El Espectador conversó con los profesores polacos Anna Wojciuk, docente en la Universidad de Varsovia y presidenta de la asociación Social Contract Incubator, y Jacek Giedrojć, empresario en la industria de inversiones de capital privado. Ambos son autores del libro Pongámonos de acuerdo sobre Polonia (<Let’s agree on Poland, en su idioma original), donde proponen soluciones a la creciente polarización política en su país.
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Durante la gira de presentación de su libro, que incluyó una visita a Colombia hace dos semanas, les consultamos sobre los paralelos y diferencias entre la situación política de Polonia y la de Colombia.
¿Cuál es el mensaje central de su libro sobre la polarización —que no es inevitable en nuestras democracias— y, sobre todo, cómo puede rediseñarse o reducirse?
Jacek: Nuestra primera conclusión fue que la polarización es real y tiene causas profundas, no es un fenómeno pasajero que vaya a desvanecerse por sí solo. Además, en Polonia la polarización está fuertemente ligada a la geografía: algunas regiones son marcadamente conservadoras, mientras que otras se inclinan más hacia posturas progresistas o liberales.
Esto inspiró la idea de decentralización geográfica como una forma de superar… no exactamente la polarización, porque en cierto sentido es inevitable y tiene raíces históricas profundas, sino mitigar sus consecuencias negativas.
Anna: Algunos polacos son muy conservadores. Otros se han movido claramente hacia la izquierda y quieren una sociedad progresista. Y aunque los orígenes de estas diferencias son profundos, la radicalización actual del discurso, que vemos en muchas democracias, está haciendo más difícil que el sistema funcione bien.
¿Qué paralelos y diferencias han observado entre la polarización en Polonia y la polarización ideológica en Colombia?
Anna: Algo que quedó muy claro en nuestras discusiones fueron las diferencias entre nuestros países, y creo que por ahí debo empezar. Colombia tiene una historia mucho más compleja de divisiones internas que derivaron en violencia, y aún hoy enfrenta muchas de sus consecuencias. En ese sentido, nuestros países son muy distintos. Varias preguntas de los estudiantes destacaban precisamente esto. En Polonia no tenemos, o tenemos muy poca, violencia política.
Aprendimos que en Colombia también surge un sector de derecha que se aleja de las posturas tradicionales y se aproxima a la nueva derecha, un movimiento fuerte en Europa y EE. UU. que cuestiona tanto las agendas liberales como las reglas de la democracia liberal.
Jacek: Una parte central de nuestro proyecto es impulsar el desarrollo económico y social, y entendemos que, por las diferencias ideológicas y de desarrollo, cada región necesita estrategias distintas. Creo que en esto se parecen mucho a Colombia. Ustedes tienen un nivel de desigualdad regional mucho mayor que el de Polonia. Aunque para nosotros es un tema relevante, para ustedes es todavía más determinante.
¿Qué propuestas de su libro podrían extrapolarse al caso colombiano?
Anna: Aunque es muy diferente y nuestro libro solo plantea soluciones para Polonia. Si Colombia quiere más descentralización, necesitaría garantías muy fuertes de solidaridad con las regiones más pobres. Lo segundo es la importancia del poder judicial. En su Constitución del 91 tienen instituciones muy sólidas de control y equilibrio. Y en nuestro proyecto también es fundamental, porque los movimientos populistas atacan la justicia para quitarse controles.
Para mí fue fascinante aprender que la justicia en Colombia tiene una legitimidad muy fuerte, más que en Polonia, en parte por su rol histórico en derechos humanos y el proceso de paz.
Jacek: Estamos convencidos de que, si no se abordan las consecuencias de la polarización con mecanismos políticos, judiciales y económicos, el sistema se vuelve disfuncional. Y en Colombia más aún, por su memoria reciente de violencia a gran escala.
¿Cómo pueden las propias instituciones contribuir a alimentar la polarización, según lo que plantean en su libro?
Anna: Básicamente porque crean incentivos para jugar sucio y polarizar, porque los costos de perder el poder son altísimos. Ambos lados tienen miedo: los liberales temen que la derecha sea autoritaria; la derecha teme que si pierde irá a la cárcel, como en Brasil con Bolsonaro. Así que el juego se vuelve de “ganar o morir”. Queremos bajar el costo de perder. Permitir que haya victorias pequeñas, descentralizadas. Que no sea “el ganador se lleva todo”.
Jacek: Buscamos que los temas más polarizantes —como aborto, educación sexual o religión en escuelas— pasen a las autoridades regionales para evitar que se usen como armas políticas nacionales. También proponemos reformar las finanzas públicas, combinando impuestos regionales y centrales para asegurar solidaridad.
En Colombia sería más difícil por la alta informalidad y la baja recaudación, por lo que requeriría otro diseño. Aun así, aunque los cambios serían más radicales que en Polonia, el libro puede servir como inspiración y guía.
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