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En Burgos, una "chispa" encendió la revuelta

Desde el 10 de enero, habitantes de Gamonal organizan manifestaciones cada noche, algunas marcadas por los incidentes.

AFP
16 de enero de 2014 - 03:51 p. m.
En Burgos, una "chispa" encendió la revuelta

La remodelación de una calle "es la chispa que lo ha encendido todo, porque la gente está quemada por la corrupción y por el paro", explica Daniel García, un habitante de Burgos embarcado en la explosión de ira que sacude desde hace días la ciudad.

Junto a otros vecinos, este desempleado de 26 años ocupa un "refugio" construido con lonas azules muy cerca de las obras de la calle Vitoria, una arteria de Gamonal, barrio popular de esta localidad de unos 170.000 habitantes en el norte de España.

En esta acampada, que recuerda a las que en la primavera de 2011 instalaron 'los indignados' por toda España, se relevan desde el lunes los detractores del proyecto de renovación viaria, de un costo de ocho millones de euros, para impedir que sigan las obras.

"Los vecinos nos traen comida, café para aguantar todo el día. Desde la 6 de la mañana es mucho tiempo y hace mucho frío", afirma Daniel. Algunos les traen también dinero para pagar las fianzas impuestas a los manifestantes detenidos en los últimos días.

Desde el 10 de enero, habitantes de Gamonal organizan manifestaciones cada noche, algunas marcadas por los incidentes, que se saldaron con más de 40 detenciones hasta la suspensión de las obras el martes. El jueves por la noche, volvían a ser miles las personas que protestaban con estruendo de silbatos para exigir la retirada del proyecto.

El movimiento se propagó el miércoles a otras ciudades, como Valladolid y Oviedo en el norte, Sevilla en el sur, y Madrid, donde estallaron enfrentamientos entre grupos de jóvenes y las fuerzas del orden. El jueves había convocadas nuevas protesta en varias ciudades de España.

Nadie hubiese podido imaginar que la construcción de un parking subterráneo y el paso de dos a cuatro carriles provocase incidentes como los que se produjeron el pasado viernes en esta ciudad de reputación conservadora y tranquila.

"El boulevard no es el problema. Detrás de este boulevard hay rabia, hay paro, hay desesperanza, hay un mundo con mucha falta de humanidad. El barrio decide luchar contra la casta empresarial y política que tiene esta ciudad. Es necesario limpiar nuestro país de la corrupción", afirma Angel Barredo, jubilado de 71 años y uno de los portavoces del movimiento.

"Ha sido una chispa, un brote", dice también Iñaki Velasco, un estudiante de 16 años, que como los demás denuncia un proyecto "faraónico" cuando "hay muchos otros problemas que arreglar". "Hay una guardería que ha cerrado porque dicen que no tienen los 13.000 euros para reformarla", agrega.

En la línea de mira: el alcalde conservador, Javier Lacalle, acusado de haber ignorado las protestas pacíficas contra el proyecto, y Miguel Méndez Pozo, un empresario que pasó por la cárcel, promotor inmobiliario y presente también en la prensa regional.

Los habitantes ven en estas obras el símbolo de los abusos de la burbuja inmobiliaria, que estalló en 2008 precipitando al país en la crisis y disparando el desempleo hasta casi el 26%.

El boulevard "es la gota que colma el vaso", considera también Nerea Pérez Arnaiz, una desempleada de 32 años que escribe un cartel de apoyo de los manifestantes detenidos.

"Somos un pueblo obrero que está maltratado en cuanto a los desahucios, al paro. A la gente que nos gobierna no le importa nuestra situación. Nos ha dado mucha rabia porque no necesitamos un boulevard sino guardería, educación, salud", afirma.

El portavoz de la región de Castilla y León, José Antonio de Santiago Juárez, reconoció el jueves ante la prensa que este movimiento es la muestra de un profundo "rechazo a la clase política".

El gobierno conservador de Mariano Rajoy y las 17 regiones de España llevan a cabo desde hace dos años importantes recortes en el gasto público para reducir el galopante déficit del país.

Pero en Gamonal, los habitantes sienten que los más desfavorecidos pagan los platos rotos, mientras "la clase política sigue beneficiándose del sistema".

 

Por AFP

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