“Tenemos paz en Oriente Medio”, aseguró Donald Trump desde Egipto, donde firmó una declaración para garantizar el acuerdo de paz entre Israel y Hamás en la Franja de Gaza, acompañado del dirigente egipcio, Abdel Fatah al-Sisi, así como de los líderes de Catar y Turquía. Después de recibir elogios en el Parlamento de Israel tras un discurso en el que aseguró que “este es el fin de una era de terror y muerte, y el comienzo de una era de fe, esperanza y de Dios”, el mandatario republicano se vio rodeado de varios dirigentes en la ciudad egipcia de Sharm el Sheij. El jefe de la Casa Blanca se mostró victorioso ante el mundo volcado hacia la liberación de los 20 secuestrados de Hamás y de casi 2.000 prisioneros palestinos, pero con dudas sobre lo que vendrá después, sobre todo porque ni los funcionarios israelíes ni los representantes del grupo islamista asistieron a la cumbre. Lo más difícil apenas comienza.
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A pesar de que la emoción fue evidente de lado y lado, aún persisten divisiones, sobre todo alrededor de la figura del primer ministro, Benjamin Netanyahu. Eso se vio, por ejemplo, en el hecho de que Trump tuvo que desistir de su plan de último minuto de invitarlo a la cumbre en Egipto, pues el presidente turco, Recep Tayyip Erdoğan, aseguró que no iba a aterrizar su avión si esa invitación seguía en pie, informó The Guardian. Aunque Netanyahu contempló la posibilidad de asistir, pues al parecer había aceptado la propuesta en una llamada con el estadounidense, no se sabe si su cambio de planes tuvo que ver exactamente con la postura del representante de Ankara. Eso sí, figuras de la extrema derecha dentro de su gobierno de coalición amenazaron con dimitir si él decidía asistir.
Isaac Monterrosas, historiador e investigador de la Universidad Nacional Autónoma de México, no separa esto del hecho de que Israel está a un año de llevar a cabo elecciones: “Si estos políticos están ahí es porque los eligieron, y si se han mantenido allí es por la misma razón”. Algunos dicen que, a pesar de las muchas protestas que se presentaron en su contra, sobre todo en estos dos últimos años para presionar por el regreso de los rehenes cautivos en la Franja de Gaza, lo sucedido esta semana podría resultar en algo beneficioso para Netanyahu. “En los próximos meses veremos cuáles pueden sus posibilidades”, agregó el analista, sobre todo porque dos facciones de la coalición gobernante se opusieron a su postura de servicio militar y conscripción. Judaísmo Unido de la Torá y el partido Shas anunciaron sus renuncias en julio. Eso sí, de momento, logró mantener el apoyo de sus socios Bezalel Smotrich e Itamar Ben-Gvir, ministro de Finanzas y jefe de la cartera de Seguridad Nacional, respectivamente.
Reuven Hazan, profesor de ciencia política en la Universidad Hebrea, aseguró a The New York Times que el más reciente acuerdo es un punto de inflexión para el dirigente: “Él se encaminaba hacia una campaña que lo habría destrozado desde todos los ángulos posibles (...). Dirá: ‘Denme otro mandato y lograré la normalización con los países del golfo y redibujaré el mapa de esta región’”. Y es que aún está pendiente la normalización de las relaciones entre Israel y Arabia Saudita, que recientemente advirtió que no dará ese paso a menos de que se termine la guerra en Gaza y se establezca un Estado palestino, un tema que no ha sido abordado con claridad por el presidente estadounidense en su plan para el enclave. De hecho, el lunes en la cumbre no se le escuchó mencionar lo que se necesitaría para reconstruir Gaza ni habló sobre el futuro de Palestina.
Además, un informe de N12 News dio a conocer que el reino estaría dispuesto a dar ese paso, pero en condiciones distintas a las actuales. La fuente citada aseguró: “Es probable que la normalización no ocurra bajo el actual gobierno de Netanyahu, pero tal vez suceda antes de finales de octubre de 2026 —es decir, dentro de más de un año— si se forma un nuevo gobierno que acepte el principio de los dos Estados y ponga fin a la crisis de Oriente Medio de una vez por todas”. Ahora bien, con Trump por fuera de esa parte del mundo, los países de la región son los que quedan con la labor de resolver los detalles más espinosos de lo pactado: el desarme de Hamás y el retiro de Israel de la Franja de Gaza. Para Monterrosas, ellos deben sumarse a la presión internacional para que se aplique justicia y los funcionarios israelíes rindan cuentas por su asedio, catalogado por observadores independientes de la ONU como un genocidio.
El analista recuerda que pocos días después del ataque que Israel llevó a cabo contra dirigentes de Hamás en Doha, Catar, catalogado por ese país como una violación a su soberanía en integridad, Arabia Saudita firmó un tratado de defensa mutua con Pakistán, que es una potencia nuclear. “Este acercamiento, de alguna forma, blinda al Estado árabe frente a cualquier posible ataque y limitaría la posible dependencia que habría tenido con los Acuerdos de Abraham”, firmados en 2020 por Israel con Emiratos Árabes Unidos y Baréin. Este pacto podría cambiar el cálculo estratégico en una región compleja, pues aliados de Washington y de las monarquías del golfo han buscado estabilizar sus lazos con Irán e Israel para resolver antiguas preocupaciones de seguridad, profundizadas por una guerra que aún no tiene punto final, pero sí muchos asuntos pendientes.
La implementación del acuerdo para Gaza se podría erosionar a mediano plazo, piensa Janiel Melamed, analista y docente de la Universidad del Norte, en Barranquilla, y eso se verá, según él, en lo que suceda con la destrucción de la infraestructura militar de Hamás, que el lunes comenzó a desplegar combatientes armados y policías en partes del enclave, en un aparente intento de reafirmar su autoridad en el devastado territorio. Unas imágenes mostraron a decenas de sus hombres en un hospital durante la liberación de los rehenes israelíes, y hubo informes de tiroteos y ejecuciones en otras partes de la Franja. En medio de ello, el profesor cree que “es muy pronto para pensar que esto puede materializarse”. En ello, Egipto liderará la logística, Catar se hará cargo de los aspectos financieros y diplomáticos, y Turquía asumirá el monitoreo.
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