El incremento de la presencia militar de Estados Unidos y la incertidumbre sobre sus objetivos no solo han representado un grave problema para el regimen venezolano de Nicolás Maduro, sino que también han abierto dudas profundas sobre sus implicaciones para Colombia. Surge así una pregunta clave: si Estados Unidos realmente busca un cambio de régimen en Venezuela, ¿cómo se vería afectado su país vecino?
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Aunque hipotética, esta cuestión está cada vez más cerca de la realidad. Desde que Estados Unidos inició la movilización del Comando Sur en el Caribe y el Pacífico en septiembre de 2025, Colombia también ha sufrido las consecuencias. EE. UU. ha ejecutado cerca de 20 ataques militares que han dejado alrededor de 80 muertos. Entre las víctimas destaca Alejandro Carranza, un pescador colombiano asesinado en uno de estos operativos sin que se comprobara un vínculo con el narcotráfico, según informó The New York Times.
Estas operaciones se han centrado en combatir pequeñas “narcolanchas”, como las denomina el gobierno de Donald Trump, pero el despliegue parece apuntar a algo mayor. Expertos señalan que Estados Unidos ha movilizado aproximadamente el 20% de sus capacidades navales en el Caribe, un nivel desproporcionado para una supuesta misión antidrogas.
Adam Isacson, director del programa de seguridad regional en la Oficina en Washington de Asuntos Latinoamericanos, afirma que “se puede interpretar como un mensaje político dirigido a los gobiernos de la región. Creo que ese es precisamente el sentido: se intenta revivir la Doctrina Monroe con su lógica de diplomacia a través de buques de guerra al estilo del siglo XIX”.
El presidente colombiano Gustavo Petro ha planteado una alternativa política a la situación venezolana basada en un “gobierno de transición compartido” que promueva una salida negociada y pacífica al conflicto, en contraste con la opción de una intervención militar.
Petro ha insistido en que cualquier cambio debe surgir del diálogo y de la voluntad del pueblo venezolano, oponiéndose a soluciones violentas que busquen el triunfo de un sector a costa del exterminio del otro.
La posibilidad de una salida negociada también implicaría a Colombia como mediador y garante del acuerdo. El propio Donald Trump aseguró estar dispuesto a reunirse con Nicolás Maduro. El presidente estadounidense dejó abierta la puerta a un diálogo con el líder autoritario venezolano, que es el objetivo de la creciente campaña de presión de su gobierno, según The New York Times.
“Nosotros deberíamos actuar como garantes de que esa transición se lleve a cabo, con el acompañamiento de observadores internacionales y, cuando sea necesario, brindando apoyo técnico en temas judiciales y de política pública. En resumen, nuestro principal aporte sería funcionar como garantes de un grupo internacional para facilitar la transición”, afirmó Enrique Prieto-Ríos, profesor de Derecho Internacional de la Universidad del Rosario,
Pero, ¿qué pasaría en una intervención militar?
“El presidente de Estados Unidos actúa con una política exterior discrecional y temperamental, lo que implica que sus decisiones pueden poner en riesgo incluso a aliados estratégicos de Washington”, aseguró Ronal Rodríguez, vocero e investigador del Observatorio de Venezuela de la Universidad del Rosario.
En ese escenario, si EE. UU. persigue metas más amplias que la simple persecución de “narcolanchas” —y considerando que el despliegue también ejerce presión psicológica sobre el régimen venezolano— surge inevitablemente otra pregunta: ¿qué ocurriría si el régimen cae y quién podría sustituirlo?
“La salida de la Revolución Bolivariana sería traumática, pues rompería un orden de 26 años marcado por violaciones de derechos humanos y un control territorial disperso en manos de grupos armados. Esto genera grandes incertidumbres sobre quién ejercerá el poder y cómo se recuperaría ese control, un proceso complejo que Colombia conoce de primera mano”, señaló Rodriguez.
El International Crisis Group advierte sobre posibles estallidos de violencia tras la caída de Maduro, ya que sectores de las fuerzas militares podrían resistirse a un cambio de régimen. Incluso con un acuerdo de transición, parte de las fuerzas de seguridad podría rebelarse o iniciar una guerra de guerrillas contra las nuevas autoridades. Además, numerosos grupos armados podrían aprovechar cualquier vacío de poder para consolidar o expandir su control territorial.
En este contexto, una de las mayores preocupaciones es el creciente poder del Ejército de Liberación Nacional (ELN), que ha aprovechado la frontera con Venezuela para fortalecerse. La guerrilla ha encontrado en ese país refugio y un espacio estratégico para expandirse, llegando incluso a actuar en coordinación con fuerzas venezolanas en algunas operaciones, según El País.
Este fortalecimiento representa un grave peligro en caso de una intervención militar, ya que el ELN podría actuar como un actor proxy para el régimen de Maduro, sirviendo como una primera línea de defensa contra cualquier acción externa.
En materia migratoria, un conflicto intensificaría el flujo hacia Colombia. Para mayo de 2025, el país ya alojaba a 2.812.648 venezolanos, y entre 900.000 y 1.200.000 colombianos que habían vivido en Venezuela regresaron en los últimos años.
En total, cerca de cuatro millones de personas, entre migrantes venezolanos y retornados colombianos, han llegado a Colombia durante la última década. Esta cifra podría aumentar significativamente.
La preocupación crece porque, según Rodríguez, las instituciones encargadas de gestionar la migración en la frontera han reducido su presencia y capacidades. Durante el gobierno de Gustavo Petro, la estructura de manejo migratorio fue prácticamente desarticulada, limitando la capacidad del país para enfrentar una llegada masiva de personas.
Colombia también enfrentaría riesgos directos en caso de una escalada militar: daños a infraestructuras, violaciones al derecho internacional, tensiones en la seguridad fronteriza y fuertes contingencias económicas.
Enrique Prieto-Ríos, advierte que la operación estadounidense cerca de Venezuela podría generar impactos colaterales en territorio colombiano y amenazar la recuperación del comercio binacional. Más que todo, teniendo en cuenta que , durante el periodo enero-agosto de 2025, el intercambio comercial entre Colombia y Venezuela alcanzó aproximadamente US 750 millones, reflejando un aumento del 8-10% con respecto al mismo periodo del año anterior. Las exportaciones colombianas hacia Venezuela fueron especialmente dinámicas, con un valor cercano a US 680 millones, un incremento del 11,9%, lideradas por alimentos, productos químicos y materias plásticas, según la Cámara Colombo Venezolana.
Esto contrasta con los años en los que no existían relaciones comerciales formales entre ambos países; por ejemplo, en 2020 el comercio binacional cayó a su peor cifra, con apenas US 220 millones.
No obstante, Prieto-Ríos considera que un cambio de régimen también podría tener efectos positivos para la región, como el retorno de muchos venezolanos a sus hogares y una mayor cooperación para fortalecer el control fronterizo y combatir grupos criminales que se refugian en Venezuela.
El despliegue militar de Estados Unidos frente a Venezuela ha dejado a Colombia en una posición vulnerable, enfrentando riesgos de seguridad, presión migratoria y posibles efectos de un colapso del régimen de Maduro, mientras debe lidiar con la incertidumbre generada por la tensión entre Washington y Caracas.
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