La presión de Washington sobre Caracas viene en aumento. Así lo ha demostrado el despliegue de 15.000 efectivos militares estadounidenses en la región del Caribe en los últimos meses, mientras la Casa Blanca considera a Nicolás Maduro como el cabecilla de una organización narcoterrorista llamada cartel de los Soles.
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Hasta el momento, la campaña militar del país norteamericano, a la que recientemente se sumó el mayor portaviones del mundo, el USS Gerald Ford, ha atacado a más de una veintena de embarcaciones sospechosas de traficar estupefacientes y matado a más de 80 personas, tanto en el Caribe como en el Pacífico. Dichos bombardeos, por cierto, han sido considerados por distintos actores, incluidas las Naciones Unidas, como ejecuciones extrajudiciales.
Pero, por si fuera poco, el martes, The New York Times reveló que, según fuentes con conocimiento del tema, el presidente Donald Trump dio el visto bueno para que la CIA lleve a cabo operaciones encubiertas dentro de Venezuela y que “podrían estar destinadas a preparar el campo de batalla para nuevas acciones”, según ese medio.
De acuerdo con la publicación, además, Trump habría rechazado la propuesta de Maduro de renunciar tras un periodo de dos años, un planteamiento que habría sido el resultado de negociaciones indirectas avaladas por el propio Trump.
Así las cosas, la incertidumbre sobre si Estados Unidos lanzará acciones militares directas en Venezuela para derrocar a Maduro sigue sobre la mesa. Estas son algunas de las opciones que habría estado contemplando el presidente republicano. “No descarto nada”, ha dicho el mandatario.
Ataques contra distintos tipos de instalaciones
“Los planificadores militares han preparado listas de posibles instalaciones vinculadas con las drogas que podrían ser atacadas”, reportó The New York Times.
Esto sucede después de que en octubre, un mes después de que se iniciaran los bombardeos contra las supuestas narcolanchas, Trump dijera por primera vez que no descartaba ampliar las acciones a operaciones con objetivos terrestres.
El Pentágono también estaría planeando ataques contra unidades militares cercanas a Maduro. De hecho, ya a comienzos de noviembre, fuentes citadas por el Times hablaban de la opción de “ataques aéreos contra instalaciones militares, algunas de las cuales podrían estar relacionadas con la facilitación del narcotráfico, con el objetivo de desmantelar el apoyo militar venezolano a Maduro”.
Las consecuencias de esto podrían estar relacionadas con otra de las opciones: capturar a Maduro.
Capturar a Maduro
Según las fuentes con conocimiento del tema “si Maduro creyera que ya no está protegido, podría intentar huir o, al desplazarse por el país, hacerse más vulnerable a la captura”, según los funcionarios citados por el Times en una publicación a comienzos de noviembre.
Allí mismo se hablaba de la posibilidad de que se enviaran fuerzas de operaciones especiales, como la Fuerza Delta del Ejército o el Equipo 6 SEAL de la Armada, “para intentar capturar o matar a Maduro”, con el argumento de que el líder chavista es el jefe de una banda narcoterrorista, por el que, de hecho, Estados Unidos ofrece una recompensa de USD 50 millones.
Sin embargo, entre los contras de esta opción está que tenga el efecto contrario: sumar apoyos en torno a un Nicolás Maduro bajo asedio.
Envío de tropas
Según los funcionarios que han hablado con reserva de su identidad, se ha mencionado la posibilidad de enviar fuerzas antiterroristas estadounidenses para que tomen el control de aeródromos e incluso campos petroleros.
Esta alternativa, no obstante, implica riesgos mucho mayores, de los que Washington es consciente, principalmente la seguridad de los comandos y los civiles, especialmente en un contexto urbano como Caracas.
Negociar
“Es posible que mantengamos conversaciones con Maduro, y ya veremos cómo resultan”, dijo Trump el domingo.
De acuerdo con los funcionarios informados, entre las opciones que el presidente está contemplando se encuentra la salida voluntaria de Maduro. Al tiempo, se menciona un “acuerdo diplomático para que las empresas estadounidenses tengan mayor acceso a los recursos petrolíferos de Venezuela”, informó el Times.
ABC, de España, cita a fuentes del Consejo de Seguridad Nacional que le confirmaron que “intermediarios de la dictadura ofrecieron negociar sobre un posible cambio en la cúpula, además de concesiones que estarían dispuestos a hacer en el Ejército venezolano”. Sin embargo, “de momento, tanto Trump como su jefe diplomático se han negado a barajar una sustitución por actuales jerarcas del régimen, como los hermanos Jorge y Delcy Rodríguez”.
Entre lo que está claro es que Trump no quiere demoras, y esa habría sido la razón para rechazar la propuesta de Maduro de renunciar tras un periodo de dos a tres años.
¿Y luego qué?
El despliegue de casi el 20 % de las capacidades navales y aéreas de Estados Unidos únicamente en el Caribe “podría tener propósitos cercanos a la idea de un cambio de régimen. No hay certezas sobre eso, pero si analizamos únicamente el armamento desplegado, parecería que se busca generar presión suficiente para provocar deserciones, traiciones o fisuras dentro de la coalición gobernante en Venezuela”, aseguró a este diario Víctor Mijares, profesor de la Universidad de los Andes y analista de riesgo geopolítico.
Si lo que viene es realmente una intervención de Estados Unidos en Venezuela, los efectos están por verse. Esta “sería costosa, impredecible y estratégicamente torpe, detonando inestabilidad regional, colapso interno y una realineamiento político que EE. UU. no puede gestionar”, estimaron Dorian Kantor, Felipe Santofimio Nevares y Maria Paula Martínez en un análisis para este diario.
Las autores recuerdan las experiencias en Panamá, Irak y Afganistán. Según ellos, “Just Cause [en Panamá] funcionó porque Washington fijó una meta específica y limitada, remover a [Manuel Antonio] Noriega sin pretender reconstruir un Estado. Afganistán e Irak, en cambio, derivaron en proyectos políticos indefinidos sin instituciones capaces de sostenerlos”. Dos desastres absolutos.
Para los analistas, “Venezuela solo recuerda a Panamá en lo superficial –régimen hostil, fatiga regional y economías ilícitas– pero su estructura se acerca a Irak y Afganistán: un ejército politizado, grupos armados arraigados y un Estado erosionado. Quitar a un líder es fácil; gestionar un ecosistema de seguridad fracturado no lo es. Washington necesitaría un objetivo político muy limitado y una coalición regional dispuesta a respaldarlo para evitar reproducir la inestabilidad del Medio Oriente".
Concluyen que un eventual plan de transición debe incluir a la oposición, pero también meter en la ecuación a las fuerzas militares y las redes clientelistas que hoy sostienen el régimen. Sin eso, “cualquier intervención externa o intento de cambio de régimen colapsaría o derivaría rápidamente en caos”.
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