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Una coalición de 20 estados y el fiscal general de California anunciaron este lunes dos demandas contra el Gobierno estadounidense por su decisión de excluir de la financiación pública a las clínicas que practiquen abortos o desvíen esos procedimientos a otros especialistas.
El fiscal general del estado de California, el demócrata Xavier Becerra, presentó la primera demanda en los juzgados de San Francisco, mientras que la otra, que representa a los gobiernos de 20 estados en su mayoría demócratas, se presentará en los juzgados de Eugene (Oregón) este martes 5 de marzo.
"La norma negará a las pacientes acceso a servicios sanitarios esenciales e impedirá a los doctores ofrecerles información completa y exacta sobre tratamientos médicos", indicó Becerra al dar a conocer la querella.
Por su parte, la gobernadora de Oregón, Kate Brown, lamentó que el Gobierno federal "quiera robar a los individuos su derecho a la información médica completa y a los servicios médicos". Las leyes de EE. UU. ya impiden que los abortos se financien con fondos públicos, pero la nueva norma, que todavía no ha entrado en vigor, establece que los centros de planificación familiar deben tener una "clara separación física y financiera" entre los servicios de salud subvencionados por el Gobierno y los que ofrecen para abortos, financiados de forma independiente. Le recomendamos: El aborto, en tiempos de Trump
La norma afecta directamente a Planned Parenthood, el mayor grupo de planificación familiar de EE. UU. y que, sin ánimo de lucro, ofrece asesoramiento sobre anticonceptivos, tratamiento para enfermedades de transmisión sexual, pruebas para la detección del cáncer y practica abortos. Vea también: Trump apoya la marcha contra el aborto en Washington
Planned Parenthood se ha convertido en blanco de ataques por parte de grupos contrarios al aborto y que votaron a favor del actual presidente, Donald Trump, en las elecciones de 2016. El grupo de planificación ha bautizado la norma como "ley mordaza" porque, en la práctica, impedirá al personal de los centros de planificación familiar informar a sus pacientes sobre las distintas opciones que tienen para abortar, una opción que no se subvenciona con fondos públicos.