"Le pedimos al Gobierno que nos dejen llegar a Cartagena": Colombianos en crucero

El drama de los colombianos varados en el exterior por cuenta del coronavirus no cesa. Esta es la historia de un grupo de más de 200 colombianos, atrapados en un crucero por el Caribe, que buscan desesperadamente regresar al país. Dicen que a pesar de que la empresa autorizó un traslado al puerto de Cartagena, y están sanos, el gobierno no ha permitido el desembarco.

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redacción internacional
15 de mayo de 2020 - 05:04 p. m.
Imagen de referencia. / AFP
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Julián Mejía es un joven colombiano y lleva más de dos meses viviendo en un crucero por el Caribe por cuenta del nuevo coronavirus. Después de mucho tiempo y de varias gestiones, la compañía para la que trabaja accedió trasladarlos a él, y a otros 200 colombianos más, al puerto de Cartagena y materializar su regreso a Colombia. Sin embargo, a pesar de que dicen estar sanos y haber cumplido con todas las medidas y precauciones sanitarias, tienen miedo de que no se les permita desembarcar en el país.

El Espectador presenta la serie #RelatosDeCuarentena, un espacio donde los colombianos varados en el exterior pueden contar su experiencia en medio de la pandemia que cambió al mundo, mientras esperan por una posibilidad para volver al país. 

 

"Soy colombiano y trabajo en la compañía de cruceros Royal Caribbean International desde hace algo más de un año. Trabajaba en uno de los cruceros más grandes del mundo llamado Harmony of the Seas. Debido a la situación sanitaria mundial y de conocimiento público, la compañía decidió frenar la operación mundial el 15 de marzo, lo que significa que desde esa fecha no contamos con pasajeros a bordo.

El día 25 de marzo se nos ordenó realizar un aislamiento preventivo en cabinas para pasajeros individuales donde se nos suministraba alimentación 3 veces al día e hidratación diaria. Teníamos estrictamente prohibido salir de nuestras cabinas ya que a la fecha en mi barco había un caso positivo de COVID-19 en un miembro de la tripulación. La operación del barco era desarrollada por el equipo necesario (staff del capitán, motores, seguridad, restaurante, entre otros) bajo estrictas medidas de sanidad y el personal que trabajaba debía llevar nuestras comidas afuera de nuestras cabinas.

Dentro del barco se hacía un control de temperatura diario, dos veces al día, para verificar la presencia de posibles contagios y el barco se dividió en tres zonas: Verde, donde ubicaron a todo aquel que gozaba de buena salud; Naranja, donde empezaron a aparecer los primeros síntomas de resfriado, gripa o cuadros de fiebre, y finalmente, una zona Roja donde se encontraban bajo estrictas medidas de control, los casos positivos de COVID-19.

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Afortunadamente siempre estuve en la zona verde y agradezco a la compañía por todas y cada uno de sus estrictos protocolos que hasta la fecha me han permitido gozar de buena salud. En un día normal en mi cabina pasaba mi tiempo coloreando mandalas que había conseguido previamente. Aproveché el tiempo para actualizarme con todos mis amigos y familiares que había dejado en Colombia y disfrutaba ocasionalmente de la sección de películas que tenía en mi televisor. Contaba con internet que la compañía nos proveía gratuita y ocasionalmente completaba una que otra serie de Netflix. Dormir hacia parte de la rutina que de una u otra forma hacía mis días más cortos.

A medida que el virus se propagaba mundialmente, cada día leía noticias que se tornaban más desalentadoras. Y a pesar de las comodidades, el vaivén de emociones era parte de la rutina. La incertidumbre, el miedo y la zozobra era el cóctel de emociones que empecé a experimentar después de muchos días de aislamiento.

Como yo, todos los que estaban en mi situación, salimos del país a trabajar y en busca de una oportunidad diferente, que se vio truncada por esta pandemia. Claramente mi contrato se había terminado para la fecha y mi tristeza de hacer parte de la lista de desempleados mundiales crecía a diario. A pesar de que no me faltaba nada en términos de manutención, el futuro siempre será un factor inquietante para aquellos que pasamos por esta situación.

Bajo estrictos modelos protocolarios de salud pública estuvimos aproximadamente 25 días en esta primera fase de cuarentena en los que al final de estos, una vez estuvo controlado la propagación de virus, se nos permitió salir en horarios específicos a ciertas horas del día por un periodo de dos horas en la mañana y dos en la tarde, siempre conservando el distanciamiento social y con el uso de tapabocas. Esta segunda fase duró otros 25 días que se completaron el pasado 10 de mayo.

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A pesar de que estamos en un estado de salud óptimo, y tras un esfuerzo enorme por parte de la compañía por llevarnos de vuelta a nuestros países de origen en vuelos chárter, la CDC (Centro para el Control y Prevención de Enfermedades) se ha negado en múltiples ocasiones a aceptar que podamos regresar a nuestros países.

Sumado a esto, hemos hecho peticiones al gobierno colombiano a través de correos electrónicos, poniendo de manifiesto la situación y esperando el apoyo de nuestro gobierno a través de la cancillería, pero hasta el momento no hemos obtenido ninguna respuesta.

Actualmente y después de varios movimientos logísticos de la compañía, todos los colombianos que estábamos en los distintos barcos del Caribe y Centroamérica fuimos trasladados al barco Rhapsody of the Seas, en donde se nos informó que tenemos programado un traslado a la ciudad de Cartagena en los próximos días, si así lo acepta el Gobierno nacional. Somos 228 colombianos a bordo que hemos cumplido con nuestra cuarentena y hemos estado sujetos a unos procesos de sanidad muy estrictos.

Estábamos programados a llegar el próximo domingo 17 de mayo al puerto de Cartagena hasta que el jueves, el capitán del barco hizo un anuncio indicando que los esfuerzos por repatriarnos no habían dado resultados y que, por el contrario, el Gobierno nacional no nos permitirá entrar al país. Cabe resaltar que la compañía ha dicho que se hará planeado responsable por los costos de traslado a nuestras ciudades de origen y si, se requiriera, hacer un proceso adicional de cuarentena en la ciudad a la que llegamos.

Hacemos un llamado al Gobierno nacional para que ponga sus ojos en esta angustiante situación y nos brinde la única ayuda que se está pidiendo, la cual es permitir el ingreso del barco al puerto de Cartagena y poder llegar a nuestros hogares después de algo más de 2 meses de larga espera".

Si usted está viviendo una situación similar a la de Julián y quiere contarnos su experiencia, escribanos a jmesa@elespectador.com

 

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