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La salud del líder opositor ruso Alexéi Navalni empeora en prisión

Después de varias solicitudes para recibir asistencia médica, finalmente una doctora atendió a Navalni por cinco minutos; no le dio ningún diagnóstico y le recetaron medicamentos desconocidos.

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27 de diciembre de 2022 - 11:02 p. m.
En esta foto de archivo, el líder de la oposición rusa Alexéi Navalni asiste a una audiencia en un tribunal de Moscú.
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Foto: AFP - Agencia AFP
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El principal opositor del Kremlin, Alexéi Navalni, dice que sufre de un dolor de espalda cada vez más fuerte, debido a los largos periodos de confinamiento en una cárcel de máxima seguridad a 250 kilómetros al este de Moscú. Cuenta que las autoridades no le permiten acceder a sus registros médicos y que le aplican inyecciones desconocidas.

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“Si encierras a una persona en una celda de castigo, donde puede estar de pie o sentarse en un taburete de hierro durante 16 horas al día, después de un mes en tales condiciones, incluso una persona sana sin duda tendrá dolores de espalda. He pasado los últimos tres meses así. Naturalmente, me duele mucho la espalda”, escribió el activista en su cuenta de Twitter.

Navalni cumple penas de prisión por un total de 11 años y medio. Fue condenado por cargos de fraude, desacato al tribunal y violación de la libertad condicional. En noviembre, informó que lo trasladaron a una pequeña celda y lo privaron de visitas. “Lo están haciendo para callarme”, comentó en ese momento el líder opositor en sus redes sociales.

A su vez, el New York Times informó que este mes, Navalni fue sentenciado a 12 días en una celda de castigo por decir malas palabras con su compañero de celda. “La novena sentencia de este tipo en los últimos seis meses”, se lee en la publicación del diario estadounidense. Él dice que las autoridades penitenciarias no se les permitió usar la fuerza física contra él, pero que están utilizando otros medios para hacerlo cumplir órdenes.

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“Vea cómo funciona el sistema cuando no se le permite golpear a una persona, pero aun así se reciben órdenes de lastimar gravemente. Por ejemplo, tengo un problema con mi columna. Está claro lo que hay que hacer para que el problema empeore: mantenerme inmóvil el mayor tiempo posible”, escribió el opositor en Twitter.

Después de varias solicitudes para recibir asistencia médica, finalmente lo atendió una doctora por cinco minutos; no le dio ningún diagnóstico y le recetaron medicamentos desconocidos.

“Después de un tiempo me empiezan a poner una especie de inyecciones. ‘¿Qué me estás inyectando?’ - pregunto. ‘Inyectamos lo que recetó el médico. Vitamina B, por ejemplo‘. Las vitaminas son excelentes, pero las inyecciones no ayudan y, en general, me siento un poco incómodo cuando me inyectan una droga desconocida”, agregó Navalni en sus redes sociales.

Contó que semanas después de solicitar sus registros médicos por medio de su abogado, le entregaron unos documentos que eran prácticamente ilegibles. “Es como si estuvieran diciendo (de forma irónica): ‘tuvimos que darte tus registros médicos, así que aquí están, disfruta leyéndolos‘”, comentó Navalni en Twitter.

El líder opositor suele contar en redes sociales cómo es su vida dentro del centro de reclusión. También denuncia la situación de miles de activistas, y comenta sobre la situación política y social de Rusia. “Los cimientos del derecho están siendo destruidos en Rusia en aras de una futura derrota en una guerra vergonzosa”, escribió hace unos días.

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En 2021, el activista regresó a Rusia, luego de haber estado en Alemania, donde permaneció varios meses para recuperarse de un envenenamiento; Navalni se enfermó repentinamente a bordo de un avión en Siberia el 20 de agosto de ese año. Tres laboratorios europeos afirmaron que fue víctima de un envenenamiento con una sustancia neurotóxica de tipo Novichok, creada en la época soviética con fines militares.

Cuando llegó a territorio ruso, la policía lo detuvo tan pronto llegó al aeropuerto. Desde la cárcel, Navalni relató en agosto del año pasado que era obligado a lo que las autoridades llamaban un programa de “concienciación”, donde lo forzaban a ver la televisión estatal rusa y películas de propaganda por más de ocho horas al día.

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