El pasado lunes por la noche, frente a una multitud que lo ovacionaba bajo una luna prácticamente llena en Grand Rapids, ciudad industrial de Michigan, el presidente Donald Trump anunciaba: “Vamos a ganar cuatro años más en esta hermosísima Casa Blanca. Hace cuatro años hicimos historia juntos y mañana lo haremos de nuevo”. Era su cierre de campaña, su mitin número 17 en cuatro días, en el que buscaba a toda costa garantizar que ese no fuera el último de su vida política. Sin embargo, el presidente perdió las elecciones en su propia ley: a punta de una gestión deficiente de la crisis sanitaria, una estrategia de noticias falsas cada vez que habló en público, y un uso irresponsable y mentiroso de las redes sociales.
En un discurso muy a su estilo, en el que apuntó a contagiar a sus simpatizantes de los sentimientos más populares durante su gestión, el miedo y el odio, Trump retomó los argumentos que cavaron su propia tumba: “Todo el mundo está esperando la decisión y hay un gran peligro. En primer lugar, hay peligro de muchas trampas desde ese día en adelante. Y hay muchas cosas malas que pueden pasar en la calle. Vamos a tener una población que estará muy molesta, decepcionada”.
El desgaste y la polarización de los estadounidenses tocaron un fondo sin precedentes y justamente esa podría ser la última herencia del expresidente Trump: una ola de violencia. "Estamos más polarizados que en cualquier otro momento desde el período previo a la Guerra Civil. Tenemos dos grandes protestas diferentes: las protestas contra el racismo policial y las milicias de extrema derecha. Y tienes un expresidente que está preparando y preparando a sus partidarios para que deslegitimicen sus resultados ", le dijo Thomas Zeitzoff, profesor de política en la American University, a The Atlantic.
Sin embargo, simpatizantes del mandatario consultados por este diario afirmaron que no esperan que haya violencia. “Si Trump pierde entenderá que ganó otra persona democráticamente y va a entregar su poder. Es incendiario insinuar otra cosa”, afirmó una ciudadana latina dedicada a la finca raíz en Chicago.
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Incluso, otra ciudadana señaló: “No creo que vaya a suceder algo más violento de lo que ha sucedido con Antifa o Black Lives Matters, especialmente en estados demócratas donde la violencia ha aflorado más; no creo que se dé más de lo que hasta ahora ha hecho el partido opositor por no dejar gobernar con temas de poco peso y gran cobertura, como el de Rusia, o su famoso tema de supuesto racismo con palabras sacadas de contexto”.
Por su parte, Pepe Vargas, otro latino promotor de la cultura iberoamericana en Chicago pero en contra de Trump, dijo: “Soy amigo de pensar que el perro que ladra no muerde. Creo que entre ellos se arreglarían y le darían el paso al presidente Biden. Acá no existe como en otros países que las fuerzas armadas se metan a eso. Habrá alboroto, protestas, pero al final le pasarán la pelota al otro”. Charlotte Prizer Nacher, registrada en New Jersey pero expatriada en París (Francia) cree que sí podría haber una reacción por parte de los republicanos: “Puede que sus simpatizantes sean violentos, pero legalmente si no quedó elegido no hay nada que hacer. La policía debería lidiar con eso”.
Para trazar la ruta que condujo a la derrota del presidente republicano hay que revisar algunos puntos de quiebre que lo forjaron con el pasar de los meses. Si bien Trump empezó fuerte, cumpliendo con varias de sus promesas en campaña, con el pasar de los años su popularidad comenzó a mermar. A estos comicios llegó con varias cicatrices y heridas aún abiertas: un juicio político del que salió ileso, una investigación de The New York Times que lo acusa de no haber pagado casi impuestos durante sus años de mandato y una cuestionada gestión durante las protestas antirracistas que empezaron el pasado mayo.
Uno de los peores síntomas de los que padeció el ahora expresidente Trump durante los últimos días antes de los comicios fue el de los votos anticipados. Porque si bien no eran definitivos, marcaban notables diferencias con lo ocurrido en 2016, cuando dos semanas antes cerca del 15% de votantes indecisos se inclinaron a último momento por el candidato republicano.
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Esta vez no solo la mayoría no quería a Trump, sino que veía con buenos ojos a Biden, al menos mejor que a Hillary Clinton. Tanto así que durante toda la campaña el candidato demócrata le sacó entre cuatro y seis puntos de ventaja a su contrincante y antes de arrancar la jornada electoral ya habían votado cerca de 100 millones de personas.
Sus detractores encuentran errores por donde se mire. Robert Bailey, un reconocido epidemiólogo estadounidense, aseguró a este diario: “Lo que menos me ha gustado es que ha dejado a un lado la mayoría de las instituciones que nos hacen demócratas y una sociedad abierta. Por ejemplo, puso en tela de juicio la credibilidad de la CIA, del FBI, así como de los medios. Ha quitado a todos los líderes de esas organizaciones, de las agencias científicas y de protección ambiental, para poner funcionarios políticos”.
Por su parte, Charlotte Prizer Nacher, afirmó: “No me ha gustado nada. Su forma de hablar, de decir mentiras, su intención de poner un muro para separarnos de México y Latinoamérica, poner niños en cárceles, querer terminar el Medicare, casi todo es negativo. Los más ricos son los que se beneficiaría de su política. Es una desgracia”.
Todo esto a pesar de que otras fuentes republicanas consultadas por El Espectador, aseguran que Trump es la garantía de desarrollo en el país, pues defiende a capa y espada el capitalismo y quiere erradicar definitivamente al comunismo y al socialismo. El perfil que maneja de ser un negociante y no un político profesional, sigue funcionando dentro de su base electoral más fiel.
Otra de las fuentes señaló que si hubiera ganado, habría seguido la “mejoría económica'', así estuvo antes de la pandemia, la mejor economía en décadas. Hubiera habido más respeto por los más vulnerables, los bebés por nacer que son asesinados en el vientre de la madre. En este país, en algunos estados, los ciudadanos están obligados a pagar con sus impuestos por los abortos, aunque estén en contra de sus principios. El presidente Trump es provida y seguro hubiera seguido cambiando eso”.
La crisis sanitaria, sin lugar a dudas, fue otro de los grandes descalabros de Trump. Los más de nueve millones de casos activos y las 223.000 muertes con las que llegaron los estadounidenses a las urnas pesaron mucho no solo a la hora de pensar en la desastrosa gestión que se hizo desde la Casa Blanca, subestimando al virus y alentando a una reapertura económica sin tener en cuenta los consejos de los médicos, sino pensando en lo que vendría a futuro, teniendo en cuenta que la vacuna puede que tarde un poco más.
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“No me ha gustado la manera en que el presidente ha manejado la pandemia. Es evidente que sabía desde un principio el peligro que el Covid representaba para el país y no le puso la atención necesaria y de ahí se desencadenan un montón de problemas de salud y económicos. Dio prioridad a su agenda personal en vez de pensar en los ciudadanos de este país”, aseguró a El Espectador una mujer estadounidense en Miami (Florida).
Hay otros que, aunque votaron por Biden, señalan que la solución real no estaba en ninguno de los dos candidatos. Eso sí, creen que Trump hubiera sido peor: “Hay más corrupción, impunidad, los partidos se agarran de la manija que cada uno tiene. Vimos el juicio político que le hicieron al presidente, cualquier ciego se hubiera podido dar de que era un culpable rotundo, pero sus socios lo declararon inocente. Acabo de leer un artículo en el que dice: el mejor negocio de los ricos es una pelea entre los pobres. Eso es lo que tenemos”, dijo a este diario Vargas.
Lo que viene para el exmandatario es incierto, todo depende del apoyo que reciba por parte del Partido Republicano en su reestructuración frente a la etapa que viene bajo el mandato de Joe Biden. Durante su último mitin, cuando se les preguntó sobre una posible derrota, afirmaron: “¡Que disfrute de la vida!”. Un agente inmobiliario de 50 años, Brad Boone, tuvo una respuesta que, para su esposa, dio en el clavo: “Espero que sea candidato en 2024”.