Colombia está dividida. Profundamente dividida, inconforme, golpeada por la pandemia, en crisis. Desde finales de 2019 el país se había levantado para protestar en una ola de manifestaciones en América Latina; esta vez, las protestas superan a las de entonces en número de movilizaciones, violencia, vandalismo y bloqueos, todos condenados por la comunidad internacional.
Tras una de las cuarentenas más prolongadas del mundo, que dejó en el país más colombianos viviendo en la pobreza (2,8 millones más), las redes sociales exponen esa dura realidad y, además, se convirtieron en el territorio del activismo en línea. Ante la desconfianza en los medios locales, miles de ciudadanos han recurrido a transmisiones en vivo y videos en TikTok, una de las plataformas más populares entre los estudiantes y la generación Z, que señalan a los medios tradicionales de seguir con el discurso de siempre.
Las redes sociales, que para muchos expertos son tan exitosas porque allí no hay censura y son espacios en donde se democratiza la libertad de expresión, captaron la atención de grandes audiencias a nivel global.
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Según una encuesta del Pew Research Center, realizada en Estados Unidos, el 54% de los usuarios en las redes sociales, entre 18 y 29 años, dijeron que usan las plataformas para buscar información sobre huelgas y manifestaciones callejeras. Eso explicaría por qué desde Buenos Aires a Valencia o Nueva York, las comunidades internacionales y los expatriados colombianos han mostrado solidaridad con protestas presenciales y masivos movimientos en internet.
Pasó también en Europa y Estados Unidos, en donde el 2020 estuvo marcado por un crecimiento del activismo en línea. Una de las organizaciones que dirigió las protestas durante el verano del año pasado en Inglaterra, Black Lives Matter UK, mostró su solidaridad con Colombia en Twitter, demostrando que el movimiento para poner fin a la brutalidad policial y pobreza sistémica es global.
Llamadas urgentes
Para dirigir más atención a la grave situación de Colombia, cientos de ciudadanos de ese país se tomaron por asalto la cuenta de Instagram de la Corte Internacional de Justicia (CIJ), entre otros perfiles, y los inundaron con comentarios y etiquetas, como #SOSColombia. Hasta el 8 de mayo había más de 240.000 publicaciones con ese hashtag.
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Esto, según ciudadanos, porque “los medios tradicionales de Colombia hicieron un cubrimiento más cauto en sus reportajes sobre las protestas”. Los colombianos se volcaron entonces hacia medios extranjeros como France24 que ayudó a divulgar videos en primer línea de las protestas en Cali, por ejemplo.
Los jóvenes estudiantes están armados con nada más que un celular para informar sobre los acontecimientos. Con la disponibilidad masiva de Internet, una conversación entre un policía y un activista de derechos humanos puede volverse viral de inmediato y, más aún, llegar a un personaje importante, ya sea que esté en París o un pueblo colombiano.
En una entrevista, Giovanni Romaña Escobar, integrante del grupo de derechos humanos Antioquia Humana, afirmó que este es el objetivo: “Las cortes internacionales para los Derechos Humanos pueden contar con el pueblo colombiano para tener todas las pruebas posibles sobre esta violación sistemática de #DDHH “.
Con varias transmisiones en vivo que están ocurriendo todos los días desde las ciudades principales de Colombia, los manifestantes no son solo las personas que se encuentran en las calles, sino que también tienen el apoyo de los nuevos grupos de activistas digitales.
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En los últimos días, miles de manifestantes que se enfrentaban a la policía en puntos críticos como el Parque de Los Deseos en Medellín (ahora conocido como Parque de la Resistencia), estaban siendo observados por decenas de miles de personas en línea, y la solidaridad fue abrumadora.
Esto es porque muchos de los espectadores se negaron a ser solo actores pasivos, y decidieron participar activamente para ayudar a localizar personas, buscar información en Google para la persona que transmite, verificar información, y compartir un amplio contenido con sus amigos y familiares así como con actores internacionales. Etiquetas como @BBCMundo se compartieron ampliamente en estas transmisiones en vivo, especialmente durante los momentos de escalada.
El activismo digital
En los últimos días, las redes sociales se han visto inundadas de publicaciones sobre cómo evitar la censura mediante la instalación de una VPN, y de rumores sobre la implementación de tecnologías de bloqueo de internet por parte de las fuerzas de seguridad en Cali.
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En conversación con El Espectador, el activista AquinoTicias, quien asegura haber sido víctima de censura, afirmó: “Si el gobierno no escucha a su población, pues tiene que escuchar a la comunidad internacional. A través de las redes sociales los colombianos pueden mostrar al mundo no solo los atropellos a los derechos humanos sino para evidenciar también las acciones bonitas de la movilización y la resistencia”.
Todos estos hechos llevaron a que periódicos internacionales como The Guardian, británico, estableciera el 5 de mayo una línea de contacto y una especie de formulario digital para que los colombianos pudieran enviar sus historias de violencia callejera. De acuerdo con Amnistía Internacional, ellos había hecho lo mismo que el periódico inglés en protestas como las de Chile en octubre, cuando abrieron canales para que el público informara sobre evidencias de posibles violaciones de derechos humanos.
Si bien cada declaración que condena la violencia en Colombia y apoya los derechos de los manifestantes se celebra enormemente (desde lo que dijo Justin Bieber hasta los comunicados de Amnistía Internacional), sin duda, ha sido el movimiento Anonymous, que cuenta con una impresionante base de seguidores en redes sociales de 6.8 millones, los que causaron el mayor revuelo, al, según ellos, hackear páginas oficiales.