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El pasado 31 de julio, un visitante inesperado llegó a las instalaciones del Hospital Departamental Universitario del Quindío San Juan de Dios, en Armenia. Bajo la intensa lluvia de la jornada, un perrito callejero, con evidentes signos de abandono, apareció en los pasillos del centro médico en busca de refugio. Lo que parecía un momento pasajero terminó convirtiéndose en el inicio de una historia que ha conmovido tanto al personal como a los pacientes.
Empapado y con la mirada desconcertada, el animal fue recibido con cuidado y compasión por los funcionarios del hospital, quienes no dudaron en atenderlo. Le dieron un baño, comida y, sobre todo, afecto. Desde entonces, el perrito, bautizado por el personal como Ziau, se ha convertido en un miembro más de la familia hospitalaria.
Lejos de ser un visitante ocasional, Ziau ha asumido una rutina propia dentro del hospital. Acompaña a los vigilantes durante sus rondas, camina por los pasillos con familiaridad y se ha ganado el cariño de pacientes, visitantes y trabajadores. Su presencia, lejos de causar molestias, ha sido recibida como un símbolo viviente de solidaridad y humanización del cuidado médico.
En sus redes sociales oficiales, el hospital destacó la historia de Ziau como un ejemplo de cómo los actos pequeños, como brindar refugio a un ser indefenso, pueden tener un impacto profundo. “Hoy es símbolo de empatía, solidaridad y humanización, recordándonos que en el Hospital San Juan de Dios de Armenia, cuidar también es un acto de corazón”, publicó la institución en su cuenta de Instagram (@sanjuandediosarmenia).
La historia de Ziau no solo resalta el compromiso humano del equipo hospitalario, sino que también refleja una visión más integral del cuidado en salud: una que entiende que el bienestar emocional, la calidez y la compasión también sanan.
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