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India recuerda por estos días uno de los episodios más vergonzosos de su historia: el 12 de diciembre de 2012 cuando una estudiante de Nueva Delhi fue violada en grupo con una barra de hierro. La mujer murió pocos días después.
Esta vez otra historia parecida sacude al país. Una estudiante, originaria de la ciudad de Perumbavoor, a 220 kilómetros al norte de Thiruvananthapuram (capital del estado de Kerala), fue agredida y mutilada sexualmente, según informó la policía india.
La mujer, de 30 años, de una casta inferior fue agredida en su casa en el esatdo de Kerala. Su cuerpo fue encontrado por su madre en un charco de sangre. “El sospechoso la atacó, la mató y luego huyó rápidamente”, dijo un responsable de la policía, Mahipal Yadav. “Los intestinos parecían haber sido extraídos tras la introducción brutal de un cuerpo extraño”, explicó Yadav a la AFP.
El gobernador del estado, Oommen Chandy, describió el crimen como “asombroso”. Han surgido protestas de mujeres indignadas por lo sucedido.
Desde 2012, cuando en el país se desató una ola de indignación y protestas por las agresiones sexuales contra las mujeres, el gobierno endureció la legislación. Pero el panorama sigue siendo grave: Sólo en 2014 hubo 36.735 violaciones, una cifra muy inferior a la realidad según las organizaciones de derechos humanos.
De hecho, la Agencia Nacional de Registro de Crímenes de la India (NCRB, en inglés) contabilizó 32.077 casos de violación en 2015.
El Ejecutivo del primer ministro indio, Narendra Modi, ha puesto en marcha medidas para combatir la violencia contra la mujer como la anunciada ayer de que los teléfonos móviles en la India deberán tener en 2017 un “botón de pánico” para avisar de una situación de peligro.
De 11.000 delitos contra mujeres registrados por la policía de Nueva Delhi el año pasado sólo nueve ha sido procesados.