médico en el que fue sedado para realizar controles, el corazón de Roscoe se detuvo y entró en coma.
Aunque Hamilton mantuvo la fe en su recuperación y pidió a sus seguidores oraciones por él, finalmente Roscoe murió el domingo a las 9:20 p.m. “Me siento tan agradecido y honrado de haber compartido mi vida con un alma tan hermosa, un ángel y un verdadero amigo”, escribió en su mensaje de despedida.
El piloto también compartió lo duro que resultó enfrentar esa decisión: “Nunca antes me había enfrentado a poner a dormir a un perro (...) Es una de las experiencias más dolorosas y siento una profunda conexión con todos los que han pasado por la pérdida de una querida mascota”.
Roscoe era una presencia habitual en el paddock de la Fórmula 1, donde se había ganado el cariño de aficionados y periodistas. Para Hamilton no solo fue un compañero de vida, sino un símbolo de fidelidad y compañía incondicional.
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