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Un día después de refugiarse en Madrid, el destacado opositor cubano Yunior García pidió al mundo dejar de ver con “romanticismo” a su país y entender que el régimen comunista se ha vuelto para el pueblo como “un marido abusivo que golpea a su mujer”.
En su primera rueda de prensa en la capital española, el líder del grupo opositor Archipiélago admitió que su salida asesta un “golpe doloroso” a la disidencia y que causó “decepción” entre sus seguidores.
Pero el promotor de la manifestación del 15 de noviembre, la cual fue frustrada por el gobierno cubano, garantizó que no solicitará asilo en España, donde se encuentra con su pareja con una visa de turista de 90 días, y piensa regresar “cuando mi vida y la de mi esposa no corran peligro”.
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Con su característico aire juvenil, Yunior García dijo que los cubanos no pueden “seguir siendo esclavos”, sin embargo, tampoco “alcanzar la libertad a un costo tan alto que incluya la pérdida de cientos, quizá miles de vidas”.
“La única forma de evitar ambas cosas es si la comunidad internacional deja de mirar a otro lado, deja de ignorar lo que ocurre en Cuba (...) Hay que dejar de verla con el romanticismo de los años 60 y hay que asumir en qué se ha convertido aquello que era una revolución”, expresó el dramaturgo de 39 años.
García recuenta que la isla “se ha convertido en un marido abusivo que golpea a su mujer, se ha convertido en un Saturno que ya devoró a sus hijos y ahora mismo se está tragando a sus nietos”, prosiguió, calificando al régimen de “tiranía brutal como pocas veces se ha visto”.
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Al haber sido prohibida por el gobierno la manifestación del lunes, con un gran despliegue de fuerzas militares, Yunior García anunció que marcharía en solitario el domingo 14 de noviembre. Sin embargo, el gobierno cubano impidió la protesta alegando que esta solo buscaba el cambio de régimen apoyados por Estados Unidos.
El día de la protesta, agentes de la seguridad cubana le impidieron salir de su casa, le cortaron su teléfono fijo y celular, y decenas de partidarios pro gobierno se apostaron frente a su edificio en La Habana.
García afirma que no había tomado la decisión de irse de Cuba hasta el día de la protesta. Pese a que debido al hostigamiento que sufrió tanto él como su familia en semanas anteriores, ya había solicitado la visa para ir a España.
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Las amenazas habían llegado a tal punto, que días anteriores encontró a dos palomas decapitadas frente a su casa. “Si nos quedábamos en Cuba nos decapitan, nos hemos visto reflejados en esas dos palomas”, dijo, señalando que si bien las autoridades no hubieran atentado contra él para no convertirlo en “un símbolo”, sí que buscaban “anularlo” como persona.
“Perdón por ser humano”
Sobre su salida abrupta, manifestó entender el “dolor” y la “decepción” generada en sus seguidores.
“Ya lograré perdonarme yo mismo, quizás por no haber tenido el valor de convertirme en piedra y de convertirme en una estatua de bronce. Quizás pedir perdón por ser humano, por pensar en mi esposa y en mi vida, y por escapar de lo que iba a constituir seguramente una muerte en vida, porque eso es lo que me esperaba en Cuba”, señaló.
Pero “en ningún caso voy a renunciar ni me voy a rendir por hacer lo que pueda por la gente que se quedó en Cuba”, prometió.
Sobre el hecho de que haya podido salir de Cuba en un vuelo comercial, estimó: “El poder en Cuba es totalitario, obviamente si hubieran querido, me hubieran impedido irme”. España le otorgó la visa para evitar que tuviera “problemas en Cuba”, de acuerdo con el ministro de la Presidencia, Félix Bolaños.
España ha sido el destino de muchos exiliados políticos de Latinoamérica en los últimos tiempos, particularmente de los venezolanos.
En la capital española se refugiaron, por ejemplo, el venezolano Leopoldo López y el escritor nicaragüense Sergio Ramírez, connotados detractores de los gobiernos de sus respectivos países.
Madrid también alberga a disidentes cubanos. Decenas de ellos llegaron a principios de la década de 2010, tras ser excarcelados por las autoridades cubanas gracias a la mediación de la Iglesia católica.
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