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Así es el Triángulo Dorado de las drogas en México

Comprendido por los estados de Chihuahua, Durango y Sinaloa, posee cerca de 12.000 hectáreas con sembradíos de amapola y marihuana. Ha sido tierra de los narcos más buscados.

Juan David Torres
11 de enero de 2016 - 02:00 a. m.

l vidente Antonio Vázquez Alba, reconocido en México como el Brujo Mayor, predijo el martes pasado que el Chapo Guzmán no sobreviviría a otra captura. “En cuanto lo vean, lo matan”, auguró. Tres días después, sus palabras fueron refutadas por un acto certero: en un motel de carretera, en Los Mochis (Sinaloa), el narcotraficante fue capturado después de trasegar por las alcantarillas en busca de refugio. El descrédito del vidente habría sido menor si, en vez de adivinar detalles tan específicos, hubiera hecho cálculos más generales: podría haber garantizado, por ejemplo, que aunque capturaran al Chapo, incluso si muriera, el negocio de la droga en el Triángulo Dorado (la región comprendida entre Sinaloa, Durango y Chihuahua) permanecería tan firme como hasta ahora. El acierto sería irrefutable.

El Triángulo Dorado, bautizado así por Estados Unidos en 1970, tiene la mayor proporción de droga en el país: los carteles cosechan allí cerca de 50 toneladas de amapola al año, de acuerdo con datos de la Fiscalía General. Gracias a la salud de su clima templado y a la cadena de montañas que comprenden la Sierra Madre Occidental, la zona se convirtió desde entonces en un encuadre esencial para el cultivo de amapola y marihuana. Tras la caída de los carteles colombianos, según cuenta el Blog del Narco, la región norteña de México tomó el relevo y se convirtió en el centro de eclosión de narcotraficantes como los Beltrán Leyva, el Chapo Guzmán (que también había vuelto a estas tierras, a Mazatlán, luego de su primera fuga en 2001) y Miguel Ángel Félix Gallardo. Según la Fiscalía General, cerca de 10 grupos de narcotráfico tienen fuertes en la zona. El cartel de Sinaloa, con toda la sutileza que lo ha caracterizado en los últimos años y la suavidad propia de quien prefiere mantenerse en el negocio en medio de una medida diplomacia, domina en la región.

En el Blog del Narco se lee: “La pobreza y la opulencia contrastan con fuerza en la región: si bien algunos pobladores plantan frijoles y otros alimentos, por lo general eso no les alcanza para vivir. El principal ingreso proviene del pago diario de los narcotraficantes por las plantaciones de marihuana y amapola que realizan en temporada de lluvias. Aun con esta actividad, viven de manera marginal, sin electricidad ni otros servicios básicos”. El Ejército mexicano ha dicho que los sembradores de droga (o rayadores, como son llamados) reciben cerca de US$9 al día, mientras que un kilo de heroína se vende a US$71.000. Las tentativas de destruir los cultivos han resultado inefectivas porque, aunque entre 2011 y 2013 fueron erradicadas más de 80.000 hectáreas, los campesinos vuelven al negocio por miedo, por pragmatismo y porque el Estado se ausenta. Darwin Franco, profesor y periodista mexicano, dice que el Gobierno quiere “pregonar que su estrategia funciona y lo demás no importa”. La captura del Chapo Guzmán pudo ser el producto de una extensa y cuidada operación, pero mientras tanto el cartel de Sinaloa ha reajustado su cadena de trabajo y parece hoy tan próspero como en sus mejores tiempos.

Cerca de 12.000 hectáreas del Triángulo Dorado, según cifras oficiales, se utilizan para la producción de droga, buena parte de ellas de amapola (que sirve para procesar también heroína, una droga que da mejores ganancias). Entre cerros y bosques, según testimonios recogidos por la BBC, los narcotraficantes han instalados mangueras de riego para mantener los cultivos a pesar de la constante vigilancia militar a través de drones y personal de a pie y en camiones. La accidentada geografía de la sierra les ha permitido a los narcos, incluso, crear pistas clandestinas para el transporte de la droga hacia los puertos en su poder.

El cuidado ha sido especial en los últimos meses, a causa de la segunda fuga del Chapo. Las entradas principales a los tres estados (y sobre todo las de Cosalá, en Sinaloa, y Tamazula, en Durango) estaban vigiladas por las fuerzas militares. El cartel de Sinaloa debe atender también las amenazas de otros grupos ansiosos de territorio, como los Zetas y el cartel de Juárez. Su dominio en la región se ha debido, sobre todo, a que su estrategia más reciente consiste en renunciar a actividades como el secuestro y la extorsión y a la dedicación exclusiva en el cultivo y la distribución de la droga (además de robar petróleo a la estatal Pemex y venderlo en el mercado negro). Pequeños grupos productores y distribuidores trabajan en la zona bajo la condición de pagar un impuesto al cartel de Sinaloa.

Dice el Blog del Narco: “La escasez de mano de obra y dinero para destruir la totalidad de los cultivos, la ineficiente participación de la policía municipal y la incapacidad de detener a pueblos enteros, son algunos argumentos comunes a la hora de explicar por qué prospera el narcotráfico. También se pone el énfasis en la minuciosa organización de los carteles: cuentan con refugios perfectamente camuflados, donde las armas y otros ‘elementos de trabajo’ pasan desapercibidos ante los controles de las fuerzas castrenses”. El gobierno de EE. UU. dice que cerca del 50% de la heroína que se consume en su país proviene de México, una cifra paralela al aumento de incautaciones de amapola que, según la Secretaría de Defensa Nacional, ocurrió en México entre 2013 y 2014: de 871 pasaron a 3.600. Las autoridades de EE. UU. reconocen que el negocio de la marihuana ha sido en parte dejado a un lado para producir heroína y los carteles buscarán mejorar la producción, en comunicación con carteles de la frontera sur de EE. UU., para fundar una nueva franquicia. El Chapo ya está fuera de esos planes.

Por Juan David Torres

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