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Un grupo de 230 porristas, todas vestidas de rojo y con brillantes sonrisas, cautivaron las miradas de los espectadores de los Juegos Olímpicos de Invierno en Corea del Sur así como también en el resto del planeta. El régimen más hermético del mundo se mostraba al mundo, sin misiles ni desfiles militares.
La participación conjunta de las dos Coreas en las justas ha revivido la ilusión de un posible diálogo entre ambas naciones, separadas hace más de 50 años. Las relaciones entre el norte y el sur se han deteriorado aún más desde la llegada de Kim Jon-Un en 2011.
Sin embargo, más allá del espíritu olímpico y del compañerismo, la participación conjunta de las dos Coreas esconde todo un componente político.
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El 2017 fue un año en el que el mundo sintió por primera vez después de mucho tiempo una amenaza real de una confrontación nuclear. Por un lado, Corea del Norte, en cabeza de su líder Kim Jong-Un, realizó diferentes pruebas de misiles y amenazó con poseer arsenal suficiente para alcanzar territorio estadounidense.
Por otro lado, Estados Unidos, de la mano de su presidente Donald Trump, dejó a un lado la diplomacia y a través de trinos y declaraciones televisadas insistió que su país estaría listo a tomar acciones y que no se dejaría provocar.
Sin embargo, el carácter indescifrable de Trump, de acuerdo con algunos analistas, ha hecho, al parecer, entrar en razón a Kim Jong-Un. A pesar de vivir en uno de los estados más hermético del mundo, los norcoreanos saben que el presidente de Estados Unidos es igual de indescifrable a su enigmático líder.
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De hecho, varios analistas piensan que el líder norcoreano ha empezado a tomar enserio las amenazas de Washington de considerar una intervención militar en contra de su régimen. Esto, sumado a que también le preocupa que más sanciones terminen afectando su economía, que depende en un 80% de China.
"Existe una preocupación real de que por primera vez haya una administración estadounidense que pueda tomar medidas unilaterales contra Corea del Norte sin consultar al Sur", dijo la profesora Hazel Smith, del centro de estudios coreanos de la Universidad de Londres al diario The Guardian.
Kim Jong-un no quiere seguir el camino de Muamar Gadafi en Libia o Saddam Hussein en Irak, el primero capturado por los rebeldes y ejecutado por estos en plena calle el 20 de octubre de 2011, y el segundo ahorcado la víspera de la Nochevieja de 2006 por cargos de crímenes contra la humanidad.
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Por esta razón, dicen los analistas, Kim Jong-Un habría aceptado la invitación del presidente de Corea del Sur Moon Jae-In a los Juegos Olímpicos. Las justas deportivas servirían como plataforma para que el líder norcoreano enfriara la confrontación con Estados Unidos, así como también mostrarse ante el mundo como un país diferente al que se ve.
Kim Jong-Un envió un gran contingente de porristas y músicos, e incluso algunos atletas. También envió a su hermana menor, jefa de propaganda en Corea del Norte y está sancionada por Estados Unidos por abusos contra los derechos humanos.
La tarea de Kim Yo-jong y el grupo de porristas ha sido normalizar la imagen de un país que se ve completamente anormal para los de afuera. De hecho, Yo-Jong es la primera persona de la dinastía Kim en visitar el sur en más de 50 años.
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La hermana del líder norcoreano fue recibida con honores por parte del presidente surcoreano y mantuvieron una reunión que calificaron como “positiva”, una vez la delegación del norte regresó a su país este viernes. El objetivo de la reunión no era otro que el de invitar a Moon a una reunión con su hermano en Piongyang.
Recibidos como héroes, la delegación norcoreana habría cometido su objetivo de desescalar la tensión y mostrar una cara diferente del régimen norcoreano ante el mundo. La agencia oficial de Corea del Norte citó indirectamente a Kim diciendo que el líder afirmó que era importante mejorar "el cálido clima de reconciliación y de diálogo" creado por los Juegos de Invierno.
Una vez terminados los juegos, Moon y su equipo prepararán toda la logística para la reunión con Kim Jong-Un, que como en ocasiones anteriores se realizará en el país del norte. Así, Moon se convertirá en apenas el sexto mandatario que se entrevista con el líder norcoreano, que desde el año 2011, cuando llegó al poder, no sale del país.