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¿Legalizar el trabajo sexual?

Amnistía Internacional dice que el trabajo sexual debe ser despenalizado. Sus opositores argumentan que eso aumentaría el tráfico de personas.

Juan Carlos Rincón Escalante
05 de agosto de 2015 - 00:01 a. m.

Una mujer que ejerce la prostitución en Colombia tiene cuarenta veces más posibilidad de ser asesinada que una mujer que no sea trabajadora sexual, según datos de Medicina Legal. Un informe de Naciones Unidas dijo en 2010 que “Colombia es el tercer país con mayor número de víctimas de tráfico de personas, hay entre 35 mil y 45 mil afectadas”. El tráfico suele ir de la mano del comercio sexual clandestino. Esas dos cifras son sólo una muestra del suplicio que padecen las trabajadoras sexuales, uno de los grupos poblacionales más marginados y discriminados en el mundo.

La pregunta que afrontan los países es qué hacer con un oficio que, según la Coalición Contra el Tráfico de Mujeres (CATW por sus siglas en inglés), mueve más de 99 billones de dólares anualmente en el mundo.

Amnistía Internacional, ONG con gran influencia mundial y que se ha caracterizado por su protección de los derechos humanos, presentó un borrador de política institucional a sus miembros donde argumenta que despenalizar el trabajo sexual es la mejor forma de enfrentar el problema. Aunque sólo es una propuesta que será discutida el próximo viernes por 500 delegados de 80 países donde Amnistía tiene presencia, su sola mención inició un debate en varias partes del mundo.

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La corriente actual de varios países, que se inspiraron en el modelo de Suecia, como Francia y Argentina, es sancionar a los clientes del trabajo sexual. Según ellos y las organizaciones que los respaldan, la única forma de evitar el tráfico de personas es reducir la demanda.

Amnistía, sin embargo, considera que esa posición es violatoria de las libertades individuales de las personas. En condicione óptimas, comprar y vender sexo es un ejercicio válido del deseo humano. Además, dice la organización, penalizar el trabajo sexual lo lleva a la clandestinidad, lo que aumenta las violaciones a derechos humanos que sufren las trabajadoras sexuales. “Nuestro objetivo es empoderar a esta población marginada a través del reconocimiento pleno de sus derechos”, escribió la organización.

Un grupo de 400 organizaciones feministas, en las que se incluyen actrices famosas de Hollywood que han apoyado iniciativas de Amnistía en el pasado, firmaron una carta donde rechazan la propuesta. Según estudios citados en la carta, la despenalización de la prostitución en Alemania y Holanda aumentó el tráfico de personas hacia estos países. “Despenalizar empodera a los proxenetas y agrava la posición de las trabajadoras”, dice la misiva.

Otra posición en contra, ejemplificada por un editorial del diario The Guardian, es que la propuesta se queda corta por no hablar de cómo debería regularse el trabajo sexual y que, además, este tema es demasiado divisivo como para plantearse como un derecho universal para ser defendido por todos los países.

Para Fidelia Suárez, representante de la Asociación de Mujeres Buscando Libertad, que trabaja con y por las trabajadoras sexuales en Colombia, “despenalizar y regular es la única forma de reducir la explotación laboral, las mafias y la clandestinidad que tanto daño le hacen a las personas que ejercen el trabajo sexual”. Por este tema hay un debate programado para septiembre en el Congreso. Suárez hace eco a Amnistía: “Algo hay que hacer y la penalización no ha funcionado”.

 

Por Juan Carlos Rincón Escalante

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