Policías de Bogotá convierten parte de la estación en hogar para perros callejeros

En una zona golpeada por el abandono animal en Bogotá, una estación de Policía se transformó en hogar para perros viejos y abandonados. No es una fundación, pero allí reciben alimento, cuidado y cariño.

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Laura Tatiana Vargas Lizarazo
27 de septiembre de 2025 - 05:00 p. m.
El patrullero Ronaldo Maldonado se encarga de alimentar y cuidar a los perros como parte de su rutina diaria.
El patrullero Ronaldo Maldonado se encarga de alimentar y cuidar a los perros como parte de su rutina diaria.
Foto: Paula Saavedra
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En medio del ajetreo diario de la Estación de Policía de Kennedy, ubicada en el suroccidente de Bogotá, mientras los uniformados patrullan las calles y atienden denuncias, se lleva a cabo una labor silenciosa pero significativa. Dentro de la misma estación, conviven perros geriátricos, abandonados y rescatados de las calles. Animales que alguna vez fueron invisibles para la ciudad, pero que aquí encontraron una segunda oportunidad. Hoy son cuidados, alimentados y protegidos por los propios policías que han asumido la tarea de brindarles un hogar seguro y digno.

El rescate que transformó la estación

La iniciativa nació casi por casualidad hace seis años, a raíz del rescate de Princesa, una perrita que fue encontrada en condiciones críticas. Carlos Camargo, comerciante, vecino del sector y protector de animales, la halló justo frente a la estación, gravemente herida. “La habían atropellado y tenía la piel desgarrada. Me llamaron, la recogí y la llevé a la clínica veterinaria Happy Pets. El doctor la operó sin cobrarnos un peso”, recuerda Carlos.

Gracias a la atención oportuna del equipo médico, Princesa logró recuperarse y seguir adelante. Sin embargo, pronto surgió una nueva preocupación: ¿dónde podría vivir? Por ser una perrita criolla, de gran tamaño y con un pasado de abandono, sus posibilidades de adopción eran mínimas.

Fue entonces cuando Carlos gestionó con la Policía la posibilidad de que la estación se convirtiera en su hogar. Aprovechando que el lugar cuenta con espacios verdes, zonas al aire libre y personal presente de forma constante, la propuesta no solo fue aceptada, sino que dio origen a una iniciativa de gran impacto.

Ese acto de compasión marcó el comienzo de una red de colaboración que hoy acoge a nueve perros, la mayoría de edad avanzada o en condición de vulnerabilidad. “Son perritos criollos, los que nadie quiere. Muchos los abandonan solo porque son viejitos o están enfermos. Pero aquí tienen espacio, cuidado, alimento y amor”, afirma Carlos.

Uno de los lideres de esta iniciativa es el mayor Jonathan Camilo Salazar, subcomandante de la estación, cuya visión sobre el bienestar animal ha sido clave. “Para nosotros los animalitos son unos ángeles más. Son seres sintientes que necesitan amor, alimentación y un cuidado especial. Les hemos brindado un espacio dentro de la estación donde se sientan seguros. Lo más importante es que sepan que aquí nadie los va a volver a agredir”, asegura.

Una parte de la estación se adecuó con zonas limpias, techadas y acogedoras. Las casitas donde duermen los perritos fueron construidas por el mismo Carlos, con ayuda de algunos uniformados. Están hechas en madera, con calefacción para las noches, camas cómodas, agua fresca y comida siempre disponible. “Yo mismo fabriqué algunas con mis recursos, junto a miembros de la institución que me ayudaron en el armado”.

Transformar la relación entre instituciones y animales

Más allá del cuidado físico, la iniciativa busca generar una transformación social. Según cuenta Carlos, la visión detrás de este proyecto es que instituciones del Estado, como la Policía, asuman un rol activo en la lucha contra el abandono y el maltrato animal. La presencia de los animales en la estación no solo humaniza el espacio, también sensibiliza a los ciudadanos y promueve una cultura de respeto por los seres sintientes.

Esa transformación es necesaria frente a la realidad que vive la ciudad. De acuerdo con el estudio más reciente del Instituto Distrital de Protección y Bienestar Animal (IDPYBA), Bogotá registra al menos 66.467 perros en condición de calle. La localidad de Kennedy, donde se ubica esta estación, figura entre las más afectadas.

En este contexto, la mayoría de los perros que hoy viven en la estación fueron encontrados en condiciones críticas: atropellados, desnutridos o gravemente enfermos. Muchos, además, fueron rechazados por no ser de raza. “La gente siempre pregunta qué raza tiene el perro antes de adoptarlo. Cuando les dices que es criollo, pierden el interés. No lo quieren por amor, sino como símbolo de estatus. Pero son estos, los criollos, los que más necesitan ayuda. Los que más sufren. Y los que más dan sin pedir nada a cambio”, cuenta Carlos.

Además de recibir cuidados, estos animales también brindan algo muy valioso: compañía y apoyo emocional a los uniformados. “Uno llega estresado por el trabajo en la calle, con la mente cargada, pero verlos moviendo la cola, recibir ese cariño, te cambia el ánimo. Te cambia el chip”, afirma el mayor Salazar.

Hoy en día, los perros viven en un espacio digno, con zonas de descanso y áreas verdes donde pueden correr y jugar libremente. Los policías aseguran que no tienen restricciones dentro de la estación: pueden moverse por donde quieran, entrar a las oficinas o descansar en las áreas comunes. Dos perritas mayores suelen quedarse cerca de la entrada, como si hicieran guardia; ese es el lugar donde se sienten más cómodas. También está Pirata, uno de los más queridos y sociables, que incluso ha acompañado a los policías en algunos patrullajes a bordo del carro de la estación.

Muchos de estos animales son muy viejitos y requieren cuidados especiales, por lo que no se dan en adopción. Han encontrado en la estación un hogar definitivo donde reciben atención y cariño todos los días.

Aunque no se trata de una fundación, la iniciativa funciona gracias al esfuerzo conjunto entre la Policía, ciudadanos comprometidos y profesionales. La comida es financiada principalmente por Carlos, aunque en ocasiones el mayor Salazar o los mismos policías hacen colectas para colaborar.

Para el patrullero Ronaldo Maldonado, cuidar de los perros forma parte de su rutina diaria. “Me encargo de alimentarlos, limpiar sus espacios y estar pendiente de ellos. Incluso tengo un perrito adoptado que donó sangre para salvar a una perrita atropellada. Fue un acto de caridad que demuestra cuánto pueden ayudar también ellos”, relata.

Para Carlos, esta iniciativa trasciende el cuidado de los animales y representa una verdadera transformación social. Por eso, espera que pueda replicarse en otras estaciones de policía del país que cuenten con el espacio necesario para recibir perros abandonados o vulnerables. Es común que a las estaciones lleguen animales, ya que son puntos donde se reportan frecuentemente casos de maltrato, abandono o atropellos. Por eso, aprovechar esos espacios no solo permite brindarles refugio, sino también generar conciencia y promover una cultura de respeto hacia los animales.

Un caso similar ocurre en el municipio de María La Baja, en Bolívar, donde un teniente de la Policía adecuó parte de la estación para rescatar perros callejeros. Este uniformado asumió la misión de acogerlos, brindarles alimento y protección, y con el tiempo, los caninos se convirtieron en los guardianes del barrio. Ejemplos como este refuerzan la idea de que las estaciones pueden ser espacios de esperanza no solo para los ciudadanos, sino también para los animales más vulnerables.

Una clínica aliada que salva vidas

Detrás del bienestar de estos animales también hay un compromiso veterinario fundamental. El doctor Humberto Poveda, médico veterinario zootecnista y director de la clínica Happy Pets, también ubicada en el sector, es quien se encarga de las revisiones, tratamientos y cirugías necesarias. “Los atendemos sin cobrar, por responsabilidad social. Les hacemos desparasitaciones, vacunas, tratamientos. Incluso hemos retirado tumores, tratado fracturas y salvado casos extremos. Una perrita tenía una puntilla clavada en la pierna. La operamos y hoy camina con normalidad y vive aquí en la estación”, relata.

Gracias a su labor desde la responsabilidad social empresarial, la clínica apoya con instalaciones, mano de obra y gestiona donaciones para conseguir los materiales necesarios para los tratamientos. “Lo hacemos con dedicación y gusto. Siempre estoy pendiente de lo que ellos necesiten”, añade el doctor Poveda.

La estación de policía de Kennedy es un ejemplo de cómo la colaboración entre ciudadanos, instituciones y profesionales puede marcar la diferencia en la vida de los animales más vulnerables. No se trata de un refugio formal ni de una solución definitiva, pero sí de un gesto concreto que refleja empatía por todas las formas de vida.

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Laura Tatiana Vargas Lizarazo

Por Laura Tatiana Vargas Lizarazo

Comunicadora social y periodista con interés en temas sociales, culturales, de conflicto y construcción de paz. Ganadora del Premio Nacional de Periodismo, Mujeres, Paz y Seguridad 2021.@Tatiana71765621lvargas@elespectador.com

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clemencia torres bustamante(44205)28 de septiembre de 2025 - 03:37 p. m.
Qué buena acción. Si los miles de policias siguieran este bello ejemplo de apoyo CANINO, otro sería su mundo.
Honesto(98692)28 de septiembre de 2025 - 05:18 a. m.
Felicitaciones a Carlos y a los policías de esta estación por su gran labor en favor de estos pobres perros abandonados.
Francis Briñez(54396)27 de septiembre de 2025 - 11:06 p. m.
Excelente actitud de la policía en esta Estación, digna de emular. Gracias por acoger a los que no tienen nada, y son despreciados, nada mejor que el amor de un perro. Fiel, leal y adorable.
Edith Pulido Herrera(ipwmh)27 de septiembre de 2025 - 10:12 p. m.
Que historia más bonita, debería ser viral
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