Las elecciones en los Estados Unidos con un presidente que busca la reelección son principalmente referendos sobre el desempeño del titular. En esencia, los votantes se preguntan" ¿Cómo estamos?" y “¿Quiero cuatro años más de lo mismo?”. Esta situación nunca había sido tan visible cómo lo es en el proceso electoral actual, dada la abrumadora influencia de Donald Trump en la escena política estadounidense. El magnate neoyorquino irrumpió en la presidencia en 2016, aprovechando las frustraciones de millones de estadounidenses, especialmente de la clase trabajadora, con los gobiernos de las élites tradicionales. Cuatro años después, todavía cuenta con un ferviente apoyo entre su base electoral y con una resistencia igual de vehemente de quienes se le oponen.
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Este año también es un referendo para Donald Trump porque su oponente, el exsenador y exvicepresidente Joe Biden, es un demócrata moderado que cuenta con una extensa experiencia en el sector público. Los esfuerzos de Trump por etiquetarlo como “radical” o “socialista” simplemente no funcionarán porque los estadounidenses conocen bien cómo ha sido la trayectoria política de Joe Biden. A diferencia de Trump, Biden no genera lealtades apasionadas, ni a favor ni en contra. Su persona representa una figura cómoda para la presidencia y un regreso a la gobernanza tradicional, a la que está acostumbrada el país.
Un regreso a la gobernanza normal es lo que el público estadounidense busca actualmente. La prueba de esto es que Biden lidera todas las encuestas nacionales, en las que ha mantenido una ventaja constante de entre 8 y 11 puntos porcentuales durante varios meses.
Sin embargo, las elecciones estadounidenses no se ganan por una mayoría total de votos, sino que se determinan Estado por Estado debido a nuestro singular modelo del Colegio Electoral. Así es como Trump venció a Hillary Clinton en 2016 a pesar de haber obtenido 2.87 millones de votos menos que la candidata demócrata. La misma situación ocurrió cuando George W. Bush venció a Al Gore en el año 2000. Aunque es poco común, ganar el voto popular pero perder la presidencia ha ocurrido cinco veces en nuestra historia.
El sistema del Colegio Electoral también nos permite saber de antemano qué Estados decidirán las elecciones. Dado que la mayoría de los Estados son tradicionalmente demócratas o republicanos, los “Estados Indecisos” o “Estados Oscilantes” (Swing States en inglés) son determinantes para llegar a la Casa Blanca. El seguimiento de The Economist a las encuestas estatales muestra a Biden cómodamente por delante en 21 Estados y a Trump en 20. Estos nueve Estados restantes son los que decidirán el próximo presidente: Pennsylvania, Florida, Arizona, Carolina del Norte, Nevada, Georgia, Iowa, Ohio y Texas."
Entonces, ¿cómo ha logrado Joe Biden estar por delante? La crisis de COVID es la razón principal. La deslucida respuesta del presidente Trump a la crisis, y las consecuencias económicas, han causado que muchos votantes indecisos en su tornen en su contra. Esto es particularmente notable entre los adultos mayores, quienes son los más vulnerables al virus, pero que habían apoyado a Trump hace cuatro años. Trump también está significativamente rezagado entre las mujeres votantes, a quienes les repugna su comportamiento crudo y las acusaciones de acoso a mujeres en su contra. Finalmente, Biden se beneficia de no ser un candidato cómo Hillary Clinton, quien, como Trump, fue una figura política polarizadora. La simpatía y la figura poco amenazante que evoca Biden hacen que el foco de la elección se centre en Trump y su desempeño.. La mayoría de los estadounidenses están listos para un cambio.
No obstante, sería un error dar por perdedor a Donald Trump. El actual presidente ha utilizado eficazmente el miedo, una poderosa fuerza electoral, en su beneficio al referirse a la delincuencia que acompañó las protestas contra el racismo. Trump irradia fuerza y dureza (su rápida “recuperación” de COVID, por ejemplo) mientras que retrata a Biden como viejo y débil. El fervor de sus seguidores significa que puede contar con una fuerza electoral significativa el día de las votaciones. Esto puede verse en el hecho de que el registro de votantes republicanos ha estado aumentando en los Estados Indecisos. El equipo de campaña de Biden debe asegurarse de que sus simpatizantes, y en particular la población joven y afroamericanos, salgan a votar en grandes cantidades. La falta de participación de estos grupos fue una de las principales razones por las que Hillary Clinton perdió hace cuatro años, a pesar de haber encabezado las encuestas.
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El otro comodín de este año es el aumento de la votación por correo. Tradicionalmente, esta había representado tan solo un pequeño porcentaje del total de votos, pero debido a los temores de votar presencialmente por el COVID, la votación por correo se ha disparado. El presidente ha acusado reiteradamente, sin pruebas, de fraude a este sistema de sufragio. Se sabe que los partidarios de Biden votarán en mayor número por correo, mientras que los partidarios de Trump irán a las urnas. Precisamente de esto deriva la reticencia del presidente contra de este sistema. En caso de que los resultados no salgan a su favor, el escenario está dado para que Trump acuda a herramientas legales para denunciar esto.
En últimas, las elecciones de 2020 no son comparables con ninguna otra en la historia reciente de los Estados Unidos. La votación anticipada sugiere que el público estadounidense está muy activo y votará en grandes cantidades. El país ha tenido candidatos populistas y anti-gobierno anteriormente, pero ninguno había conducido una campaña de ese estilo desde la Casa Blanca. Tampoco ha habido un presidente en funciones que haya arrojado dudas sobre la legitimidad de una elección antes de la votación. El tres de noviembre se pondrán a prueba la fortaleza de nuestras instituciones y el compromiso con las normas democráticas. Es una prueba que estoy seguro de que el pueblo estadounidense pasará.
*Exdiplomatico norteamericano y presidente de Gumbiner Interamerican Strategies Consultores. Profesor de Catedra de la Universidad Javeriana.