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Túnez: una década del inicio de la movilización social ¿qué ha cambiado?

Hace 10 años las protestas populares en Túnez derrocaron al entonces presidente Zin al-Abidine Ben Ali. Análisis de los primeros escenarios que fueron protagonistas de esta era de cambio.

Felipe Medina Gutiérrez
17 de diciembre de 2020 - 9:02 a. m.
Un grupo de personas se reúne en conmemoración de la caída del presidente Zin al-Abidine Ben Ali.
Un grupo de personas se reúne en conmemoración de la caída del presidente Zin al-Abidine Ben Ali.
Foto: AFP - FETHI BELAID

El 17 de diciembre marca el decenio de las protestas populares en Túnez que derrocaron al entonces presidente Zin al-Abidine Ben Ali. Se trató de un proceso que se extendió a otras zonas del Norte de África/Medio Oriente y planteó un nuevo episodio en su larga historia. Este es el primero de una serie de textos donde analizaremos los primeros escenarios que fueron protagonistas de esta era de cambio y que continúan vigentes.

En muchas situaciones el lenguaje que utilizamos no contribuye a una comprensión precisa de los diferentes fenómenos históricos. Muy seguramente para el lector la referencia “Primavera Árabe” lo sitúe mejor en el tema del texto. Sin embargo, es un término que confunde en lugar de ofrecer claridad conceptual. A pesar de la posible utilidad de la referencia de la “Primavera de las Naciones” europea, este caso no tiene nada que ver con una primavera (ubicarlo en una estación del año dificulta su comprensión a larga duración) ni tampoco fue netamente árabe (participaron otras comunidades no árabes de la región, por ejemplo, los amazigh).

Tampoco contribuye creer que se trató de la revolución de las redes sociales (o en aquel entonces, del Facebook). Es cierto que fue un instrumento que ayudó, pero en mis estancias en países como Túnez y Egipto, los “dos primeros escenarios”, vi cómo la mayoría no acudió a las protestas por una convocatoria en internet. Muchos habitantes no cuentan con este servicio, otros tienen acceso limitado y de hecho, la mayoría de los jóvenes eran personas con escasos recursos, además de ciudadanos de edad avanzada, que no contaban con un “Smartphone”.

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¿Qué pedía la población? A menudo este es otro punto de confusión, pues es limitado hablar netamente de democracia (al estilo liberal, como si los habitantes de estas regiones fueran antagónicos por naturaleza a los valores democráticos). La agenda económica resulta de mayor ayuda a la hora de explicar gran parte de los primeros escenarios (con particularidades internas en cada país). No olvidemos que la consiga fue “el pueblo quiere que caiga el sistema”, lo cual da mayor amplitud, profundidad y complejidad.

Así las cosas, Túnez consiguió derrocar a Ben Ali, quien había estado en el poder desde 1987, para dar paso a un proceso de transición política y democrática, sobre la base de las principales consignas del movimiento de protesta: trabajo, libertad y dignidad. Durante estos diez años el pueblo tunecino presenció un interesante relevo democrático.

Ver más: En la ciudad tunecina donde estalló la Primavera Árabe nada cambió

Inicialmente, la Troika (2011-2014) desarrolló un proceso aceptable, que sin embargo, encontró resistencia de una parte de la población y no pudo atender las necesidades más urgentes. Posteriormente el pueblo tunecino eligió en elecciones libres a dos nuevos presidentes: Beyi Qaid Essebsi (2014-2019) quien falleció en el último año y Qais Said, un independiente y actual mandatario de la nación. De esta manera, Túnez tuvo tres diferentes gobiernos en diez años de la mano de una transición pacífica del poder, dentro de la cual además en 2014 se redactó una nueva constitución política y en 2018 una serie de reformas a la justicia. Sin embargo, muchas voces al interior del país analizan este periodo de manera crítica.

Mbarka Brahmi, diputada tunecina y viuda del mártir Muhammad Brahmi asesinado en 2013, reconoce que la revolución “ha sido el mayor movimiento social desde la independencia”. Sin embargo, enfatiza que “los mártires cayeron hace diez años por el bien de una vida digna, su derecho al empleo y una justa distribución de la riqueza. A pesar de ello, sus demandas no se cumplieron y el futuro de la juventud es incierto. Muchos pasaron a elegir entre la inmigración clandestina, la muerte en el mar, unirse a organizaciones terroristas o someterse al statu quo”.

En Sidi Bouzid, lugar donde todo inició, la situación no muestra mejoría. De acuerdo a Riad Abidi, coordinador nacional de ATAC, una ONG dedicada al trabajo comunitario, después de estos años “no hay un plan económico claro para el país y son muchas las promesas incumplidas. Recientemente estamos viendo un creciente descontento popular y nuevas manifestaciones sociales”. Riad además enfatiza el tema del trabajo: “el desempleo incrementa y nos preocupa mucho la situación de las mujeres obreras en el sector agrícola y del entorno rural, quienes trabajan casi en situaciones de esclavitud. ATAC intenta ayudar a estas comunidades en su lucha por la dignidad.”

Para Mouna Elouesleti, sindicalista y activista tunecina por los derechos humanos, en estos diez años “no hubo mayor progreso para el pueblo especialmente para los jóvenes, quienes estuvieron en la primera fila para exigir el fin de la dictadura”. El tema de la mujer le causa especial preocupación: “muchas mujeres participan en partidos políticos progresistas y juegan un papel muy importante en la consecución y reconocimiento de cada vez más derechos, de la mano del movimiento feminista y la sociedad civil en general. Lastimosamente lo poco que se ganó se ve hoy amenazado por algunos sectores políticos que intentan revocarlo”.

Por su parte, Imen Jamis, profesora de filosofía y activista tunecina, destaca que “lo que ha cambiado realmente es la libertad de expresión, especialmente las libertades individuales. Es un gran avance comparado a la situación previa a la revolución”. Sin embargo, le preocupa la economía: “la situación es catastrófica. La deuda pública es angustiante y los jóvenes ya no se interesan por la política o los asuntos públicos. Se sienten frustrados después del deterioro del país en los últimos años”.

Desde hace un tiempo es sabido que muchos en Túnez intentan salir del país, algunos corriendo grandes riesgos. Anis Choubeni, tunecino residente en Italia enfatiza que “muchos jóvenes están migrando del país en números más altos que años atrás. La principal razón es la economía y no lo político. A pesar de que podrían encontrar un trabajo, su paga no es justa. Muchos de mis compañeros del colegio desean salir del país.”

Túnez continua en el largo camino de un futuro más próspero para todos sus ciudadanos. La corrupción se mantiene y la crisis económica, que no logró reducir las grandes desigualdades en el país, ahora se profundiza por la COVID-19. Sin embargo, no hay duda de que se encuentra en mejor camino que otros escenarios del mismo periodo como Egipto, Libia, Yemen, Baréin y Siria. Analizaremos dichos procesos políticos en el 2021, parte de este primer balance del decenio de las revueltas populares en Medio Oriente y Norte de África.

*Todas las entrevistas fueron realizadas por el autor en diciembre de 2020.

Por Felipe Medina Gutiérrez

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