Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
La última vez que un presidente de Estados Unidos dio un discurso del Estado de la Unión en medio de un escenario internacional tan complejo fue George W. Bush, en enero de 2003, cuando el presidente aprovechó la ocasión para defender la invasión de Irak. “En ese momento, el recuerdo de los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001 todavía estaba fresco y la ‘guerra contra el terror’ de Bush todavía era ampliamente popular”, escribió Ron Elving, periodista y editor de NPR. Pero Joe Biden no llega este martes al Congreso con la misma popularidad que tuvo Bush en 2003, y en parte se debe al caos de la retirada de EE. UU. de Afganistán.
“Biden no preparó completamente a los estadounidenses para la desordenada retirada de Afganistán, minimizando las perspectivas de una rápida toma del poder por parte del talibán. La pregunta ahora es si ha hecho lo suficiente para preparar a la nación para los impactos globales del asalto de Rusia a Ucrania”, escribió por su parte el periodista del Washington Post Olivier Knox. Y ese es el reto que enfrenta Biden en su primer discurso del Estado de la Unión: explicarles a los estadounidenses cómo su país va a asumir lo que ahora es la guerra más grande en Europa desde la Segunda Guerra Mundial.
Le puede interesar: Las otras “Ucranias” que estarían en la mira de Vladimir Putin
Y es que en su país no apoyan particularmente la idea de que Biden involucre a EE. UU. en este conflicto: solo el 26 % de los estadounidenses están a favor de asumir un “papel importante” en la confrontación, según datos de una encuesta de opinión pública de AP-NORC, mientras que el 52 % está a favor de un papel menor. De ahí que podríamos pensar que su respuesta a este asunto no necesariamente mejoraría su favorabilidad.
Hasta ahora, tras la invasión rusa en Ucrania, que ha dejado cerca de 200 civiles muertos solo en Ucrania, Biden anunció sanciones que, en total, evitarán que aproximadamente US$1 billón en activos bancarios rusos fluyan a través de los mercados de EE. UU. Sin mencionar que esas sanciones no solo limitarán la capacidad de Moscú para importar y exportar tecnología (un asunto clave para los sectores industriales y militares rusos), sino que también pretenden acorralar a los empresarios del círculo íntimo de Putin, y al mismo presidente ruso.
👀🌎📄 ¿Ya te enteraste de las últimas noticias en el mundo? Te invitamos a verlas en El Espectador.
Su administración está manejando el tema con pinzas: aunque las fuerzas estadounidenses no están directamente involucradas, como comentó el corresponsal de la Casa Blanca para AP, Chris Megerian, sí pone a prueba los límites del poder de su país “y las garantías de campaña de Biden de que estaba bien posicionado para liderar a Estados Unidos en el escenario internacional”, agregó. Algo que, según explica Arlene Tickner, doctora en relaciones internacionales y profesora de la Universidad del Rosario, no es precisamente la fortaleza de Estados Unidos en este momento.
“No estamos hablando de un país que goce de los mismos grados de poder, influencia y credibilidad que tenía en el pasado. Si le sumamos toda la labor de reparación de los daños heredados por Donald Trump, en términos de las relaciones con países amigos en el mundo, los retos que enfrenta internacionalmente Biden son múltiples”, le comentó la experta a este diario, quien agregó que, en este punto, el escenario se complica aún más, pues “estamos en un contexto de transformación del poder a escala internacional, en el cual EE. UU., frente a países como Rusia y China, ya no tiene la capacidad de simplemente dar órdenes”, agregó.
Le puede interesar: ¿Qué impacto tienen las sanciones económicas impuestas a Rusia?
Sin mencionar el efecto dominó de las sanciones, que, como lo mencionó Megerian, podrían contribuir a la inflación y al aumento de los precios de la gasolina, un asunto fundamental para Biden en un momento en que la inflación alcanzó en enero el nivel más alto en 40 años. “Esta lucha pondrá a prueba la paciencia estadounidense para desempeñar un papel importante en los conflictos extranjeros”, agregó el periodista. Y es que justamente la administración aclaró que está considerando aprovechar la Reserva Estratégica de Petróleo de EE. UU. si los precios del petróleo y el gas aumentan.
Incluso, Tickner menciona que el grado profundo de interdependencia económica que existe entre Rusia y Europa vaticina afectaciones significativas no solo en el contexto europeo, sino en la economía mundial en general. “Siempre hay maneras de eludir el impacto más fuerte, pero cuando las sanciones no son selectivas, cuando se hacen de forma general, con miras a adoptar medidas más duras, se corre el riesgo de afectar a las poblaciones”, comenta la experta.
Pero para Lawrence Gumbiner, exdiplomático estadounidense y consultor internacional, las crisis internacionales han ofrecido a EE. UU. una oportunidad de unirse detrás de las decisiones del presidente y su gobierno. “Hace unos 30 años existía un dicho importante para el país: la política termina en la frontera. Sin embargo, este principio ha ido desapareciendo, y esta es la oportunidad de demostrar que Estados Unidos está unido y que hay un enemigo que está tratando de tener impacto sobre el mundo occidental. Biden, en su discurso, tiene que ser enfático en eso, y no ser tímido en llamar a los republicanos que están tratando de aprovechar la crisis para sus fines políticos”, dijo Gumbiner en diálogo con este diario.
Le puede interesar: Guía visual: el resumen y las causas del conflicto entre Rusia y Ucrania con mapas
De hecho, una encuesta de YouGov y The Economist (realizada poco antes de la invasión) encontró que el 63 % de los demócratas y el 60 % de los republicanos respaldan las sanciones contra Rusia, e incluso el mismo líder de la minoría de los republicanos en el Senado, Mitch McConnell, sostuvo que “estamos todos juntos en este punto y necesitamos estar juntos sobre lo que se debe hacer”. Pero, con todo y eso, algunos analistas sugieren que sería un error dar demasiada importancia a este momento bipartidista.
“Independientemente de lo que la mayoría de los legisladores republicanos puedan pensar sobre el tema, el principal líder de su partido sigue siendo Trump. Y su desprecio por la seguridad europea y su admiración por Putin no han cambiado”, se lee en una publicación de The Economist.
Los enfrentamientos internos de Joe Biden
“El presidente estadounidense está entre fuegos cruzados a escalas nacional e internacional”, dice Tickner. Así, al discurso del Estado de la Unión llega un mandatario que tiene baja favorabilidad. Según un sondeo de la Prensa Asociada y el Centro NORC para Investigaciones de Asuntos Públicos, Biden cerró su primer año de gobierno, en enero de 2022, con un 56 % de desaprobación. Y es que, desde julio del año pasado, la favorabilidad del mandatario ha disminuido en razón de la pandemia, del retiro de las tropas de Afganistán y de la inflación, pues el aumento del Índice de Precios al Consumidor alcanzó el 7,5 % en el último año.
El descontento con el gobierno se ha hecho evidente en las calles del país. En días recientes, por ejemplo, los camioneros, siguiendo el ejemplo de Canadá, se organizaron en la “Caravana del Pueblo”, como resistencia a las medidas adoptadas por el gobierno federal para enfrentar la propagación del coronavirus. La protesta se opuso al cierre de actividades, las vacunas y el uso de tapabocas, y fue utilizada por los republicanos y seguidores de Donald Trump como plataforma política. No en vano, Shane Class, seguidor del expresidente, le dijo a la AFP: “Creo que todos estamos aquí por un motivo diferente, pero se resume en la misma cosa: libertad”. Por su parte, el senador republicano de Kentucky Rand Paul mostró su apoyo al ejemplo canadiense, argumentando que este tipo de manifestaciones estaba amparado en la tradición de la “desobediencia civil”. A estas voces se sumó Tucker Carlson, uno de los presentadores de Fox News con más audiencia, que llamó a la movilización canadiense como “la más exitosa en una generación”.
Le puede interesar: [En vivo]: CPI abre una investigación sobre posibles crímenes de guerra en Ucrania
Ahora bien, las cifras de creación de empleo pueden ser un as bajo la manga del mandatario para su próximo discurso. Según datos de la Oficina de Estadísticas Laborales, en el primer mes de este año, en Estados Unidos se crearon 467.000 puestos de trabajo, mientras que la tasa de desempleo se situó en el 4 %. “La máquina de empleo estadounidense es más fuerte que nunca”, dijo Biden, quien presumió de haber conseguido la cifra histórica de 6,6 millones de nuevos empleos en su primer año de administración. Además, se mostró optimista frente a la disminución del desempleo, pues, según las cifras de BLS, los hispanos, con 30 millones de trabajadores en el país, presentan una tasa del 4,9 %, luego de que para marzo de 2020, en pleno auge de la pandemia, la cifra fue del 18,8 %. Según la entidad, el desempleo de los afroamericanos es del 6,9 % y el de los asiáticos del 3,6 %.
De acuerdo con la Oficina de Análisis Económico (BEA), la economía estadounidense recuperó fuerza en los últimos meses de 2021, creciendo un 5,7 %, cifra que, según se lee en El País, no se veía desde 1984, “lo que confirma la plena recuperación de la actividad tras la pandemia”. En este sentido, James Bullard, presidente del Federal Reserve Bank de San Luis, le señaló a Reuters: “Creo que el próximo informe de empleo probablemente no será muy bueno debido a ómicron, pero no se deje engañar, esta es una economía bastante fuerte, un mercado laboral fuerte”.
Le puede interesar: ¿Qué es la OTAN y cuáles son sus miembros?
A esto se suma la reciente nominación de Biden de Ketanji Brown Jackson a la Corte Suprema, abriendo el espacio a que por primera vez una jueza afroamericana sea designada para ocupar un lugar en las altas esferas de la justicia estadounidense. Con este movimiento, el mandatario apuesta por cumplir una de sus promesas de campaña: abrir la membresía de la institución. “Durante demasiado tiempo, nuestro gobierno y nuestros tribunales no se han parecido a Estados Unidos. Creo que es hora de que tengamos una corte que refleje todos los talentos y la grandeza de nuestra nación”, aseguró Biden el día que comunicó la nominación.
Esto se da en un momento en el que “la Corte Suprema se encuentra en una posición precaria; un mínimo histórico del 40 % de los estadounidenses aprueban su trabajo, según Gallup. El colapso de la confianza en el tribunal superior tiene graves implicaciones para el gobierno y la sociedad estadounidense. Sin embargo, esta es la única Corte Suprema que tenemos. ¿Qué se puede hacer para comenzar a reparar su posición?”, se lee en The New York Times.
Para Gumbiner, lo mejor que puede hacer Biden es ser franco con los estadounidenses: “Su discurso no debe ser una lista de logros, pues lo mejor de Biden es su empatía, su humanidad, y él ha perdido un poco de eso como presidente, lo ha perdido tratando de ser un líder más político. Él debe volver a esa parte humana y decirle a los estadounidenses que sí, que ha sido un período de angustia para el pueblo, pero que con todo y eso el país va por buen camino”.