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Fuego, furia y miedo: el final de la presidencia de Trump

La presidencia de Donald Trump ha sido desagradable: ha alimentado todo tipo de peleas y reyertas. Por eso no podía terminar bien y con un traspaso tranquilo del poder. El problema populista es global, está por todo el mundo.

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Miguel Benito Lázaro / @mbenlaz
11 de enero de 2021 - 02:05 a. m.
La imagen de Jake Angeli, el hombre de los cuernos, que invadió el Capitolio el miércoles, resume la primera sorpresa de 2021. / AFP
La imagen de Jake Angeli, el hombre de los cuernos, que invadió el Capitolio el miércoles, resume la primera sorpresa de 2021. / AFP
Foto: AFP - WIN MCNAMEE
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El año 2020 pasó y se abrió el retablo de las sorpresas de 2021, pero las sorpresas no son siempre inesperadas ni no son siempre agradables. Toda la presidencia de Donald Trump ha sido desagradable y ha alimentado todo tipo de peleas y reyertas; no podía terminar bien. No podía terminar con una aburrida y rutinaria transmisión de poderes. No. Tenía que terminar con fuego, furia y miedo. Y eso fue lo que vimos el 6 de enero.

Ver más: Las cuatro horas más lamentables de la democracia de EE. UU.

El asalto al Capitolio como ataque a la democracia liberal

Explicar lo que ha venido haciendo Trump y lo que pasado a su alrededor desde que irrumpió en la política siempre ha sido un desafío, porque la tentación de la caricatura siempre ha estado ahí; es casi inevitable. Y es casi inevitable en lo que toca al asalto al Capitolio. Tantas veces se ha dicho que una imagen vale más que mil palabras que cuesta decir lo contrario, pero las imágenes del asalto al Capitolio son tan poderosas y raras que nublan cualquier análisis.

Ver más: Así fue como Donald Trump desató la tormenta en el Capitolio

La fotografía de Jake Angeli, ese individuo con lanza en ristre, bandera estadounidense, pecho descubierto y tocado con cuernos de bisonte, es imposible de analizar por sí misma. Mirarla es no comprender. ¿Qué dirá de los videos y fotografías de Angeli una persona que las vea dentro de cincuenta años? ¿Entenderá lo que estaba pasando en esa escena? No lo creo. Dirá que eso tiene que ser de alguna película o serie, tal vez salida de la cabeza de David Lynch. Y eso tendría sentido, aunque sabemos que estaría equivocado. Para saber de qué tratan las imágenes de esa jornada, cualquiera va a necesitar leer y escuchar las palabras que se están diciendo y que se van a decir en el futuro próximo. Y lo que hay que decir es que el asalto al Capitolio no fue tanto un golpe de Estado, sin posibilidad de éxito, como un asalto a la democracia liberal. Así de sencillo. Desaparecieron los velos y la realidad se hizo patente. Lo curioso es que muchos se hayan sorprendido por lo que han visto, porque los velos con los que el populismo de Trump ha funcionado en estos años no ocultaban nada.

Ver más: ¿Quién es Jake Angeli, el hombre de los cuernos que se tomó el Capitolio?

Como curiosidad en este tiempo lleno de rarezas y de COVID-19, el 6 de enero asistimos a un asalto en el que los asaltantes iban sin máscaras y los defensores con ellas. El mundo al revés.

Algunas instituciones han resistido, aunque han recibido un golpe muy fuerte y deberán pasar por el taller de reparaciones, pero otras, como el Partido Republicano, amenazan con hundirse del todo. El problema es que lo ocurrido el 6 de enero se veía venir. Porque desde su primer día en política Trump planteó que él no sería derrotado, que solo el fraude podría con él.

En ninguna de las elecciones en las que ha participado ha dicho que concedería la derrota cuando se diese, sino que apelaría a los tribunales. El sistema solo le ha parecido justo y legítimo en la victoria y fraudulento en todos los demás casos. Trump no vino a la política porque tuviese una idea o un proyecto, simplemente vino por el placer que proporciona ganar. ¿Ganar para qué? ¿El poder para qué? Da igual. Y todo usando maneras que cualquiera encontraría despreciables en un vecino, pero que está dispuesto a tolerar en un líder político.

Ver más: Los terribles daños que la toma del Capitolio le causó al liderazgo de EE. UU.

Los espacios públicos requieren formas de comportamiento dignos, sin ellos no hay política posible, hay enfrentamiento descarnado y cínico. El deporte sin la deportividad solo es ejercicio físico; la política sin civilidad no es nada. O no debería serlo. La civilidad es el requisito “sine qua non” para el ejercicio de la política profesional; si no es así, esta se convierte en una picadora de carne que asusta al talento y rebaja el debate público a consignas primarias.

Siendo como es, Trump es un ariete contra la democracia liberal; su actitud parece diseñada para desmontarla, aprovechándose de sus límites, carencias y fracasos. Porque el mundo no fue como nos los prometieron, siempre habrá expectativas insatisfechas y, siempre que las convicciones ciudadanas flaqueen, existe la posibilidad de que muchos acudan al demagogo, al populista, a ese que promete que todo va a cambiar y que todo va a estar bien. Y esa es la mentira dulce que muchos están dispuestos a oír, porque siempre habrá problemas y siempre habrá expectativas insatisfechas. Pero la democracia liberal está siendo asaltada y no tenemos muy claro cómo enfrentar el ataque.

Ver más: El autoperdón de Trump, su peor legado

¿Estamos condenados a los populistas?

¿Merece la pena defender la democracia liberal? Hágase esa pregunta y respóndase sinceramente. Mi respuesta es sí. Claramente, merece la pena. Las instituciones representativas dan mejores frutos que los líderes que vienen a redimirnos de nosotros mismos; las leyes, cuando son justas, nos guardan de lo arbitrario; la separación de poderes dan instrumentos contra el abuso de poder, etcétera.

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Hemos pasado los cuatro últimos años observando mucho a Trump y muy poco a su gobierno. Hemos reaccionado ante al Twitter de Trump con gritos y ademanes de indignación. Y eso no funciona. Para evitar que una bomba explote no se hace explotar otra bomba, hay que desactivar el mecanismo. Eso requiere paciencia y precisión. En el jaleo, la pelea y los insultos, los populistas florecen, los demagogos se hacen más fuertes y empiezan a proliferar y los moderados son aplastados.

El paso por el poder de Donald Trump debería habernos dotado de mejores instrumentos para resistir el embate antiliberal. Que está en curso, que no solo está ocurriendo en Estados Unidos y que tiene la muy dudosa virtud de estar siendo ejecutado por políticos de izquierda y de derecha, pero todos ellos populistas. La pugna política más profunda que se libra hoy en Occidente no está entre derechas e izquierdas, es entre los que se adscriben y respetan los principios liberales contra los iliberales, que quieren desnaturalizar las democracias desde dentro, desde el poder y las instituciones. Seguro que les suena, porque esta tensión nos acompaña desde hace dos o tres décadas.

El problema populista es global, está por todo el mundo. Está en izquierdas y derechas. Trump no es el único en su especie. Proliferan por todo el mundo occidental y, en democracias, surgen candidatos, partidos y ciudadanos que manifiestan su admiración a Putin, al modelo chino, al chavismo y a cualquier autócrata que aparezca. No buscan resolver ningún problema, porque ellos medran en el descontento, perpetúan los problemas y, como no hacen otra cosa que acumular reclamaciones de todo tipo, acaban concluyendo que el sistema es el enemigo y que todo debe ser recreado.

Ver más: El Newsletter internacional de la semana (Trump y más)

Hoy Trump es el presidente saliente. En unos días ni siquiera eso. Pero siempre será el cuadragésimo quinto presidente de los EE. UU. Biden se encuentra con un país más débil que ayer. La ciudad en la cima ya no brilla, hasta Venezuela e Irán se han permitido enviar cínicos comunicados manifestando una preocupación por el deterioro de la democracia en Estados Unidos. Creíamos que después de 2020 iba a ser difícil sorprendernos. Y llegó el 6 de enero y vimos a un individuo lanza en ristre, bandera estadounidense, pecho descubierto y tocado con cuernos de bisonte.

Historiador e internacionalista

Por Miguel Benito Lázaro / @mbenlaz

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Javier(c56tt)11 de enero de 2021 - 07:36 p. m.
PERO ES,Muy satisfactorio ver como LasUltraderrechas, van cayendo estruendosamente ante EL INATAJABLE,AVANCE de LAS IZQUIERDAS MODERADAS, No. mas miremos como en los EE.UU, también cayeron y, lo mejor es que Gano, EL PETRISMO y, EL CASTROCHAVISMO!!!, soplan vientos de PROGRESO Y DESARROLLO, cierto amigos de este tan DEMOCRÀTICO FORO ?.
Berta(2263)11 de enero de 2021 - 05:20 p. m.
¿"y lo que pasado a su alrededor "? Vea pues...
ORLANDO(75309)11 de enero de 2021 - 01:55 p. m.
A Todas estas que estará pensando el inefable "Pachito" le enviaría mensaje de consolación al Déspota? y su jefecito eterno como estará?fueron a USA por lana y salieron trasquilados!
  • william(51538)11 de enero de 2021 - 04:36 p. m.
    Pachito sí "piensa"?
ORLANDO(75309)11 de enero de 2021 - 01:45 p. m.
Lo más increíble es la facilidad con que la turba entró al principal recinto de la Democracia, eso en un País tercermundista vaya venga pero en una potencia mundial uno creería solo verlo en películas taquilleras de USA.
Carlos(23964)11 de enero de 2021 - 01:08 p. m.
Trump y Bolsonaro son los referentes a seguir por el Uribismo. La mafe Cabal hizo campaña la descarada al cabeza de zanahoria usando bozal con imagen de ese loco
  • Javier(c56tt)11 de enero de 2021 - 07:19 p. m.
    YA ENTENDÌ..., A quién USTED SE REFIERE Por Lo Dicho SE TRATA DE un tal, "MATARIFE, el Genocida Innombrable”, hoy Simple, TitiriteroExsenadorAUV, Exprisidario1087985 Impuesto por LAS MAFIAS, descendientes del NarcoParaTerroristaPABLOESCOBARGAVIRIA, cierto que sin lugar a Dudas de él se trata compañeros y amigos de este DEMOCRÀTICO FORO?
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