La iglesia satánica que no venera a Satanás

Sus seguidores visten de negro, pero no participan en oscuros rituales, defienden la ciencia, el medio ambiente y la libertad de culto. Este es el movimiento antirreligioso que fue reconocido en EE. UU. como una religión.

Jesús Mesa / @JesusMesa
22 de julio de 2019 - 02:00 a. m.
Los miembros de la iglesia satánica no ven la figura mitológica y literaria de Satanás como un ser superior, sino como un símbolo de rebelión.  / Magnolia Pictures
Los miembros de la iglesia satánica no ven la figura mitológica y literaria de Satanás como un ser superior, sino como un símbolo de rebelión. / Magnolia Pictures

Cuando piensa en las iglesias satánicas, la gente suele asociarlas con rituales oscuros, en los que hombres y mujeres vestidos de negro hacen sacrificios de niños y bebés. Sin embargo, en Estados Unidos esto parece estar bastante alejado de la realidad.

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El ascenso del culto del Templo Satánico, un movimiento religioso fundado en 2013, ha llamado la atención de propios y extraños en Estados Unidos. Mientras en el año de su fundación contaban con 5.000 seguidores, hoy la cifra supera los 80.000. Y este año, el culto religioso consiguió una importante victoria al ser reconocida por el gobierno estadounidense como una religión oficial, con el mismo estatus que las instituciones benéficas y que iglesias, sinagogas y mezquitas.

Aunque resulte una locura, no es exactamente lo que parece. Es verdad que sus seguidores visten de negro y que invocan a menudo a Satanás, pero no participan en extraños rituales. Los seguidores del señor del inframundo se consideran personas pacíficas, defensoras del medio ambiente, de los avances de la ciencia y de las libertades individuales. El culto tiene sus raíces en el activismo político y se fundó como una especie de antirreligión, en la que no le rinden pleitesía a ningún dios.

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“La gente debe darse cuenta de que nosotros no abogamos por creencias sobrenaturales. Somos una religión no teísta. No nos suscribimos a explicaciones sobrenaturales ni las aceptamos como legítimas”, afirma Julien Greaves, cofundador del movimiento.

Aunque sus orígenes están arraigados en la sátira y la burla, el grupo exige ahora que se lo tome en serio. Durante los últimos seis años, el Templo Satánico se ha hecho un nombre por sí mismo al presentar demandas legales y organizar manifestaciones para defender sus creencias, muchas de ellas con el objetivo de promover la laicidad de los Estados Unidos y de sus leyes. Sus principios fundamentales, que son siete, rechazan toda forma de violencia, buscan luchar por lo justo y que “ninguna historieta espiritual” rebata a la ciencia, entre otras cosas.

Un ejemplo de que sus acciones son provocadoras y reivindicativas pero inofensivas es la cruzada que mantienen desde hace años en el Capitolio de Oklahoma. A pesar de ser un edificio público, el gobierno levantó una enorme estatua con las tablas de los diez mandamientos. El Templo Satánico contraatacó construyendo la suya propia: una figura de Bafomet, un dios de cabeza animal relacionado con el satanismo. Su plan terminó provocando la decisión de que ninguno de los dos monumentos fuera construido.

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Pero la llegada a la Casa Blanca del presidente Donald Trump en 2016 le ha dado un nuevo impulso al Templo Satánico. El magnate republicano llegó a Washington con un importante apoyo por parte de las organizaciones cristianas y conservadoras, que han querido aprovechar la presencia de un mandatario de bolsillo para hacer y modificar leyes. La creciente ola de restricciones al aborto en Estados Unidos, motivadas por el fanatismo religioso, puso en alerta a los satánicos, que decidieron intensificar su presencia en internet y ganar mayor atención mediática.

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En la actualidad, el Templo Satánico continúa dando importantes batallas, como la defensa de la libertad de culto, la prevención del abuso físico contra los niños y la protección del derecho al aborto. Utilizando las mismas herramientas legales que los religiosos, los satánicos dicen que, por ejemplo, un estado no puede dictarle a un médico de su iglesia no practicar un aborto, pues estaría atentando contra su credo.

El movimiento satánico ha adquirido tal trascendencia que hoy cuenta con más de 20 sedes alrededor del mundo. Con sede en Salem, Massachusets, la histórica ciudad en donde se hicieron las cazas de brujas, el Templo Satánico ha llegado a capitales como Berlín, Londres, Ottawa y Sídney. Greaves dice que su movimiento tiene el potencial para ser una respuesta global a la ola de conservatismo y teocentrismo que no solo vive Estados Unidos, sino otros países en los que la libertad religiosa está en peligro.

Por Jesús Mesa / @JesusMesa

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