¿Sobrevivirá Mariano Rajoy al desafío catalán?

A petición del jefe del gobierno español, el Tribunal Constitucional prohibió la consulta del 1º de octubre. En Madrid, la impresión generalizada es que Rajoy dejó pasar oportunidades para negociar con los líderes de Cataluña y el problema se salió de cauce.

Raphael Minder
28 de septiembre de 2017 - 03:05 a. m.
Manifestaciones en Cataluña a favor de votar el referendo independentista del domingo, declarado ilegal. / AFP
Manifestaciones en Cataluña a favor de votar el referendo independentista del domingo, declarado ilegal. / AFP
Foto: AFP - LLUIS GENE
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Mariano Rajoy, presidente del gobierno de España, es el gran sobreviviente de la política española: ha superado derrotas electorales, un rescate de la banca y escándalos de corrupción en su partido, no debido a alguna demostración de audacia política, sino por cautela y una gran paciencia para esperar que otros fallen.

Sin embargo, ahora no sólo está en peligro la supervivencia política de Rajoy, sino también la unidad de España, pues un desafío secesionista que dejó germinar en Cataluña amenaza con dispararse fuera de control. Después de su apoyo a los recientes arrestos de separatistas catalanes y funcionarios electos, se avivó el movimiento de independencia. Una extraña medida de Rajoy que podría ser contraproducente.

“Rajoy siempre ha demostrado el enfoque imperturbable de un administrador inteligente en vez de la visión de un gran líder político”, afirmó Josep Ramoneda, un columnista político y filósofo. “Pero creo que ahora va a pagar un precio muy alto por su pasividad y falta de disposición para tomar las riendas de este problema y creer que Cataluña era un problema que se disiparía solo”.

El gobierno regional separatista de Cataluña se prepara para celebrar un referendo de independencia el 1º de octubre, a pesar de la oposición de políticos y jueces de Madrid, pues afirman que este voto contravendría la Constitución. La policía española allanó las oficinas centrales de la Generalitat, el gobierno regional en Barcelona, y arrestó a 14 personas. Casi de inmediato, unas 40.000 personas se lanzaron a las calles a protestar. Los líderes catalanes dieron a entender que Rajoy estaba conduciendo al país de vuelta a los días oscuros de Franco y el fascismo. “El gobierno español ha cruzado la línea roja que lo distinguía de los regímenes autoritarios y represivos”, señaló Carles Puigdemont, el líder catalán, tras los arrestos de la semana pasada. Más tarde, los detenidos fueron liberados, pero se espera que se les acuse de desobediencia civil y mal uso de fondos públicos para organizar una votación ilícita. El gobierno español anunció que enviaría más oficiales de policía a Cataluña para mantener el orden e impedir la consulta. Además, durante el fin de semana, Madrid anunció que centralizaría el mando de todas las operaciones policíacas en Cataluña, incluida la policía autónoma de la región.

No hay consenso en cuanto a los responsables de que escalara el conflicto. Sin embargo, en Madrid, la impresión casi generalizada es que Rajoy dejó pasar oportunidades para negociar con los líderes de Cataluña y aprovechar las divisiones políticas dentro de la región autónoma. En vez de hacerlo, de acuerdo con sus críticos, bloqueó a los catalanes, quienes en un principio expresaban mayor inquietud por cuestiones de dinero que de soberanía.

Rajoy tiene años de experiencia negociando con los catalanes. En 1996 fue uno de los líderes del Partido Popular que viajaron a Barcelona para llegar a un acuerdo con sus contrapartes catalanas, de manera que José María Aznar pudiera convertirse en presidente del gobierno de España. En su autobiografía, Rajoy hace notar que el acuerdo con los catalanes inauguró “uno de los períodos más brillantes en la historia reciente de la España contemporánea”. No obstante, en 2012, en plena crisis bancaria española, Rajoy negó una solicitud del gobierno regional de Cataluña para negociar mejores términos fiscales en la región, que representa casi una quinta parte de la economía española. El liderazgo del principal partido conservador de Cataluña se unió entonces al movimiento a favor de separarse de España.

Cinco años después, los líderes catalanes dicen que ya no les interesa recibir concesiones fiscales, pues lo que quieren es administrar su propio Estado. Los separatistas ocupan la mayoría de los asientos de su parlamento regional (sin haber ganado una mayoría de votos). Algunas encuestas de opinión muestran que hay menos apoyo al movimiento de independencia, pero la mayoría está a favor de votar con respecto al futuro de Cataluña.

De hecho, el principal partido de oposición español, el Partido Socialista, que había respaldado la postura de Rajoy con respecto a Cataluña, ahora parece menos seguro de brindarle apoyo.

El 19 de septiembre, Margarita Robles, la vocera parlamentaria del partido, criticó a Rajoy por emplear sólo herramientas legales y no políticas para confrontar a los separatistas. Le pidió aclarar exactamente qué medidas de emergencia estaba dispuesto a tomar el gobierno en Cataluña. “Los socialistas están divididos entre su deseo de que los consideren una solución para Cataluña y su deseo de aprovechar la oportunidad de este conflicto para destituir a Rajoy”, explicó el columnista Ramoneda.

Algunos analistas señalan que Rajoy no tenía más opción que tomar una postura más estricta. “Ya sea Rajoy o cualquier otro que esté a cargo, nadie puede permitir a los separatistas pisotear el Estado de derecho”, dijo César Díaz-Carrera, profesor de política de la Universidad Complutense de Madrid.

Sin embargo, otros expertos también subrayan que Rajoy evitó subir el tono de la confrontación la última vez que los separatistas votaron acerca de la independencia, en noviembre de 2014: esa votación se declaró ilícita, pero ni Rajoy ni la policía tomaron ninguna medida para impedirla.

Sin embargo, en 2014, la votación de Cataluña fue no vinculante y Rajoy tenía mayoría en el parlamento, por lo que su supervivencia política no estaba en juego. El jefe del gobierno español, además de ser blanco de críticas de los socialistas, está bajo presión en su propio Partido Popular, porque algunos políticos de línea dura quieren que active facultades de emergencia y tome control administrativo total sobre Cataluña, en vez de tomar medidas moderadas, como evitar que los catalanes financien y organicen su referendo.

El gobierno de Rajoy también requiere el apoyo de los legisladores de Ciudadanos, un partido que se originó en Cataluña como oposición al movimiento separatista. Quizá Rajoy haya desperdiciado otras oportunidades para negociar el fin del conflicto con Cataluña, pero ahora por lo menos ha dado una “respuesta medida” a los separatistas que pretenden contravenir la legislación, según Luis Garicano, un miembro destacado de Ciudadanos.

“No creo que Estados Unidos o ningún país de Europa acepte que alguien prepare una declaración unilateral de independencia sin reaccionar en su contra”, dijo Garicano. Y agrega: “Por lo menos mantiene los demonios del nacionalismo bajo control, mientras que los catalanes separatistas despiertan fuerzas que no pueden controlar”.

2017 New York Times News Service.

Por Raphael Minder

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