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“En el 2003 éramos prácticamente independientes, Hussein había caído y esa página en blanco que se abría para el país, queríamos escribirla como un Irak unido”, dice el general Hazhar Ismail, miembro del alto comando de los peshmergas, “los que le dan la cara a la muerte”, como los kurdos llaman a su ejército, que comenzó como una guerrilla en los años sesenta y que no puede llamarse ejército para que no se confunda con las Fuerzas Armadas Centrales de Bagdad.
El estatus de los peshmergas y las irregularidades en las regalías enviadas desde la capital iraquí son dos puntos que regresan con frecuencia si se trata de justificar la determinación de los kurdos del norte del país, a la hora de realizar, este lunes, un referendo separatista cuya posposición ha sido solicitada por Naciones Unidas y el gobierno estadounidense.
“Ahora sabemos que no separarnos en ese momento fue un error y no vamos a esperar catorce años más”, dice el general Ismail.
El muro triple de concreto que rodea el búnker del Comando Central de los peshmergas no impide que se sienta la fiesta que ha durado toda la semana en las calles de Erbil, la ciudad más importante del Kurdistán iraquí. Desde mediodía hasta bien entrada la noche, los pitos de los autos y las vuvuzelas, hacen pensar en una final de Campeonato Mundial de Fútbol.
Fue precisamente el Estadio Municipal Franso Hariri el lugar elegido para el cierre de la campaña por el SI, el pasado viernes, cuando al menos cuarenta mil personas ocuparon el local, al punto de arrancar las rejas de seguridad, para escuchar, entre aclamaciones de “Al fin libres” y “Adiós, Bagdad”, el discurso del presidente del gobierno regional, Massoud Barzani, el hombre cuyo rostro acompaña buena parte de las calcomanías, afiches y vayas por el SÍ.
Hijo del guerrillero Mustapha Barzani, figura histórica de la resistencia kurda, Massoud Barzani nació en y durante la República de Mahabad, el efímero experimento político de 1946 que mientras resistió a la represión iraní fue el único período en el que los kurdos han tenido ese estado que les fue prometido en el Tratado de Sevres, cuando las potencias occidentales se repartieron a su gusto el Medio Oriente y que hacen que hoy en día sean la minoría sin país más grande del mundo, con 45 millones de personas repartidas entre Irak, Irán, Turquía y Siria.
Temiendo que el movimiento secesionista se contagie a sus respectivas comunidades kurdas, los gobiernos de Teherán, Ankara y Damasco se han solidarizado con Bagdad y amenazado con diferentes grados de respuesta que van desde las sanciones económicas hasta la intervención militar, en caso de la no cancelación de un referendo al que Barzani, a los 71 años y al final de su carrera política no piensa renunciar.
“El Kurdistán Iraquí es como una islita, rodeada de enemigos por todas partes” dice Khali, un kurdo nacido en Turquía que, como muchas otras personas de su región, atravesó la frontera harto de la pobreza y los hostigamientos continuos de las fuerzas armadas turcas.
“Hay mucha emoción por el referendo pero hay que entender que los que voten NO, no lo hacen por traicionar nuestra historia sino porque tienen miedo de vivir una guerra más” continúa, recordando la operación Anfal, el genocidio liderado por Saddam Hussein, que dejó 180.000 muertos, incluidos 4.000 por armas químicas y la reciente guerra contra el Estado Islámico en el Norte de Irak, donde luego de la retirada del Ejército iraquí, los peshmergas debieron combatir contra los islamistas y fueron claves en batallas como las de Mosul y Kirkuk.
Es precisamente en Kirkuk, que a pesar de no estar oficialmente en la región administrativa kurda y a pesar de que los kurdos representan sólo la mitad de la población, donde se ha decidido participar en el referendo. Allí se han concentrado los incidentes violentos, que han dejado un muerto en la última semana.
Para calmar los ánimos, las autoridades de Erbil insisten en que en el nuevo estado de Kurdistán Iraquí, se respetarán los derechos de las minorías chiitas, cristianas, |kurdas, judías y yazidíes, así como la igualdad entre hombres y mujeres.
La fecha en la que se declarará oficialmente el nuevo estado del Kurdistán Iraquí aún no ha sido anunciada, pero mientras las banderas tricolores con un sol en la mitad, inundan las calles, casas y comercios de Erbil, la única bandera iraquí visible en el centro, sobre el edificio de la Gobernación, flota con desgano, como si supiera que le queda poco tiempo antes de ser arriada.