El liderazgo de Colombia en la crisis venezolana

Cerca de 3.706.624 venezolanos han salido de su país en los últimos años, su participación en unas eventuales elecciones será fundamental para legitimar el primer gobierno de la reconstrucción.

Ronal F. Rodríguez *
14 de mayo de 2019 - 12:02 a. m.
Ningún país de la región sufre las consecuencias de la migración venezolana como Colombia. / AFP
Ningún país de la región sufre las consecuencias de la migración venezolana como Colombia. / AFP

El gobierno colombiano ha centrado su estrategia para el manejo de la crisis venezolana, y sus efectos en el país, en lograr el “cese de la usurpación” por medio del denominado “cerco diplomático”, quizás aupado por los sectores más radicales de la oposición venezolana que le han hecho creer que la salida de Nicolás Maduro esta próxima.

Los últimos pasos en esa dirección han implicado señalar al gobierno chavista de hacer de Venezuela un país auspiciador del terrorismo, al brindar refugio y apoyo al Ejército de Liberación Nacional -Eln- e incluso, al señalarlo ante el Grupo de Lima de estar detrás de ataques desestabilizadores en Colombia y de planes contra la vida del presidente Iván Duque. Pero ese discurso sólo nos regresa una década en el tiempo, a los peores momentos de la confrontación Uribe- Chávez, sin que ello aporte algo a la resolución de la crisis venezolana.

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Ningún país en el mundo resiente la crisis venezolana como Colombia, por lo tanto, ningún país tiene tanto compromiso en liderar acciones concretas para la recuperación de Venezuela como Colombia. Pero ese liderazgo no se puede circunscribir al “cerco diplomático” o a señalar las verdades de perogrullo, ni tampoco a esperar que las supuestas condiciones internas que alega la Oposición devengan en la caída de Maduro y su cúpula.

 

La gran mayoría de la comunidad internacional comparte la idea que la mejor salida de la crisis venezolana es una negociación real que permita dirimir las diferencias por medio de una contienda electoral. De hecho, el discurso del canciller colombiano ha expresado en múltiples oportunidades que el objetivo es generar las condiciones para unas elecciones que le permitan elegir libremente al pueblo venezolano sus gobernantes.

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La salida del gobierno de Nicolás Maduro no representa en sí mismo el fin de la crisis venezolana, por el contrario, sus peores actores, Diosdado Cabello, Freddy Bernal e Iris Varela entre otros, no han descartado que, en caso de una eventual caída de la Revolución Bolivariana, pasarían a la subversión y estarían dispuestos a hundir al país en un conflicto armado.

La mejor forma de contener las acciones desesperadas de la cúpula chavista es investir de la mayor legitimidad posible la elección del próximo presidente de Venezuela. Lo cual no es nada fácil, Maduro le ha quitado el significado y sentido a el acto comicial. No solo es la desconfianza en la Institución, Consejo Nacional Electoral -CNE-, o la desconfianza en el sistema automatizado de voto, sino la misma credibilidad de los electores que han visto como a pesar de expresar su preferencia por un candidato y lograr la victoria, eso no se revierte en el ejercicio efectivo del poder.

Muy poco puede hacer Colombia en el terreno interno de las elecciones venezolanas, más allá de brindar apoyo, acompañamiento y veeduría al eventual proceso electoral. Pero un factor que será fundamental para blindar la legitimidad de dicho proceso electoral será la participación de los venezolanos en el exterior, más del 10% de la población salió del país y sin la participación de un porcentaje importante de esos 3.706.624 venezolanos la credibilidad del próximo presidente sería enclenque.

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No obstante, el gobierno de Nicolás Maduro se ha encargado en hacer que la diáspora se haga en las peores condiciones posibles, sin documentación, supeditada a la irregularidad y con unos nulos servicios consulares. La estrategia de forzar la salida irregular de los venezolanos le rinde réditos al chavismo: disminuye la presión social al gobierno, limita el apoyo a la oposición y obtiene los ingresos de las remesas sin pasarlas por el sistema financiero para evadir las sanciones internacionales que pesan sobre el país.

Colombia es el país como más migrantes venezolanos 1.260.594, según los datos oficiales de Migración Colombia para 31 de marzo de 2019, sin olvidar que desde el cierre de la frontera el pasado 22 de febrero no tenemos capacidad de saber cuantos venezolanos ingresan diariamente al territorio nacional por las trochas y todos ellos supeditados a la irregularidad.

Si bien las elecciones no significan democracia, como lo ha demostrado la misma Venezuela, la participación electoral en parámetros creíbles y transparentes, si brindan legitimidad a las autoridades elegidas por medio del voto.

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Colombia, con el apoyo de países de la Unión Europea, podría adelantar un proceso de identificación de la comunidad venezolana supeditada a la migración para su eventual participación en un proceso electoral que elija al próximo presidente de los venezolanos. La creación de un documento de identificación temporal para los venezolanos en el exterior que les permita participar en la elección del primer gobierno de reconstrucción. Lo cual, a su vez, brindaría legitimidad a un gobierno que tendrá que tomar duras decisiones para corregir el rumbo de Venezuela y nos permitiría tener una mayor claridad del fenómeno migratorio y la crisis humanitaria.

Colombia es el único país capaz de organizar y liderar la creación de un documento de identificación temporal para los venezolanos en el exterior. Lo cual tendría dos efectos concretos en la transición en Venezuela. Por un lado, ayudaría a desmontar el discurso chavista de la agresión internacional al retornarle sus derechos políticos a una población sometida al exilio. Y por el otro, le permitiría al Estado colombiano registrar, identificar y caracterizar el fenómeno migratorio para tomar las mejores decisiones en política pública.

@ronalfrodriguez
Investigador y vocero del Observatorio de Venezuela de la Facultad de Ciencia Política, Gobierno y Relaciones Internacionales de la Universidad del Rosario.

Por Ronal F. Rodríguez *

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