Bertone, un ambicioso papa en funciones

Tarcisio Bertone.

Sin embargo, Bertone, el segundo hombre más poderoso del Vaticano después del papa, tendrá poderes limitados, pues no será responsable del gobierno espiritual de la Iglesia ni tomará decisiones ni nombramientos. Sus funciones se limitarán a administrar los bienes del Estado vaticano. Desde 1991, cuando fue nombrado arzobispo de Vercelli, se convirtió en estrecho colaborador de Joseph Ratzinger. Por eso, en 2006, cuando fue nombrado papa, Benedicto XVI lo puso en el cargo de secretario de Estado.

Sin embargo, dicen vaticanistas que la ambición desmedida de Bertone terminó alejándolo del papa. Cuando en 2010 estalló el escándalo de Vatileaks, —la filtración de documentos secretos del Vaticano—, se conoció una carta en la que se acusaba a Bertone de enviar al exilio o a puestos de poca importancia a grandes colaboradores de Benedicto XVI. Decía la prensa que la ambición, los celos y la pelea por puestos claves dentro de la política de la Iglesia católica habían minado seriamente la relación entre Benedicto XVI y su mano derecha.

Bertone, un salesiano que llegó al Vaticano con poca experiencia en el manejo de la cúpula vaticana, aprendió pronto el manejo de los hilos del poder, pero en ese proceso acumuló muchos enemigos como secretario de Estado. Hizo también un buen número de seguidores a quienes ubicó en los departamentos políticos del Vaticano, incluida la gobernación; su gente es la que mueve la maquinaria política. La última batalla con Benedicto XVI fue por la dirección del Banco Vaticano, que finalmente quedó al mando del barón Ernst Von Freyberg, caballero de la poderosa Orden de Malta y constructor de buques de guerra. Fue la última movida que hizo el papa antes de pasar a buen retiro en Castel Gandolfo.