El ruido de las bombas no dejó de escucharse esta semana en Pakistán. el viernes justo antes de la oración, tres suicidas detonaron artefactos explosivos en Lahore, la ciudad más insegura del país según expertos en seguridad, dejando alrededor de 40 muertos. La noticia, sin embargo, no sorprendió a nadie, pues desde el lunes esta nación ha sido escenario de varios atentados.
El lunes, el blanco fue la Agencia de Investigación Federal, con sede en Lahore. Un hombre bomba se inmoló frente al edificio de la AIF y provocó la muerte de 20 personas. Los dos siguientes días la situación se repitió en la misma ciudad, que fue sacudida por otros ataques, esta vez con un saldo de cinco muertos y más de 30 heridos.
Como si el baño de sangre no fuera suficiente, un suicida talibán asociado a la red terrorista Al Qaeda, señalada por los investigadores como autora de la ola de terror que sufre el país, hizo estallar una carga explosiva en las inmediaciones de un puesto de control de las fuerzas de seguridad en la zona de Bara Qadeem, Peshawar. Doce personas, entre ellas varios niños, murieron.
Expertos en seguridad determinaron que Lahore es tan vulnerable porque está justo en el centro del país y en varias zonas del norte y sur de la región los terroristas convergen con la insurgencia talibán hasta el punto de que una de las facciones más activas de Tehrik-e-Taliban Pakistán (TTP), el movimiento que reúne a los talibanes, tiene su sede acá.
Según un informe del Instituto de Estudios para la Paz en Pakistán, más de 12.000 personas fallecieron en 2009 en sucesos violentos en el país surasiático, una cuarta parte de ellas en atentados terroristas. Este año, la violencia no ha dado tregua. En lo que va corrido del año, más de 30 ataques han sacudido a esta nación.