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Las imágenes divulgadas por la televisión y las redes sociales muestran casas totalmente inundadas, parques infantiles convertidos en lagos, vacas con agua hasta las patas y canguros nadando en las riadas para tratar de salvar sus vidas, así como desplazamientos de la gente en canoas a través de las calles normalmente transitadas por coches.
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Las inundaciones que afectan desde la semana pasada a la costa centro-norte del estado de Nueva Gales del Sur, así como al oeste de la ciudad de Sídney, también comenzaron a sentirse con fuerza en la zona meridional del vecino Queensland, en un área que se extiende este lunes a lo largo de 850 kilómetros del territorio australiano.
Sigue a El Espectador en WhatsAppAlgunas áreas de Nueva Gales del Sur, en donde 38 localidades han sido declaradas este fin de semana en estado de desastre natural, se “experimentan las peores inundaciones en cincuenta años”, dijo el primer ministro australiano, Scott Morrison, ante el Parlamento de Camberra. Los ríos crecidos cortaron carreteras, y casi 200 colegios en Nueva Gales del Sur permanecerán cerrados el martes. Incluso, el gobierno advirtió que era necesario que las personas busquen refugio con familiares o amigos, lejos de las áreas afectadas.
La Fuerza de Defensa de Australia proporcionará helicópteros de búsqueda y rescate. “En Nueva Gales del Sur, 1.400 socorristas han realizado más de 700 rescates por inundaciones y respondido a más de 7.500 solicitudes de asistencia”, dijo el primer ministro, según BBC. “Esta es una situación en curso que está evolucionando y es extremadamente peligrosa”, agregó. El mismo medio informó que los ríos Hawkesbury y Nepean, que bordean Sydney al norte y al oeste, alcanzaron niveles más altos este lunes que durante una devastadora inundación en 1961.
Miles de evacuados y localidades aisladas
Este desastre natural ha obligado a las autoridades a evacuar a unas 15.000 personas de la costa centro-norte de Nueva Gales del Sur, situada a unos 400 kilómetros al norte de Sídney y en donde han caído 900 milímetros de lluvias en los últimos seis días, aunque unas 35 comunidades de esta zona aún siguen aisladas.
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El resto de los 3.000 evacuados son residentes de barrios en el oeste de Sídney, la ciudad más poblada de Australia, y en donde las carreteras y las casas de las zonas aledañas de los ríos están cubiertas de agua, incluso el puente del pueblo de Windsor, que se suponía protegido contra inundaciones. Si bien en algunas partes del oeste de Sídney se han rebajado las alertas, las autoridades mantienen sus ojos en localidades como la de Windsor de cara a un recrudecimiento de la situación en los próximos días.
En Sídney, la represa Warragamba, la más importante de la ciudad, alcanzó su capacidad máxima la semana pasada y se encuentra en su nivel más alto desde 2016, lo que ha obligado a liberar 500 gigalitros de agua, una cantidad equivalentes a la capacidad hídrica de la bahía de esta urbe australiana.
Llover sobre mojado
La experta de la Oficina de Meteorología Helen Kirkup dijo que se prevé la colisión de un sistema metereológico que ha provocado las lluvias en estos días con otro que se desplaza del interior de Australia creará más lluvias en el estado de Nueva Gales del Sur. “Se van a hacer notar esta noche y hasta mañana”, dijo la meteoróloga, al recalcar que se espera que “su efecto sea efímero y que se disipe el miércoles”.
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“Nos estamos preparando para una semana muy difícil”, advirtió la jefa del Gobierno de Nueva Gales del Sur, Gladys Berejiklian, al destacar que si bien hasta momento no se han registrado muertes ni heridos graves, no se descarta la posibilidad de pedir la ayuda del Ejército para hacer frente al desastre natural.
Muchas de estas zonas afectadas por las inundaciones también padecieron el llamado incendio del “Verano Negro” de 2019-20 y una larga sequía, consideradas entre las peores catástrofes naturales del país.
“No sé de ningún momento en la historia de nuestro estado en el que hayamos tenido este tipo de condiciones meteorológicas extremas en una sucesión tan rápida de tiempo y en medio de una pandemia”, comentó Berejiklian, a los periodistas en Sídney.