Venezuela en tinieblas

El país había contado durante el último tercio del siglo XX con el mejor sistema eléctrico de toda América Latina. Estas fueron algunas de las causas que llevaron a que hoy se viva el apagón más trágico de la historia.

Antonio De Lisio*
11 de marzo de 2019 - 11:55 p. m.
Panorámica de un sector de Caracas el domingo. El Gobierno de Nicolás Maduro anunció una segunda suspensión de las clases y las actividades laborales por el apagón. / EFE
Panorámica de un sector de Caracas el domingo. El Gobierno de Nicolás Maduro anunció una segunda suspensión de las clases y las actividades laborales por el apagón. / EFE

Fueron tres noches que prácticamente todo el territorio venezolano quedó a oscuras. El apagón más largo en América. No hay registros de eventos extremos naturales en el continente que hayan afectado durante tanto tiempo a todo un país. El terrible huracán Mitch no impactó de manera tan completa ni a Honduras ni a Nicaragua. Tampoco lo hizo el María en Puerto Rico. Los repetidos y a veces muy cruentos terremotos de Chile y México nunca causaron un aislamiento como el que durante más de 72 horas afectó el servicio de internet, la telefonía móvil y domiciliaria de toda Venezuela.

El Madurismo ha culpado al Imperio y a la oposición, ocultando la crisis estructural que desde el 2009 evidencia el sistema eléctrico venezolano. En 2010 Hugo Chávez decreta por primera vez la  emergencia eléctrica nacional ante la sequía que ese año puso a nivel crítico el suministro hidroeléctrico del que depende prácticamente todo el país. Pero el problema estaba lejos de ser coyuntural, superada ese mismo año la sequía de los primeros meses, llovió copiosamente el resto del año, pero la emergencia no se pudo levantar. El problema no era la climatología, sino la falta de inversión, la negligencia gubernamental durante toda la primera década del siglo XXI de extraordinaria bonanza petrolera.

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Se decidió entonces comprar equipos. Las contrataciones sumaron alrededor de 40 mil millones, que en gran medida se destinaron a la adquisición con sobreprecio de aparatos y sistemas obsoletos y usados y costosos proyectos que nunca se culminaron. Así la pretendida recuperación eléctrica realmente alimentó una colosal corrupción.

Las investigaciones que se han realizado en Europa y Estados Unidos, han permitido detectar fraudes contra el tesoro nacional como el cometido por Nervis Villalobos, que desempañándose como Viceministro de Energía Eléctrica de la República Bolivariana abrió cuentas personales en España, Portugal y Andorra que suman miles de millones de dólares. Favoreció a la empresa Derwick Associates  registrada en Estados Unidos con gerentes y accionistas  venezolanos,  que hoy enfrentan demandas en los tribunales del sur de La Florida por enriquecimiento ilegal en los negocios que realizaron con la compañía estatal Petróleos de Venezuela (PDVSA), cerrando así un complejo circulo de corruptelas.

En este no podía faltar  Oderbretch, que cobró más de 4.200 mil millones de dólares para la construcción de la  represa hidroeléctrica de Tocoma, que debió estar terminada en 2014, pero aún hoy está sin concluir.

Así que la oscuridad que hoy envuelve a Venezuela es el producto de una expoliación monumental al erario que le ha negado el bienestar básico y elemental al pueblo. Sin embargo se debe advertir que lo que hoy es noticia mundial por afectar a prácticamente todos los venezolanos, se ha vivido hace años de manera local en diversos sitios de la geografía venezolana. Así el Comité de Afectados por los Apagones, constituido en el 2011, cuando ya los cortes de electricidad eran una triste realidad, registró  entre 2014 y 2018, el aumento drástico de la interrupción del servicio, al pasar de poco menos de 4 mil denuncias a más de 25.000.

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Entre las ciudades más afectadas aparecen Maracaibo, San Cristóbal. En la primera en el 2018, 57% de los ciudadanos se quejaron por los cortes diarios y en la segunda fue el 30% de la población. A las incomodidades domésticas que ocasiona la falta electricidad, hay que agregarle los graves problemas que ha generado en la economía y en la educación nacional con días de trabajo y clase perdidos. Igualmente pero de manera trágica hay que denunciar las consecuencias mortales que ha ocasionado la ausencia de servicio, inclusive en el Hospital Universitario de Caracas, el centro de salud pública de referencia para toda Venezuela, donde el 12 de Enero pasado, se registró un apagón que causó la muerte entre 6 y 12 pacientes. Siendo que información pública veraz y confiable también “brilla” por su ausencia en el país, será difícil precisar las victimas mortales de este prolongado y extenso corte eléctrico de marzo.

De acuerdo al Banco Interamericano de Desarrollo (BID) el 50 % de la capacidad de generación eléctrica está paralizada. La pérdida de energía eléctrica es del 33%, el doble del promedio latinoamericano.

Esta es la dramática involución de un país que había contado durante el último tercio del siglo XX con el mejor sistema eléctrico de toda América Latina, en el que la  represa de Guri en la cuenca media del río Caroní, el afluente más caudaloso del río Orinoco, en el Estado Bolívar, en la Guayana Venezolana, era la “joya de la corona”. La central hidroeléctrica le daba luz  al 70% del país y garantizaba la producción a las energéticamente exigentes industrias básicas y estratégicas  del hierro y el aluminio guayanesas.

Para volver a un sistema eléctrico como el que se tenía, se ha sido estimado una inversión de 20 mil millones de dólares en cinco años. Esta es una meta que  luce muy difícil de lograr si persiste la visión que el madurismo ha mostrado por: la caída de alrededor de la mitad de economía; el retiro de los organismos multilaterales como el BID que pudiesen otorgar en condiciones preferenciales el crédito; el impago (default) selectivo que mantiene el alto riesgo del país.

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Entre los aliados del régimen, el gobierno chino sería el único que tendría capacidad financiera para prestar, pero como se sabe, no hace parte de la política crediticia china recuperar sistemas eléctricos  y además en Beijín están muy preocupados por las dificultades  de Venezuela de pagar la deuda de miles de millones de dólares ya contraída. De tal manera que la recuperación eléctrica del país, será una de las prioridades de un necesario  cambio de gobierno, para ello se requiere de una visión de mediano plazo y del retorno de muchos de los expertos e ingenieros que hoy hacen parte de la diáspora. Se necesita por lo tanto de la confianza y seriedad en el cumplimiento de los compromisos y la experticia, hoy ausentes y que en buena medida explican las tinieblas que hoy se ciernen sobre Venezuela.

*Profesor de la Universidad Central de Venezuela miembro de la red académica del Observatorio de Venezuela de la Facultad de Ciencia Política y Gobierno de la Universidad del Rosario.

Por Antonio De Lisio*

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